Solo en los últimos tres meses, Netflix ha estrenado varias series de crímenes reales que se han convertido en inmediatos éxitos de audiencia. ¿Dónde está Marta?, El asesino del impermeable, El motivo y A la caza del asesino han copado de la atención del público. Pero más allá de eso, también han reavivado la discusión del motivo por el cual hay un creciente interés por historias sobre asesinatos violentos. Y en especial, los programas que desmenuzan caso por caso hasta revelar sus secretos más profundos.
Pero no se trata de un fenómeno reciente. La plataforma ha dedicado una buena cantidad de tiempo e inversión en engrosar su catálogo con todo tipo de programas del género. Lo cual provocó que el auge de las series de crímenes en Netflix hayan tenido una repercusión considerable durante el último lustro. Además, el género se ha convertido en un vehículo consistente para analizar la naturaleza de la violencia y el crimen. No se trata solo de una reconstrucción efectista sobre hechos de carácter sangriento. O al menos, no gran parte de ellos. Uno de los puntos de interés de Netflix, es sin duda, la forma en que las series de crímenes que logran conceptualizar la idea sobre lo criminal como parte de la cultura. ¿Es válido su planteamiento?
Lo es, en la medida en la que las series de crímenes de Netflix están encaminadas la mayoría de las veces a cumplir un objetivo. El demostrar puntos específicos sobre lo que rodea y el contexto que incide sobre un acto violento. La mayoría de los programas del género en Netflix, además humanizan a víctimas e investigadores. El resultado es una óptica nueva sobre sucesos desconcertantes que la mayoría de la audiencia conoció a través de titulares de periódicos o páginas web. Pero Netflix, al brindar atención a los rostros detrás del amarillismo, crea una condición de profundo interés. Un relato íntimo y la mayoría de las veces desconocidos sobre hechos de considerable dureza.
La mujer condenada, un niño desolado y una mujer reivindicada
En el 2016, Netflix estrenó la serie de crímenes por excelencia: Amanda Knox. En la que relataba los extraños sucesos que rodearon la violación y asesinato de Meredith Kercher. Se trató uno de los casos más mediáticos y afectados por el sensacionalismo de las últimas décadas. Netflix, recuperó la historia e hizo algo más: puso en el foco a Amanda Knox y a su novio Raffaele Sollecito. Ambos fueron acusada en dos ocasiones del crimen de Kercher y tanto en una como en otra ocasión, fueron absueltos.
El documental brindó la oportunidad a Knox y a Sollecito de analizar lo ocurrido desde su perspectiva. Una mirada inédita a un crimen que años después, continuaba siendo debatido en todo tipo de medios. De hecho, buena parte del argumento del programa mostraba como la presión amarillista, había terminado por enturbiar definitivamente la investigación.
¿Fue culpable Amanda Knox del delito que se le achaca?; la gran premisa del documental avanza en otra dirección. La producción de Rod Blackhurst y Brian McGinn, no brindó respuestas, pero permitió a los involucrados, dar su punto de vista. El éxito inmediato del programa marcó un hito en la plataforma y en las series de Netflix. De hecho, Amanda Knox abrió un debate sobre la posibilidad del documental para profundizar y explorar el crimen como un suceso humano. Y por tanto, digno de fallas y errores de enorme repercusión.
Netflix ha llevado la primera experiencia con Knox a un nuevo nivel. Algo semejante ocurrió con Los juicios de Gabriel Fernández de Brian Knappenberger. La docuserie de seis partes estrenada en el 2020, narra la muerte de Gabriel Fernández, de 8 años, en 2013. Pero más que la necesidad de mostrar detalles— que se incluyen de forma respetuosa — el programa mira las condiciones que rodearon a la muerte. Desde el descuido de padres, el sistema de salud y protección al menor estadounidense, hasta la inoperancia de protocolos de seguridad policial en relación al maltrato. No hay un sólo punto, en el que el true crime no profundice de manera apropiada. El programa causó revuelo y abrió una vieja discusión sobre la justicia, la burocracia y la vulnerabilidad de niños en situaciones de vulnerabilidad.
Lo mismo podría decirse del revuelo que ocasionó Crimen y perdón: La historia de Cyntoia Brown, dirigido por Daniel H. Birman. El documental detalló la historia de Brown, una menor abusada y explotada sexualmente desde la niñez. A los 16, la joven asesinó a un hombre con quien mantuvo relaciones sexuales y que después, la golpeó durante horas.
El documental mostró las durísimas condiciones de vida de Brown y también, la forma en que el sistema se ensañó en su caso. Juzgada como adulta y condenada a cadena perpetúa, solo la presión pública logró que pudiera acceder a un indulto. El largometraje mostró por primera vez detalles inéditos del caso y abordó de manera respetuosa y sensible, la vida de Brown.
Errores, fallos y nuevas evidencias
Veinticinco años después de sacudir a España, la desaparición de Miriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández, llegó a las pantallas de Netflix. En el 2019, la plataforma estrenó la serie de crímenes de cinco capítulos El caso Alcàsser, en la que reconstruyó el caso que sacudió la conciencia del país. También, hizo algo más: recordar la presión de la opinión pública y las cuestionables actuaciones de los medios de comunicación en el caso.
El programa, que se convirtió en un éxito inmediato, resaltó lo que fue el tenso pulso entre investigadores y parientes en mitad de una situación cruenta. Pero a la vez, reflexionó sobre la forma en que la violencia se distorsiona al convertirse en espectáculo amarillista. La serie de crímenes tuvo una considerable repercusión y devolvió el rostro de las tres adolescentes desaparecidas al centro de atención de España.
¿Es ese el principal motor del éxito de los true crime?; la mayoría de las veces, el género es un recorrido de memoria y pulso social. También, es una forma de comprender de primera mano lo ocurrido en casos de especial relevancia. Red privada: ¿Quién mató a Manuel Buendía?, documental estrenado este año, causó conmoción en México por ese motivo. Con una detallada mirada al crimen del periodista asesinado en 1984, también especula sobre el poder y la corrupción en México. La combinación brinda una nueva perspectiva a un asesinato que conmocionó al país, además de un recorrido responsable por sus puntos más oscuros.
¿En que radica el interés incombustible del público por programas semejantes?; podría achacarse solo al morbo o a la curiosidad retorcida, incluso a la necesidad de analizar por cuenta propia caso de considerable repercusión. Pero en realidad, hay raíces mucho más profundas e intrigantes en el éxito de los programas del género. Las series de crímenes no son solo un recorrido por la naturaleza oscura del hombre. También, por lo que provoca circunstancias brutales que resultan inexplicables a buena parte de la audiencia. Entre ambas cosas, las series de crímenes brillan por su capacidad para resumir un recorrido incómodo por la violencia y sus consecuencias.
Una chica perdida y un asesinato imperdonable
Con frecuencia, las series de crímenes de Netflix también exploran la cultura pop en su reverso oscuro. Escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil (2021) reconstruyó un misterio viral y demostró su cualidad de tragedia. La docuserie, que recorrió los momentos más resaltantes de un caso que sacudió a internet, también se convirtió en un llamado de atención. Con su recorrido por las evidencias públicas, pero también una mirada realista al caso, se enfrentó a la idea sobre las teorías conspiranoicas.
Elisa Lam desapareció el El 31 de enero de 2013, sin otro indicio de un video con imágenes inexplicables. Su cuerpo apareció el 19 de febrero, en las instalaciones del Hotel Cecil. La combinación entre el tenebroso pasado del establecimiento y los confusos indicios sobre un crimen no resuelto, convirtieron al caso en emblemático. No obstante, lo que por más de cinco años fue considerado un misterio fue desmontado por las series de crímenes de Netflix. A través de todo tipo de entrevistas, investigaciones y profundización de evidencia, el caso Lam finalmente logró resolverse. O mejor dicho, el público tuvo acceso a la verdad oficial y mucho más pragmática sobre el caso.
¿Es ese el objetivo de las series de crímenes? Al menos para Netflix, el género se ha convertido en un recorrido por espacios oscuros de la justicia. Making a Murderer, con dos temporadas a cuestas, es uno de los ejemplos más brillantes de la premisa. La docuserie profundiza, reflexiona e investiga sobre crímenes desde un punto de vista nuevo. En especial, los errores del sistema legal norteamericano. Eso le ha brindado la oportunidad de reconstruir y brindar a casos en apariencia cerrados, un ángulo nuevo y oportuno.
'¿Dónde está Marta?', una serie de crímenes basada en un viejo caso
El 5 de noviembre de este año se estrenó en Netflix ¿Dónde está Marta?, la serie de crímenes que repasa la desaparición en Sevilla de Marta del Castillo. El caso, que se volvió una obsesión nacional en España en el año 2009, sigue siendo un controvertido enigma sin respuesta. En especial, por las contradicciones que rodean al trágico suceso y al hecho de que el cuerpo de Marta sigue sin aparecer.
La docuserie logró demostrar errores de proceso e investigación que incluso abrieron un filón nuevo en la investigación. Pero más que eso, demostró el poder real de las series de crímenes. El programa causó un impacto lo suficientemente profundo en España como para debatir sobre el destino final de la víctima desde un nuevo punto de vista. Además, consiguió analizar la historia a profundidad y fuera de la insistente mirada pública.
Suele ser uno de los efectos más habituales de las series de crímenes: la mayoría reaviva discusiones y posturas acerca de crímenes violentos. Pero también pone el acento en la forma en que se analizan y se reflexiona sobre cada uno de ellos. En el caso de Marta Del Castillo logró que toda la circunstancia que rodeó al crimen sean profundizados por una nueva generación. ¿Se trata entonces de las series de crímenes son una forma de memoria colectiva?
Un hombre misterioso que mataba con ferocidad
La anterior parece ser la pregunta que podría definir al impacto de El asesino del impermeable: A la caza de un depredador en Corea. La historia de cómo se logró capturar al primer asesino en serie surcoreano desconcertó a la audiencia. Pero también abrió una ventana para comprender a la sociedad del país desde un ángulo distinto.
La cultura de Corea del Sur se convirtió en una obsesión mundial gracias a Parásitos (2019) de Bong Joon — ho y la serie El juego del calamar (2021). El programa brinda respuestas acerca de la conocida desigualdad social, la pobreza y el resentimiento cultural que el cine y la televisión han mostrado a detalle. Con una mirada escrupulosa sobre el asesino, pero también de su contexto, la serie se convirtió en un reflejo de la curiosidad mundial sobre el país.
De modo que uno de los motivos más evidentes para el éxito de las series de crímenes es el cuestionamiento sobre por qué ocurren los crímenes violentos. ¿Quién y por qué los comete? ¿De qué forma se emparenta la sociedad a sus criminales?
Series de crímenes con un asesino inesperado
De hecho, la serie de crímenes El motivo juega con ese punto de vista y convierte la historia que narra en una dolorosa incógnita. El argumento, que relata la historia de un asesino de 13 años que en 1986 masacró a su familia, no ofrece respuestas sobre sus motivaciones. En lugar de eso, especula con una honestidad casi incómoda, sobre la posibilidad que, en ocasiones, la violencia no tiene respuestas.
O al menos no respuestas sencillas y mucho menos evidentes. En realidad, El motivo está más interesado en demostrar el hecho que cualquiera puede ser un asesino. Su recorrido paso a paso por la psicología de un criminal espontáneo que jamás volvió a cometer un crimen, sobresalta por su crudeza.
Y esa brutalidad sincera es lo que emparenta con las series de crímenes con la audiencia. Esta vez no son las víctimas o sus parientes, las que narran los hechos criminales, sino investigadores y fiscales. Pero el cuestionamiento sobre la violencia y la oscuridad de los hombres es el mismo.
¿Qué hace que un asesino lo sea? ¿Qué provoca que el derramamiento brutal de la sangre?; Se trata de preguntas incómodas que es inevitable formularse con relativa frecuencia. Las series de crímenes, con toda su poderosa mirada al tema, intentan brindar una respuesta concreta.