Hace no demasiados años la “leche” de soja se concebía como algo exótico, que casi nadie había probado nunca. Sin embargo, con el paso del tiempo cada vez más personas empezaron a introducirla en su dieta y poco a poco fueron haciéndose habituales en los supermercados otras opciones, como las bebidas a base de avena, arroz o almendras. Más tarde, en junio de 2017, la justicia europea dictaminaba que no podrían calificarse como “leche”, por ser esta una denominación dirigida a los productos de origen animal. Sin embargo, esto no afectó de ningún modo a su consumo.
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A día de hoy siguen siendo la alternativa predilecta a la leche de personas que no pueden tomarla, ya sea por algún tipo de alergia o intolerancia o por el mantenimiento de una dieta vegana. ¿Pero qué pasa con los niños y los bebés? ¿Pueden ellos consumirlas sin que esto suponga un riesgo para su salud? Esta es una pregunta con una contestación compleja, en la que intervienen muchos factores.
Durante el primer año, nada de alternativas vegetales
Tanto la Organización Mundial de la Salud como la mayoría de asociaciones de pediatría, incluidas la americana y la española, recomiendan la lactancia materna de forma exclusiva hasta los seis meses de edad y complementaria hasta los dos años, o incluso después si el niño y la madre lo desean. Sin embargo, algunas mujeres no pueden amamantar a sus hijos, ya sea por problemas de salud o por decisión personal. En esos casos, como cuenta a Hipertextual la doctora Elena Blanco Iglesias, pediatra y autora del blog Dos Pediatras en Casa junto al doctor Gonzalo Oñoro, los bebés deben tomar las conocidas como leches de inicio o tipo 1:
“Se trata de leches adaptadas a la madurez intestinal de los bebés, que tratan de ser lo más parecidas a la leche materna. Están fabricadas a base de modificaciones de leche de vaca o de oveja. Para ello, lo que hacen las empresas que se dedican su producción es, a través del proceso de fabricación, modificar esa leche de vaca o de oveja para que esté adaptada a lo que un niño menor de 6 meses es capaz de tomar. Finalmente se obtiene un producto cuyo perfil nutricional es lo más parecido posible a la leche materna”.
Una vez pasados los seis primeros meses, llegaría el momento de seguir con la lactancia materna a demanda e ir introduciendo poco a poco otros alimentos, ya que solo la leche no sería suficiente para cubrir las nuevas necesidades nutricionales del niño. Para estos casos, a partir de los seis meses de edad, también existe un tipo de leche artificial, conocida como leche de continuación o tipo 2, que se adapta a esos nuevos requerimientos. Ahora bien, ¿se puede empezar ya a partir del sexto mes con la leche de soja o alguna otra bebida vegetal? “Las bebidas vegetales no son una opción como alternativa a la leche materna durante el primer año de vida ya que no están diseñadas para cubrir las necesidades nutricionales de los niños de estas edades”, explica la doctora Blanco. “En algunos casos muy concretos de intolerancia a proteínas de leche de vaca y siempre bajo indicación de su pediatra podrían ser una alternativa a partir del año de vida”.
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Un caso aparte, como cuenta a este medio el pediatra y autor del blog Tú eliges lo que comes Carlos Casabona, es el de las leches de fórmula de soja para bebés menores de un año, que no deben confundirse con las bebidas de soja de venta en supermercados:
"La leche de fórmula de soja para bebés, de venta en farmacias y recetada por el dietista-nutricionista o el pediatra, sería una opción en los casos en los que la familia no dé ni lactancia materna ni quiera dar fórmula basada en la leche de vaca como son la mayoría de leches de fórmula infantiles".
El problema de no tener una composición establecida
El mayor inconveniente de estas bebidas vegetales es que no están reguladas, al contrario que las leches de inicio y continuación. “La legislación actual establece unos límites de cómo deben ser las leches de inicio y de continuación. Sin embargo, esta legislación no existe para las bebidas vegetales, por lo que tienen perfiles nutricionales muy diferentes al compararlas tanto con las fórmulas artificiales como con las distintas bebidas vegetales disponibles en el mercado”, expone la pediatra. Además, añade que a menudo los padres piensan que todas las bebidas vegetales son iguales, sin tener en cuenta que su composición es muy diferente según de cuál se trate. Por ejemplo, las bebidas de almendras o arroz son ricas en hidratos de carbono, mientras que las de soja tienen un mayor contenido en proteínas si se comparan con la leche de vaca. Pero si hay algo que la mayoría de ellas tienen en común es el alto contenido en azúcar que suelen tener, en busca de una mejora de su sabor. Por eso, alimentar con ella a los niños puede suponer administrarles un exceso de esta sustancia.
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Otro factor importante a la hora de considerar si se debe dar estas bebidas a los niños es la necesidad de buscar fuentes de calcio. Muchos padres temen dar leche a los niños, por bulos como que provoca más mocos o la típica creencia de que no es bueno hacerlo, porque el ser humano es el único animal que sigue tomando leche después de la lactancia. Sin embargo, nada de eso es correcto y, además, no se debe olvidar que se trata de un alimento con un altísimo contenido en calcio, muy necesario tanto para niños como para adultos. Así, los padres que finalmente decidan dar bebidas vegetales a sus hijos deben tener en cuenta que se les priva de una de las principales fuentes de calcio que se les suele ofrecer (con medio litro al día tendría prácticamente cubierta la necesidad de este nutriente). Por eso, se debe recurrir a otras fuentes ricas en él, como las espinacas, el tofu, los frutos secos o las legumbres. En cuanto a la bebida vegetal que deberían elegir, las que mayor contenido de calcio tienen son las de soja y las de almendra. Por otro lado, como también añade en su canal de youtube Mi dieta cojea el nutricionista Aitor Sánchez, para que se considere una opción adecuada, para cualquier edad, se debería elegir una opción que tenga al menos un 8% de materia prima (soja, arroz, almendra, etc).
Por otra parte, la Sociedad Europea de Gastroenterología Pediátrica, Hepatología y Nutrición (ESPGHAN, por sus siglas en inglés) hace una recomendación algo diferente en sus recomendaciones sobre fórmulas infantiles, ya que asegura que, si bien no hay necesidad de ingesta rutinaria de bebidas vegetales entre el año y los 3 años de vida, sí que podría recomendarse como estrategia para incrementar el consumo de hierro, vitamina D y ácidos omega tres en comparación con la leche de vaca. Sin embargo, como señala la doctora Blanco, esta es una afirmación que debe “cogerse con pinzas”, ya que un niño que recibe una alimentación sana y variada y toma leche de vaca no necesitaría estos aportes extra de nutrientes, ya que los obtendría directamente en la dieta.
¿Perjuicios a largo plazo?
Recientemente se publicaba en la revista Human Reproduction un estudio en el que, tras analizar los casos de 1.553 mujeres estadounidenses, con edades comprendidas entre los 23 y los 35 años, se concluía que aquellas que fueron alimentadas siendo bebés con leche de soja tenían una mayor probabilidad de desarrollar dolores menstruales intensos durante su etapa adulta. Esto no se trasladaría a otras bebidas vegetales; ya que, según los autores del estudio, podría deberse a la presencia en la soja de un fitoestrógeno, llamado genisteína, que interferiría en el desarrollo del sistema reproductivo. ¿Pero pueden producirse otros efectos a largo plazo en niños que toman estas alternativas a la leche? Ante esta pregunta, la doctora de Dos Pediatras en Casa relata algunos casos concretos:
“Conozco casos concretos en los que los padres han dado, por ejemplo, bebida de soja en grandes cantidades a sus hijos pensando que era muy sana y al final estaban realizando una dieta hiperproteica, que puede tener consecuencias a corto y largo plazo. Algo similar ocurría con padres que daban bebidas de arroz a sus hijos, a la vez que les proporcionaban una alimentación sin casi proteínas. En estos casos terminan cayendo en dietas hipoproteicas, también con consecuencias a corto y largo plazo. Al contrario, lo bueno que tiene la leche de vaca es que es un alimento equilibrado si se toma en cantidades moderadas, por lo que se evitan estos problemas”.
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Por lo tanto, a partir de cierta edad y siguiendo las directrices adecuadas, los niños pueden tomar algunas bebidas vegetal en sustitución de la leche. Sin embargo, no se debe olvidar que durante su primer año tienen una serie de requerimientos nutricionales que estos productos no pueden aportar. Todo a su tiempo.