Hay veces que uno no puede sino preguntarse de dónde demonios surge la idea para algún proyecto cinematográfico. El ejército de los ladrones (Matthias Schweighöfer, 2021), recientemente lanzado en Netflix, es una de ellas porque proviene de El ejército de los muertos (Zack Snyder, 2021) y, tratándose de dos películas tan diferentes en el asunto que abordan y su estilo narrativo, uno se encoje de hombros por la incomprensión.
El director alemán y actor protagonista del nuevo filme encarnó a Ludwig Dieter en el del estadounidense, de modo que esta historia sirve de precuela y relato de origen sobre su personaje. Como cineasta, ha dirigido otras cuatro con Torsten Künstler: Todo un hombre (2011), Rupturas por encargo (2013), Joy of Fatherhood (2014) y The Manny (2015); y con Bernhard Jasper, los doce episodios de You Are Wanted (Hanno Hackfort, Bob Konrad y Richard Kropf, 2017-2018).
Pero la primera película en la que puede haberle reconocido un público internacional es la horrorosa Miedo punto com (William Malone, 2002) como Dieter Schrader, y después tenemos a su teniente Harber en Valkiria (Bryan Singer, 2008), al Pavel Sonin de Kursk (Thomas Vinterberg, 2018) o a Barbie en Resistencia (Jonathan Jakubowicz, 2020). Nada muy relevante pese a que Matthias Schweighöfer ha sido galardonado más de una docena de veces en su país por sus interpretaciones.
La ligereza de ‘El ejército de los ladrones’
El tono y la planificación visual de El ejército de los ladrones se muestran completamente distintos al que elabora en la otra película Zack Snyder, que de por sí ya cuenta con sus propios modales. Es ligero y festivo sin llegar a lo histriónico, igual que el propio personaje protagonista. La cámara se mueve lo suyo, el montaje de Alexander Berner (El caso Sloane) no permite distracciones y la banda sonora electrónica que han compuesto Steve Mazzaro (El bebé jefazo) y Hans Zimmer (Hannibal) empuja hacia el mismo objetivo estilístico.
Se trata, por otra parte, de un ejercicio genérico en toda regla, con las secuencias explicativas de los planes y una voz en off, que podría agradar a los espectadores a los que les guste la saga de Ocean’s Eleven (Steven Soderberg, Gary Ross, 2001-2018). Si son conscientes de que está por debajo de su nivel de virtuosismo, por supuesto. Y, no obstante, el guionista Shay Hatten (John Wick 3: Parabellum), que repite tras el filme anterior, incluye no pocos guiños y algunas escenas para contentar a los amantes de los apocalipsis zombis en Netflix.
Un pasatiempo sin pretensiones
Hay entusiasmo en la actuación de Matthias Schweighöfer como Ludwig Dieter, pero el mayor problema de El ejército de los ladrones es que el personaje no resultaba llamativo en El ejército de los muertos ni lo resulta ahora en la precuela. El carisma cómico que se le pretende es nulo, no por indefinido sino por falta de ingenio en la construcción de su personalidad y de sus ridiculeces.
Sus compañeros de reparto le secundan bien, sin desgana ni lucirse mucho, desde Nathalie Emmanuel (Juego de tronos) y Ruby O. Fee (Womb) en la piel de Gwendoline Starr y Korina Domínguez, pasando por Stuart Martin (Los Medici, señores de Florencia) y Guz Khan (Cuatro bodas y un funeral) como Brad Cage y Rolph, hasta Jonathan Cohen (O tres o ninguno) y Noémie Nakai (Hacia la luz) dando vida a Delacroix y Beatrix. Y una mención especial merece Christian Steyer como Hans Wagner por su papel tan parecido al de su relojero Heinrich Gustav Tannhaus en la imperdible Dark (Baran bo Odar y Jantje Friese, 2017-2020).
En definitiva, la vivaracha factura de El ejército de los ladrones, su falta de quebraderos de cabeza, inverosimilitudes que la condenen e incluso de los momentos desagradables típicos en el género de su predecesora de Zack Snyder la convierten en una propuesta entretenida y con pocas pretensiones de Matthias Schweighöfer. Uno la ve tranquilamente en Netflix y, a los días, no se acordará de ella. Y con eso basta.