El catálogo de películas de Netflix puede ser toda una caja de sorpresas. Una, que desconcierta por su capacidad de contener producciones de toda índole. También por ser un espacio singular en que se combinan desde producciones de enorme calidad dignas de un premio Oscar, con otras mediocres. El resultado es una larga lista de opciones, que siempre resultan sorprendentes por su variedad y también, los múltiples matices que ofrecen sobre el mundo cinematográfico. Un recorrido, en ocasiones atropellado, por el lenguaje del cine en la actualidad y todos los matices que puede mostrar. 

Convertida en una pantalla universal capaz de crear éxitos instantáneos, Netflix es un mirada a la forma de expresar ideas visuales en la actualidad. En medio de todo tipo de films y series, la plataforma también abarca experimentos argumentales curiosos. Algunos, tan inclasificables como para provocar largas discusiones. Otras, directas exploraciones sobre la naturaleza del arte cinematográfico que sorprenden por su versatilidad. Netflix, que suele ser criticada por su gran cantidad de contenido superficial y de mala calidad, también contiene algunos tesoros dignos de mención. 

Desde extrañísimas fantasías sobre la realidad y el talento, hasta miradas extravagantes sobre personajes reconocidos. Las películas más extrañas de Netflix son un recorrido curioso a través del discurso y la forma en que el cine medita sobre sí mismo. Te dejamos cinco películas de Netflix que te dejarán confuso, desconcertado y en el mejor de los casos, te volarán la cabeza. Una mirada por completo novedosa a la idea del lenguaje visual como elemento transformador y consciente de su peso sobre la cultura actual. 

Okja

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Antes que Bong Joon-ho creara una revolución conceptual con Parásitos, dirigió una joya extraña que todavía hoy sorprende por su cualidad insólita. La historia de una criatura inclasificable destinada a convertirse en objeto de la codicia de un mundo despiadado es un cuento de hadas siniestro. También, una percepción profunda y bien construida sobre la alienación, el miedo y en especial, la forma en que la naturaleza resulta la principal víctima de la arrogancia contemporánea. Pero el director surcoreano nunca hace las cosas fáciles, de modo que también es un recorrido por varios de sus tópicos predilectos. 

Desde la crueldad colectiva y social, hasta el pensamiento individual que puede convertirse en una herramienta de maltrato. Bong Joon — jo recorre lugares incómodos acerca de la relación de nuestra época con la naturaleza. A la vez, confiere importancia a la forma en que comprendemos la posibilidad de la esperanza. Una la búsqueda de motivos para profundizar en la bondad e incluso, en elementos singulares sobre el ideal, el miedo y la ternura. Todo bajo una perspectiva cuidadosa acerca de lo que el tiempo, la noción contemporánea sobre el éxito y el reconocimiento del otro puede ser. 

Con su aire en apariencia discreto, su poderoso guion y su entrañable punto de vista sobre temas de enorme relevancia, el film desconcierta por su belleza. Y es, por supuesto, un extraño añadido en el catálogo de películas de Netflix. Tanto, como para que la gran disyuntiva acerca de su mensaje real — ¿se trata de una fábula ecologista, algo más siniestro? — todavía se encuentre en debate. 

Velvet Buzzsaw

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El arte y lo sobrenatural se han mezclado con frecuencia de maneras peculiares y muy extrañas durante buena parte de la historia de occidente. El director Dan Gilroy toma la premisa y la convierte en algo más intrigante en Velvet Buzzsaw. Se trata de singular híbrido entre la comedia, la crítica, el slasher y el horror sobrenatural. Todo aderezado con una buena porción sobre lo artístico como hipótesis sobre la identidad colectiva. 

Con toda su carga de cínica versión sobre el mundo del arte y sus intrigas, Gilroy (que también es guionista), pondera sobre temas dispares. Desde el subtexto de lo comercial, lo ambiguo y lo malicioso en lo artístico, hasta el horror en estado puro. La película de Netflix es una mezcla inquietante de tópicos sobre la naturaleza humana y sus matices. De modo que lo que comienza como una sátira ligera, se convierte en una exploración sobre la muerte y lo sobrenatural. Todo como una forma de belleza. 

Gilroy juega con símbolos habituales sobre lo corrupción del mundo artístico. Pero también, elabora una teoría burlona muy sofisticada sobre el trasfondo del arte como comercio. Vendes el arte, vendes tu alma, parece sugerir la película de Netflix en un extraño tono retorcido. La versión de Gilroy sobre la percepción del arte como parte de la necesidad del comercio intelectual, es dura pero también divertida. Los personajes van de un lado a otro, riendo, coqueteando entre sí, presumiendo sus conocimientos y por último, muriendo en medio de horrorosas escenas sangrientas. Un paisaje extravagante cada vez más imposible de conceptualizar y comprender en su totalidad. 

Creep

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El género del found footage suele ser la oportunidad ideal para experimentar, crear y en especial, llevar los lenguajes y diálogos cinematográficos a un nivel nuevo. Y Creep de Patrick Brice no sólo lo hace. Además, convierte lo que a primera vista es un argumento terrorífico, en preguntas inquietantes acerca de la identidad, la realidad y la sustancia misma del tiempo.

Con su aire discreto, extrañamente fragmentado y una dolorosa versión sobre la naturaleza humana, Creep es una sorpresa. Pero a la vez, es una siniestra y pulcra reinvención acerca de la mirada de la oscuridad colectiva. ¿Quiénes somos cuando nadie nos observa? Brice utiliza cámaras, videos, pantallas de ordenador para crear la percepción de una presencia inevitable. De una observación malsana y peligrosa. Y al final, una concepción sobre lo temible que resulta abrumadora en su poder para aterrorizar. 

Desde lo simple — la premisa de una grabación continúa a una vida cotidiana no es nueva — Creep incorpora elementos de varios géneros distintos. El terror, el suspenso, el drama y el existencialismo conviven en esta rarísima percepción sobre la identidad. Pero es su tramo final, el que se hace mayores preguntas sobre el individuo y su contexto como parte de algo más siniestro. ¿Qué hay más allá de las sombras que conviven en nuestra mente? Una pregunta que la película de Netflix no responde de forma lineal y mucho menos, sencilla. 


Pieles

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Esta incómoda versión sobre la discriminación del director Eduardo Casanova, se hace conjeturas sobre la percepción del otro desde la crueldad. El realizador establece de inmediato que la sociedad es cruel. También, que es un conjunto de horrores que se enlazan para percibir la concepción de la identidad como un estigma. El resultado es una historia retorcida, dura y la mayoría de las veces, tan dolorosa como para crear un escenario invisible de sufrimientos y señalamientos. También, para elevar la idea del recorrido intelectual y moral a través de la idea de la vanidad moderna, hacia nuevos espacios y lugares. 

Pieles, instrumenta la idea de la diferencia desde la distancia y la concepción de cierto mal moral que se muestra de a poco. ¿Qué tan importante es la apariencia física en la actualidad? La pregunta se plantea desde varias versiones distintas y también, acerca de la concepción sobre lo temible que se alberga en el misterio. La película de Netflix es una historia bien construida sobre la cualidad de la cultura de nuestra época para señalar, arrasar y devastar al diferente. 

Por otro lado, Pieles es una versión sobre lo que somos como parte de una sociedad de consumo agresiva y despiadada. Poco a poco, Casanova logra construir una percepción sobre el mal moderno, tan novedoso como simple. Al final de todas las cosas, ¿qué es lo temible y aterrador de lo que somos como individuos? Tal vez, la respuesta se encuentra en el reflejo del espejo. 


Jim y Andy

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Jim Carrey es uno de los actores más singulares de Hollywood. Andy Kauffman fue una personalidad excéntrica que murió y dejó a su paso, una larga sombra de secretos y una mirada desconcertante al humor. La combinación entre el talento de uno y el legado del otro, convierte al documental de Chris Smith en una densa mirada sobre el talento. Pero no el lado luminoso y edificante de la capacidad artística. 

Por extraño que parezca, el documental se hace preguntas acerca de lo que se oculta detrás de una indudable capacidad para crear. La oscuridad que se teje al margen de las risas, chistes y bufonadas de dos hombres tan semejantes entre sí como para resultar terroríficos. Al final, Smith logra reconstruir la forma en que Jim Carrey logró transformarse — casi de manera mimética — en Andy Kauffman, para el director Milos Forman. Hacerlo, además, desde una perspectiva dura, cínica y angustiosa que mostró más del actor de lo que podría suponerse. Pero también, más de Kauffman de lo que podría esperarse. 

Jim y Andy es un espejo inquietante entre dos visiones de la actuación, la locura y la enajenación total. Pero es la lenta, comedida y casi siniestra transformación de Carrey en Kauffman, lo que convierte al documental en una joya dolorosa. En especial, cuando muestra — de uno y de otro — que el talento creativo está separado por una línea muy discreta, de la locura. 

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