La guerra de Ucrania es, con certeza, la primera de la historia que resulta posible seguir con tan minucioso nivel de detalle gracias a un mundo altamente conectado. Las telecomunicaciones son, en este caso, protagonistas indiscutibles. En los últimos días hemos visto vídeos en redes sociales de misiles destruyendo edificios publicados apenas unos minutos después del impacto; del presidente Volodimyr Zelensky desmintiendo bulos sobre su fuga a golpe de selfie; de agricultores llevándose a rastras con un tractor tanques abandonados por las fuerzas rusas; e incluso de adolescentes contando su vida en plena guerra como si de otro reto de TikTok se tratara.
No es Black Mirror, sino parte de los resultados derivados de una guerra en plena Europa. El macabro resultado de vivir un acontecimiento de este tipo en uno de los continentes a la vanguardia en el sector de las telecomunicaciones y donde el acceso a sistemas de transmisión inalámbrica se dan por hecho.
Ucrania, ciertamente, es uno de esos países en los que infraestructura, tecnología y dispositivos se dan la mano. Una red fiable y sólida correspondiente a los estándares de la industria en 2022. En un momento de conflicto, las telecomunicaciones juegan un papel clave que va mucho más allá del uso diario acostumbrado. Ellos lo saben. Y Rusia, por supuesto, también.
Ucrania, sin duda alguna, está ganando la guerra de la narrativa en internet a Rusia. Tiene a toda una sociedad conectada pendiente de los sucesos, en los que incluso se ha involucrado Elon Musk. Tras el mensaje enviado vía Twitter por el vice ministro de innovación del país pidiendo la activación del servicio de Starlink, el millonario más millonario del mundo envió un camión entero de antenas. Pero es un juego más peligroso del que imaginamos.
Rusia y Ucrania: la batalla por el relato
Oleg Kutkov es uno de los ciudadanos que aún está en Kiev. Este ingeniero de telecomunicaciones ucraniano, que ha saltado a la fama en redes por poner a funcionar su receptor de señal de Starlink, cuenta a Hipertextual que la situación en cuanto a las conexiones se mantiene en la capital.
Un hecho no baladí después de que el ejército ruso lanzase un ataque con misiles sobre la torre de comunicación de la ciudad, la más alta del mundo. “[El bombardeo] creó algunos problemas, pero consiguieron cambiar a una transmisión alternativa”, relata. No obstante, apunta que la principal fuente de información sigue siendo internet.
Y es precisamente esto lo que ha preocupado en mayor medida tanto dento de Ucrania como al conjunto internacional. ¿Tiene Rusia la capacidad de dejar al país que está invadiendo en la oscuridad mediática y militar, cortando todas sus telecomunicaciones?
“No creo que sea posible destruir la infraestructura de internet”, cuenta Kutkov en nuestro intercambio de mensajes. “Hay un montón de rutas y canales. Y los invasores también necesitan internet”.
Oleg Kutkov
Opinión con la que concuerda Jackie Singh, miembro del personal de ciberseguridad en la campaña de Joe Biden en 2020. “Internet es un sistema resiliente que es a la vez vulnerable y resistente a los ataques de varias formas. Es extremadamente improbable que veamos un apagón total o una pérdida de comunicaciones en Ucrania debido al apoyo de sus vecinos regionales”, explica a este medio.
Porque, en pleno siglo XXI, quien controla la información y sus canales controla también el relato. Así, es mucho más probable que Rusia extienda la censura dentro de sus límites; y potencialmente en Ucrania, si consigue hacerse con el control del país.
El control que se ejerce desde Moscú para estos días para adaptar el flujo informativo a los intereses del Kremlin es más férreo que nunca, y ha llevado a organizaciones periodísticas de numerosos países a abandonar Rusia. Difundir noticias consideradas como falsas por el Gobierno sobre la guerra en Ucrania puede acarrear hasta 15 años de prisión.
Jaque a las telecomunicaciones
Extendiéndose fuera del plano militar o puramente informativo, “las telecomunicaciones son fundamentales para la moral. Más allá del simple motivo de mantenerse al tanto de los acontecimientos actuales, las personas buscan en internet conexión con otros, alivio del estrés y esperanza”, puntualiza Singh, y añade: “Cuanto más marginadas estén las personas, mayor será el impacto que la pérdida de las telecomunicaciones básicas puede tener en sus vidas”.
Es por este motivo que resulta fácil pensar que buena parte del músculo Ucraniano trabaja estos días en la sombra para garantizar que todos los sistemas se mantienen en pie. Al menos, los más críticos.
El refuerzo de la infraestructura en los días previos ha de haber sido clave, confía Singh en nuestra conversión. Monitorear constantemente su estado y tener un plan de respuesta sólido, por descontado, también.
A pesar de ello, no en todo el país se vive la misma experiencia. Kutkov, con conocimiento de primera mano, nos reconoce lo que muchas informaciones han ido adelantando estos días: varias zonas del país están experimentando grandes problemas de conectividad tras los ataques rusos. Y es aquí donde Musk, decíamos, ha querido entrar en juego.
Starlink en Rusia: entre bombo y camuflaje
Como se apuntaba líneas arriba, Kutkov dispone de un “plato” receptor de conexión de los satélites de Starlink. No como consecuencia del envío realizado por Musk hace unos días, sino que se trata de una adquisición propia realizada en eBay meses atrás. Ha resultado venir al pelo.
El ingeniero reconoce estar recibiendo muchos mensajes estos días preguntado por el receptor. “La gente pregunta sobre mi terminal Starlink: dónde conseguirlo, cómo funciona, cómo conectarse, etc. Hay una necesidad real”.
Para muchos, este envío puede ser el elemento diferenciador de aquí a no mucho tiempo, en caso de que el conflicto se transforme en uno de larga duración.
Singh ahonda en la importancia de este despliegue en Ucrania por el mero hecho de ser un sistema inalámbrico, no dependiente de cableado terrestre que puede ser neutralizado. Con experiencia como soldado en Irak en 2003, recuerda que “la opresión de Saddam [Hussein] impedía que el pueblo iraquí viera las noticias internacionales [...]. Las antenas parabólicas se instalaron en todos los techos casi inmediatamente después de que él fuera depuesto”.
De nuevo, Musk, impredecible e inesperado, podría jugar un papel clave en un momento trascendental de nuestros días.
El peligro que pueden representar las antenas de Starlink en la guerra de Ucrania
En 1996, el presidente checheno Dzhojar Dudáyev estaba hablando por teléfono cuando un misil ruso le cayó del cielo. La Inteligencia de Rusia había interceptado la señal satelital del aparato, con letales consecuencias. Misma suerte y motivo compartió la periodista Marie Colvin, asesinada en Siria en 2012.
Casos tristemente célebres que han servido para que varias voces relacionadas con el campo de la ciberseguridad hayan apuntando estos días un potencial peligro que podrían entrañar los receptores de Starlink: el uso de los mismos por Rusia para triangular su posición y lanzar misiles dirigidos a ellos. Entre ellas, la propia Singh.
Casos como el de Colvin expandieron el uso de VSATs (Terminales de Apertura Muy Pequeña) en zonas de guerra, con especial énfasis en situarlos en edificios abandonados o lejos de núcleos poblados. A día de hoy, Musk recomienda hacer uso de alguna suerte de “camuflaje”, cubriendo el receptor o, incluso, pintando su llamativo color blanco para evitar un posible reconocimiento visual.
Y aunque el escenario de la triangulación rusa parece poco probable hoy por hoy, con las conexiones funcionando en suelo ucraniano, podría no serlo tanto en caso de que las telecomunicaciones cayesen.
“Rusia tiene el equipo y la experiencia” para hacer este tipo de triangulaciones, afirma Kutkov. “Pero Starlink no es una antena satelital normal. Es una matriz en fase, por lo que rastrear el haz de radio directo es más difícil. Pero no imposible. Ya veremos”.
Espías rusos en el bolsillo
Aunque tu smartphone no necesariamente nos espíe, no quiere decir que no haya otros que intenten hacerlo a través de él. Todos los expertos coinciden: nuestro smartphone puede convertirse en el peor enemigo en un momento dado si no tomamos precauciones en cuanto al software utilizado.
En un conflicto como el de Rusia y Ucrania, figuras como activistas y defensores de los derechos humanos, así como periodistas e incluso milicianos, deberían hacer todo lo posible por minimizar riesgos. Desde usar direcciones de email no atribuibles a números de teléfono redundantes o eliminar identificaciones biométricas de un terminal.
En este sentido, Singh es tajante al declarar que recomienda "especialmente no usar Telegram" a los residentes en Ucrania. La que es la principal platforma de mensajería en el país, fundada por el expatriado ruso Pavel Durov, no es la herramienta más segura ni, desde luego, la encriptada fortaleza que muchos piensan. En su lugar, aplicaciones como Signal o el uso de VPN deberían ser una prioridad.
Guerra en la Tierra; guerra en el espacio
Las ambiciones y capacidad rusa en el ámbito aeroespacial son sobradamente conocidas, al menos en lo que a exploración se refiere. Roscosmos –la Agencia Espacial Federal de Rusia– o las archiconocidas naves Soyuz.
Y las consecuencias del conflicto también alcanzan al espacio. Una de las primeras, la cancelación del lanzamiento de satélites de internet de la firma británica OneWeb a bordo de una de las citadas Soyuz. Rusia sabe de su potencial y posición en este aspecto, llegando a sugerir recientemente a sus socios americanos que “usasen escobas” para sus vuelos si se negaban a cumplir con las condiciones de Roscosmos (entre ellas, y en este caso, que los satélites no fueran utilizados con fines gubernamentales). Ahora, como guinda, Roscosmos ya ha anunciado que reutilizará los cohetes para crear su propio SpaceX con una línea de negocio de exploración espacial privada.
Paralelamente, no es tampoco ningún secreto el esfuerzo militar de Rusia en el conjunto de sus ramas. La organización privada por la seguridad espacial Secure World Foundation (SWF) señalaba en su último análisis sobre los peligros en el espacio que pueden suponer diferentes países, la “alta prioridad a la integración de la guerra electrónica (EW) en las operaciones militares” de Rusia. Pero también en las civiles, dado el caso.
Victoria Samson, directora de la oficina de Washington D.C. de la SWF y con experiencia en proyectos de la Agencia de Defensa Antimisiles estadounidense, no obstante, remarca a Hipertextual que Rusia no lo tendría tan fácil en caso de quedar completamente aislada de buena parte del mundo. “El estado del espacio civil de Rusia está hecho trizas. No sé si tendrían los fondos para replicar una infraestructura satelital y de telecomunicaciones completa”, cuenta.
Parte de la actual infraestructura de comunicaciones en Rusia –como aquella que facilita el despliegue de redes 5G– está en medida facilitado por compañías como la sueca Ericsson. Y es que en un mundo globalizado, los actores tienden a difuminarse, hasta que vuelve a llegar el momento de definirlos. Este parece ser uno de esos escenarios.
Con la ciberseguridad habiendo pasado a ser un elemento central de todo cuerpo de Defensa, el primer gran conflicto armado en Europa de las últimas décadas es el campo idóneo para redefinir cómo se combate en el siglo XXI.
Los Estados, organizaciones y alianzas son parte clave de ello. La otra, cada vez más relevante, la conforman empresas como la citada SpaceX, que es solo una de muchas. “La línea entre el espacio militar y el comercial se vuelve cada vez más borrosa, lo que complica enormemente la aplicación de las leyes de los conflictos armados en el espacio”, sentencia Samson.