La grasa de la leche es una gran demonizada. Siguen siendo muchas las personas que piensan que una dieta sana solo puede incluir leche o yogures desnatados y que las opciones enteras engordan más y acarrean más problemas de salud. Sin embargo, cada vez son más los estudios que se oponen a esta creencia. El último de ellos, publicado recientemente en PLoS Medicine, no solo niega que la grasa de la leche sea peligrosa. También le encuentra ciertas ventajas.

Concretamente, comprobaron que, en la población analizada, se dio una menor cantidad de casos de enfermedad cardiovascular entre quienes tomaban lácteos no desnatados con regularidad.

Esto no significa necesariamente que todo el beneficio en estas personas se deba a la grasa de la leche. También podría asociarse a otros hábitos de su vida. Sin embargo, lo que sí parece demostrado, según explican sus autores en un comunicado, es que tampoco causa los perjuicios que se le han atribuido tradicionalmente. 

La grasa de la leche también tiene sus ventajas

En realidad, antes de que se llevara a cabo este estudio, ya había otros trabajos que contradecían esa antigua demonización de la grasa de la leche.

Las vitaminas A y D son liposolubles; por lo que, a más grasa, más vitaminas

Algunos señalan que la cantidad de colesterol que aporta es mínima y que, además, sí que supone algunos beneficios. Por ejemplo, las vitaminas A y D, ambas presentes en la leche, son liposolubles. Esto significa que se encuentran disueltas en la grasa y que, por lo tanto, a más grasa, más vitaminas.

Este es sin duda un punto muy positivo. Pero no el único. Por causas lógicas, también sabemos que la leche entera, o incluso la semidesnatada, es mucho más saciante que la desnatada. Por eso, aunque durante muchos años se ha pensado lo contrario, puede ser mejor para personas que buscan adelgazar. Es posible que necesitemos dos yogures desnatados para saciarnos o que poco después de comernos uno ya tengamos hambre otra vez y acabemos picando cualquier cosa. Sin embargo, si tomamos uno entero, estaremos saciados más tiempo y evitaremos comer más.

De hecho, en 2005 se publicó un estudio en el que se demostraba que los adolescentes que tomaban leche desnatada tendían a engordar más. 

¿Qué dice este nuevo estudio?

Uno de los inconvenientes de la mayoría de estudios dirigidos a evaluar los efectos de la grasa de la leche es que se suelen basar en datos autoinformados. Es decir, se pregunta a los participantes sobre los lácteos que consumen regularmente. Y esto puede conducir a error, ya que tenemos estos alimentos tan interiorizados en nuestra dieta que al listarlos podemos olvidarnos alguno.

Una de las ventajas de este estudio es que no se realizó con datos autoinformados

Por eso, los autores de este nuevo estudio no preguntaron a los participantes. Lo que hicieron fue tomar muestras de sangre de 4.150 suecos de unos 60 años de edad y analizar la cantidad de ácidos grasos típicos de la leche que había en ella. Así, podían hacerse una idea sobre su consumo de lácteos enteros y compararlo con la probabilidad de sufrir una enfermedad  cardiovascular. Para esto último, hicieron un seguimiento de los participantes durante los 16 años posteriores, anotando aquellos que sufrieron algún infarto, accidente cerebrovascular o cualquier otro problema circulatorio grave.

Tras ajustar otros factores de riesgo de estas patologías, como la edad, los ingresos, el estilo de vida u otras enfermedades relacionadas, se comprobó que aquellos que solían tomar más productos enteros o semidesnatados sufrieron menos casos de enfermedad cardiovascular, en comparación con los que evitaban la grasa de la leche.

No te obsesiones con los yogures desnatados

Este estudio no significa que la grasa de la leche sea cardioprotectora. Lo que indica es que no es ese enemigo que durante tantos años hemos intentado evitar y que, por lo tanto, puede estar perfectamente dentro de una dieta saludable.

Es más importante evitar los yogures azucarados que los yogures desnatados

El problema es que, como viene siendo habitual, ponemos el foco donde no es. Por ejemplo, la clave no está en elegir yogures desnatados por encima de los enteros. Está en elegir yogures sin azucarar por encima de los azucarados. O yogur en vez de mantequilla, por ejemplo. De hecho, el yogur, como el resto de alimentos a base de leche fermentada, aporta un gran número de beneficios que no deberíamos dejar de lado. Los yogures desnatados también, claro, pero estaremos retirando una sustancia que no es necesario eliminar. 

Ahora bien, estos estudios también pueden llevarnos a hacernos otra pregunta: si la grasa de la leche no es mala, e incluso puede acarrear beneficios, ¿qué pasa con los veganos? Ellos no toman leche, sino bebidas vegetales, como la de soja o la de avena. ¿Es esto negativo para ellos? La respuesta, claramente, es que no. La grasa de la leche no es mala, e incluso puede conllevar beneficios. No obstante, existen otras muchas grasas saludables. Por ejemplo, las grasas vegetales presentes en  los frutos secos o el aceite de oliva.

En definitiva, si queremos comer yogures desnatados, porque el sabor de los enteros nos parezca demasiado intenso o algo similar, no hay problema. Pero no lo hagamos por esa vieja batalla contra la grasa de la leche, pues cada vez parece más claro que ha sido una guerra innecesaria. Como tantas otras guerras.

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