El consumo de insectos en la alimentación humana no es ningún misterio. Muchas culturas llevan años tomándolos como parte de su dieta habitual. En países como México o Tailandia es la mar de común. Sin embargo, sí que choca sobremanera imaginarse a tu tía Amparo comiendo un par de grillos en Nochebuena, justo antes de los postres. ¿Podría ser este un futuro escenario en nuestras comidas familiares? Es bonito a la par que repugnante fantasear con ello, ya que recientemente el grillo doméstico (Acheta domesticus) acaba de ser aprobado como alimento en la Unión Europea.

Concretamente, esta hazaña insectil tuvo lugar en febrero de 2022, pero no es el primer bicho que ya podemos comer en tierras europeas. El año anterior fueron aprobados otras dos especies de insectos, el gusano de la harina (Tenebrio molitor) fue el primero de ellos en mayo de 2021, y la langosta migratoria (Locusta migratoria) le siguió en noviembre del mismo año.

Todo esto no ha llegado de la noche a la mañana a nuestros platos, ya que desde hace muchos años se viene avisando de la llegada de los insectos a nuestros supermercados. En el año 2018 Carrefour ya se lanzó a la aventura comercializando los primeros insectos en España. Sin embargo, los obstáculos legales no han sido moco de pavo, y han ralentizado soberanamente su proceso de autorización completa en la Unión Europea.

Viscoso, ¿pero también sabroso?

¿En qué se traduce todo esto para el consumidor promedio? ¿Acaso veremos saltamontes compartiendo estante con la mortadela y el chopped? No es tan sencillo, ya que todavía existe una importante brecha en el ámbito de lo gastronómico. Este es uno de los principales obstáculos para el asentamiento de los insectos en la cultura española: el asco que nos dan. A pesar de que los escollos legales parecen haberse superado, lo cierto es que no es tan fácil imaginar un supermercado plagado de bichos listos para el consumo.

Puede parecer una minucia, pero la barrera cultural en aquello que comemos es muy difícil de romper

Puede parecer una minucia, pero la barrera cultural en aquello que comemos es muy difícil de romper. A pesar de ello, muchas empresas han apostado por la innovación como baluarte para sobrepasar los obstáculos que plantea el mundo de los insectos, apostando por novedosos productos elaborados a base de harinas de grillos y gusanos.

Snacks, proteína en polvo y barritas energéticas han sido los formatos agraciados para contener insectos dentro de su formulación. Otros alimentos tocados por la varita de los bichos son galletas, pastas e incluso panes. Todo aquello donde se pueda usar harina es bien. La explicación reside en el público al que van dirigidos: personas amantes del fitness y deporte. Generalmente, este público es más abierto al consumo de productos novedosos y con ingredientes inusuales, por lo que no es de extrañar que los insectos hayan llamado la atención de aquellas empresas dedicadas al ámbito de la salud.

El potencial nutricional y medioambiental de los insectos

comer grillos
Carrefour

Otra de las explicaciones sobre el calado de los insectos en el mundo deportivo es su valor nutricional: se postulan como “la proteína del futuro”. Bien es cierto que esto lleva diciéndose más años que el Sol, pero el futuro tiene que llegar algún día. Sea presente o futuro, lo cierto es que el contenido nutricional de los insectos no deja de ser cuanto menos interesante. Aproximadamente, entre el 50-70% de su composición nutricional son proteínas, según la especie. De ahí que se relacione a los insectos como un posible sustituto de la carne.

Nos guste más o menos, la producción mundial de carne es poco sostenible actualmente en términos globales

Además, los insectos también presentan enormes ventajas medioambientales frente a la explotación cárnica, ya que los gastos en agua, pienso y tierra se reducen drásticamente. Vemos, inevitablemente, que producir insectos es inmensamente más económico que obtener la misma cantidad de carne por su menor consumo de recursos. Esto suma un plus de sostenibilidad que muchos expertos llevan años resaltando en favor de la cría de insectos. Porque sí, esto es una realidad.

Nos guste más o menos, la producción mundial de carne es poco sostenible actualmente en términos globales. Las cantidades de agua, pienso y otros recursos como suelo son finitos en nuestro entorno, y están sumamente explotados. Por el contrario, la cría de insectos para consumo humano apenas supone recursos. Podría convertirse en una fuente prácticamente inagotable de alimento en el futuro.

Las pegas del consumo de insectos

comer insectos
Crédito: Carrefour

Pero no todo es tan bonito en el mundo insectil, ya que algunas cuestiones todavía generan dudas a las autoridades desde el punto de vista de la seguridad alimentaria. Por suerte, estas incertidumbres se han despejado con el tiempo para las especies de insectos ya aprobadas y comentadas anteriormente, tal y como ratificó la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) en su informe del año 2021 dando luz verde al archiconocido gusano de la harina Tenebrio molitor. Este dictamen científico fue el que dio paso a su aprobación legal en Europa, a la vez que puso sobre la mesa los aspectos claves que se deben vigilar.

Se ha visto que los insectos pueden provocar reacciones adversas en personas que tienen alergias a los crustáceos o ácaros del polvo

¿Y cuáles son estas preocupaciones sanitarias? Principalmente vienen referidas a las alergias que podría provocar el consumo de insectos. De hecho, se ha visto que los insectos pueden provocar reacciones adversas en personas que tienen alergias a los crustáceos o ácaros del polvo, resultando en una especie de reactividad cruzada. Este obstáculo se podría solventar con un etiquetado alimentario precautorio, tal y como se hace con el resto de alérgenos habituales para aquellas personas sensibles.


La pregunta del millón es si realmente los insectos pueden ser un sustituto viable a la carne. Para más inri, todavía quedan ascuas encendidas en relación al debate de la carne y las macrogranjas en España. De momento parece complicado. Aún así, recordemos que las legumbres esiten: un grupo de alimentos vegetales que también aportan proteínas de gran valor nutricional y cuyo fomento en la dieta solo se traduce en beneficios para nuestra salud. Nutrición, sostenibilidad, bienestar animal y economía son los pilares fundamentales que encabezan este asunto alimentario. Existen muchos factores implicados y no es fácil llegar a una conclusión que satisfaga a todos. Por el momento nos contentamos con observar anonadados como los grillos y gusanos se introducen sigilosamente en nuestros supermercados. Será bonito de ver. O quizá no.