El programa del transbordador espacial de los Estados Unidos (STS por sus siglas en inglés, Space Transport System), desarrollado por la NASA, sin duda alguna, despertó la imaginación y reavivó la llama de la humanidad por la exploración espacial. Era una nave espacial que podía ser parcialmente reutilizable y capaz de viajar a la órbita baja terrestre.

Pero tras 135 misiones entre 1981 y 2011, el lanzamiento de decenas de satélites, sondas interplanetarias, el Telescopio Espacial Hubble y la participación en la construcción de la Estación Espacial Internacional, Estados Unidos puso fin al programa del transbordador espacial.

¿Cuál fue el motivo por el cual la NASA retiró del servicio a los transbordadores espaciales? La decisión le costó a Estados Unidos la incapacidad de poner en órbita a sus propios astronautas desde 2011 hasta 2020, cuando la Crew Dragon de SpaceX consiguió transportar a cuatro tripulantes hasta la Estación Espacial Internacional

La misión de 30 años del transbordador espacial

Presentado en 1972 ante el público como un "camión para el espacio", el objetivo de la NASA era tener una lanzadera reutilizable, de alta rotación, capaz de llevar humanos y carga a la órbita baja terrestre. También se pretendía ser utilizado para desarrollar una estación espacial y posteriormente ser reemplazado por una nave de nueva generación.

Pero los planes de hacer una estación espacial estadounidense evolucionaron hacia la Estación Espacial Internacional, un esfuerzo conjunto entre la NASA (EEUU), Roscosmos (Rusia), JAXA (Japón), la ESA (Europa), y CSA (Canadá). Los cambios derivaron en grandes periodos de retraso y en consecuencia, la extensión del programa del transbordador espacial.

La NASA planeaba finalizar los vuelos de la lanzadera en 2010, tras la misión STS-132. Pero tras el retraso de los dos últimos vuelos a 2011, decidieron mantenerlo. Incluso derivó en discusiones en el Congreso para asignar más presupuesto y alargar la vida del programa. Sin éxito.

Finalmente, el 21 de julio de 2011, el transbordador espacial Atlantis aterrizó en estación espacial Kennedy en Cabo Cañaveral, Florida (Estados Unidos), marcando el último vuelo del programa, el STS-135.

Su reemplazo, hasta la fecha, no se ha materializado. Y todos los esfuerzos por parte de la NASA de arrancar un programa de lanzadera espacial han sufrido importantes retrasos de hasta cinco años.

¿Por qué Estados Unidos canceló el programa del transbordador espacial?

El desastre del Challenger durante su lanzameinto

A diferencia de lo que muchos creen, los accidentes del Challenger en 1986 y del Columbia en 2003, aunque significaron un papel crucial en la decisión, no fueron la única motivación para finalizar el programa. También entró en juego una serie de promesas incumplidas alrededor de la lanzadera espacial que nunca se pudieron materializar. Muchas de esas expectativas fueron catapultadas por la época en que iniciaron los planes de hacer un transbordador espacial, en la época en que Estados Unidos aún llevaba astronautas a la Luna.

En aquel momento se planeó el programa con un presupuesto muchísimo más alto y con objetivos muchísimo más ambiciosos. Pero a medida que se acercaba el primer vuelo de prueba del transbordador espacial utilizando el prototipo Enterprise, la realidad se asomaba: los costos serían absolutamente disparatados.

1. Presupuesto

El presupuesto promedio por cada lanzamiento del transbordador espacial era de unos 450 millones de dólares. Significativamente mayor a los planes originales durante la fase de planeación del programa. El objetivo de la NASA era economizar lo suficiente los viajes al espacio como para hacerlos una actividad normal. Pero los costos operativos eran tan inmensos que nunca fueron capaces de reducirlos lo suficiente.

Además, la teoría era que la lanzadera espacial finalizaría la era de los cohetes desechables. En la práctica eso nunca sucedió: siempre fue mucho más económico enviar cosas —e incluso humanos— al espacio de la manera tradicional, es decir, utilizando cohetes. Esto sucede hasta el día de hoy, a excepción de SpaceX que ha encontrado una forma de reutilizarlos.

Transbordador espacial Atlantis siendo transportado al Centro Espacial Kennedy sobre un Boeing 747 modificado de la NASA.

2. Calendario y frecuencia de lanzamiento

También entró en juego la absoluta fantasía que representaba el calendario original de lanzamientos del transbordador espacial. El plan original era conseguir una alta rotación, es decir, que el tiempo entre aterrizaje y despegue de la siguiente lanzadera sea corto. En la realidad el menor tiempo conseguido por la NASA fue de 54 días, con un promedio mucho mayor. Especialmente después de la tragedia del Challenger, en que empezaron a promediar 88 días entre un lanzamiento y otro.

La dura realidad es que los procesos de inspección, transporte, y la logística involucrada en cada lanzamiento eran extenuantes. Uno de los puntos flacos del programa, en términos de tiempo y seguridad eran las baldosas térmicas en la parte inferior de la nave, necesarias para reentrar en la atmósfera. Eran mucho más frágiles de lo que inicialmente se creía y requería una inspección individual tras el aterrizaje del transbordador espacial.

Cada baldosa es única, por lo que no era posible reemplazar una por otra que estuviese en un almacén. Había que fabricar un reemplazo exacto. Eso requería tiempo y cantidades inmensas de dinero.

El plan también era conseguir que el transbordador espacial despegara y aterrizara siempre en Cabo Cañaveral, en Florida, cosa que prácticamente nunca sucedió. Muchas de las ocasiones la lanzadera aterrizaba en Texas y necesitaba ser transportada para su siguiente lanzamiento en el Centro Espacial Kennedy utilizando aviones Boeing 747 modificados, que incrementó aún más los costos y los tiempos de rotación.

Menos despegues significó menos vuelos, reduciendo la utilidad real del transbordador espacial y las oportunidades de capitalización del programa para aumentar su vida útil.

3. Seguridad

Imagen de la CNN transmitiendo en directo la desintegración del transbordador espacial Columbia.

Y finalmente, sí, la seguridad. Lo que en un punto a mediados de la década de 1980 se empezó a considerar como rutinario, tanto por la sociedad como el gobierno estadounidense, demostró no serlo con la catástrofe del Challenger en 1986. Se revelaron fallos estructurales importantes en la nave, y una serie importante de negligencias durante el proceso de construcción, sobre todo en la búsqueda de reducir costos desorbitados inesperados.

17 años más tarde, en 2003, con la desintegración del Columbia durante su retorno a la atmósfera, los peores miedos del gobierno estadounidense, de la NASA y cualquier entusiasta del programa, se materializaron. Por muy rutinario que parezca, el lanzamiento del transbordador espacial es un proceso extremadamente complejo y mucho más peligroso de lo que cualquiera creía. En ambos casos la totalidad de las tripulaciones fallecieron.

En un discurso realizado por George W. Bush en 2004, se anunciaba el inicio del proceso de finalización del programa del transbordador espacial. No hizo mención sobre el futuro del programa espacial o la siguiente generación de lanzaderas —o cualquier otra forma de llevar humanos al espacio—.

Eso obligó a la NASA a depender del programa espacial ruso para poner humanos y objetos en el espacio. Entre 2011 y 2020, cada vez que un astronauta estadounidense fue a la Estación Espacial Internacional, lo hizo en un cohete Soyuz. El panorama ha cambiado desde que SpaceX demostró que puede llevar hombres al espacio con la Crew Dragon.


¿Hay planes de un nuevo transbordador espacial de la NASA

La nave Orion, el futuro de la exploración espacial de la NASA y sucesor del transbordador espacial

La NASA tiene el programa Artemis por medio del cual quieren volver a poner un hombre en la Luna en 2025. Sería la primera vez que Estados Unidos lo consigue desde Apolo 17 en 1972. Como parte de esos esfuerzos, se está desarrollando el Sistema de lanzamiento espacial (o SLS por sus siglas en inglés, Space Launch System), que a su vez surge del cancelado Proyecto Constelación. Se trata de una lanzadera para la exploración espacial que reemplace al transbordador.

Lanzamiento del  Delta IV Heavy en 2014, parte de las pruebas de la puesta en el espacio de la nave Orion
Lanzamiento del Delta IV Heavy en 2014, parte de las pruebas de la puesta en el espacio de la nave Orion

El otro componente del programa Artemis es la nave Orion, diseñada por Lockheed Martin, aunque su módulo de servicio es responsabilidad de la Agencia Espacial Europea, que a su vez derivó su desarrollo a Airbus.

La gran ventaja de Orion es su capacidad de dar soporte a una tripulación de cuatro personas más allá de la órbita baja de la Tierra. Puedan sobrevivir hasta 21 días de forma completamente independiente, y hasta 6 meses si están acoplados a otra nave o estación.

El problema es que el primer lanzamiento del SLS ha sido retrasado no menos de 16 veces. Al mismo tiempo, iniciativas privadas de salir al espacio, llegar a la Luna, e incluso a Marte, son cada vez más numerosas, consiguiendo logros cada vez mayores. Poniendo en peligro el futuro de la exploración espacial por parte de la NASA.