Todos nos hemos preguntado alguna vez si la leche entera es adecuada para su consumo regular o si, por el contrario, es más sana la desnatada. No solo por la leche como tal, sino por los productos lácteos, como los yogures, que también tienen una versión entera y otra desnatada.
Durante años ha existido la creencia de que lo desnatado es mejor, sobre todo si buscamos adelgazar. También si estamos intentando controlar nuestro niveles de colesterol en la sangre.
Sin embargo, cada vez son más los especialistas que aconsejan optar por los yogures o la leche entera, por varias razones. Veamos cuáles son estas exactamente.
¿Qué es leche entera?
Antes de hablar de la demonización de la leche entera y de su posterior subida desde los infiernos, es importante tener claro qué es exactamente.
Para que una leche se considere entera, debe tener al menos un 3,50% (m/m) de materia grasa. La semidesnatada, en cambio, tiene entre un 1’50% (m/m) y un 1’80% (m/m). Y, para terminar, la leche desnatada cuenta con menos de un 0,50% (m/m) de materia grasa.
Para obtener cada una de ellas, en la industria alimentaria se le quita toda la nata y luego se le añade una cantidad adecuada a la opción que se quiera obtener. Pero, lógicamente, todas tienen un mismo origen. Ya sabemos qué es la leche entera. Veamos ahora si es mejor o peor que el resto.
Muchos más beneficios de los que pensábamos
Tradicionalmente, la leche entera se ha desaconsejado para personas con problemas de colesterol o de obesidad.
Sin embargo, a día de hoy sabemos que su influencia sobre el colesterol total es mínima y que, además, cuenta con otras ventajas que no tienen el resto: su contenido en vitaminas.
Las vitaminas, en general, pueden ser liposolubles o hidrosoluble, según si tienen afinidad por disolverse en las grasas o en el agua. La vitamina C y las del grupo B son ejemplos de hidrosolubles, mientras que la D y la A son liposolubles. Estas últimas se encuentran presentes en la leche. Por eso, cuanta más grasa tenga esta mayor será su contenido en vitaminas, pues es ahí donde se encuentran en mayor cantidad.
Por otro lado, el sabor y la saciedad son otros dos factores que hacen de la leche entera una gran opción por encima de la leche desnatada o la semidesnatada.
Y es que, precisamente por el hecho de tener más grasa, sacia más. Si lo traducimos, por ejemplo, a un yogur, uno normal nos saciará mucho más que uno desnatado. Por eso, añadir yogures desnatados a una dieta de adelgazamiento es bastante contraproducente.
En cuanto al sabor, la leche entera tiene más cuerpo y, por lo tanto, resulta más sabrosa al gusto. Es más probable que alguien se acostumbre a tomarla sola si es esta su opción. En cambio, si opta por la leche desnatada, es más probable que quiera añadirle azúcar o cacao en polvo para darle algo más de sabor.
De hecho, en un estudio de 2005 en el que se analizaba cómo afecta el consumo de leche al peso de los adolescentes, se comprobó que los que tomaban desnatada tendían a engordar más. Otra cosa diferente es que forme parte de una dieta saludable, con mucha fruta y verdura, y un estilo de vida activo, con práctica regular de ejercicio. Una persona en esta situación sí que adelgazará, pero no precisamente por la leche desnatada.
Por supuesto, si hay alguna enfermedad cardiovascular, deberá ser un especialista el que nos aconseje cuál es la mejor leche para nosotros. Si no, ya es hora de dejar de demonizar la leche entera. No es menos saludable que el resto y tiene ventajas que estas no tienen.