Muchas líneas se han escrito sobre lo que supuso Silicon Valley para el mundo, muchas más sobre cómo se podía exportar el modelo de éxito. Otras tantas sobre cómo las empresas nativas de la región habían conquistado Europa, pero no tanto la complejidad de China. Y alguna más sobre cómo las tecnológicas foráneas podían llegar a la cuna del dinero, las startups y los empresarios de éxito. Mar Hershenson, inversora de Silicon Valley, llegó desde Barcelona al Valle del Silicio allá por 1995. Casi con el internet en la maleta, se podría decir que es de las primeras españolas que, por cuestiones del azar, comenzó en el mundo de las startups donde más tecnológicas hay por metro cuadrado, para luego pasarse al sector de las inversiones.

El apellido no es muy del sur de los Pirineos, cierto. Pero es que Mar se adaptó a una de las costumbres más anglosajonas: adoptar el apellido del marido. Con estudios, empresas, fondos y familia en Estados Unidos, Mar ya es una más de Silicon Valley.

No iba para emprender, el objetivo era hacer un doctorado en la Universidad de Stanford relacionado con el sector de la ingeniería de telecomunicaciones. Sin embargo, sus compañeros de clase eran Serguéi Brin y Larry Page. Los mismos que 3 años más tarde fundasen Google. También pasaba por allí el fundador de Yahoo justo en los albores de su tecnológica. "Estuve en el medio de todo sin saberlo", explica Hershenson a Hipertextual. Y eso influye. Al terminar el doctorado en el 99 y con plaza de docente en la Carnegie Mellon, había tanta fiebre de startups que comenzó una a partir de su tesis. "Porque la gente abría startups como en España se abren bares, estamos en el ecosistema y todo el mundo está hablando del tema", apunta.

Un fracaso y dos éxitos, el salto previo a las inversiones en Silicon Valley

No iba para emprender, pero le cogió gusto al asunto. Comenzó con la secuela de su tesis; una empresa de fabricación de semiconductores, los análogos a los actuales que viven en permanente crisis de escasez. Como muchas empresas dedicadas a la fabricación del hardware, su primer intento fracasó. Y en este punto, Mar es una convencida de la filosofía del fracaso made in USA. "Fracasó, pero fue un éxito como aprendizaje. Es raro el empresario de éxito que no ha tenido una primera empresa que no le ha funcionado. Y esa es una diferencia que tenemos con otros lugares: nos gustan los empresarios que han tenido una primera idea que no les ha funcionado porque así ha aprendido de la lección", apunta.

Lección aprendida. Para la segunda ronda de emprendimiento se dedicó al software. Infraestructura para los fabricantes de semiconductores, una spin-off de su propia spin-off. La tercera empresa, que terminó siendo comprada por Yahoo, se salía de la norma: era un e-commerce de software para creadores de páginas web.

"Esto evolucionó de mi tesis a cosas que no tenían que ver con mi tésis y ahora lo que hago poco tiene que ver con ella".

Mar Hershenson

Montar un fondo en un lugar donde nace el dinero, why not?

Silicon Valley
Foto por Ryan en Unsplash

Tras el tercer emprendimiento, llegó el turno de montar un fondo de inversión para startups. "Uno de los inversores me dijo de hacer un fondo con él y así nació Pear hace 8 años", explica. Algo que, en verdad, también nacía como un modelo de startup: "Empezamos sin tener mucha idea y ahora hemos crecido".

Y la suerte estuvo de su parte. Como cualquier fondo que invierte en capital semilla, lograr la inversión para su primera cartera de startups fue complicado. Las siguientes no tanto. En parte, porque lograron éxitos en su primera selección. Tuvieron ojo para encontrar a Doordash y Guardant Health, dos empresas que años después se conviertieron en dos operaciones más que rentables. Pero que en el proceso han levantado rondas de financiación millonarias.

Esas dos operaciones, entre otras muchas, les han valido como carta de presentación para las que vinieron después. Ahora, convencer a fondos, familias, universidades, muy acostumbrados a tener exposición al VC, es mucho más sencillo.

8 años de cambio en los VC

Las cosas han cambiado durante estos 8 años, incluso en el lugar donde hay dinero en cada esquina. El mundo de las startups ha evolucionado, también en Silicon Valley. Y, por supuesto para los fondos, que ahora buscan más allá de las cálidas costas de la región y se han embarcado en una búsqueda mundial.

También ha cambiado la forma de encontrar esos éxitos. Al principio miraba más al equipo que al mercado, "ahora es al revés", explica Mar. "Hay muchas cualidades que miras en el fundador –que sepa lo que hace, que tenga liderazgo, que piense lo que hace–, pero mirar al mercado es para mí es lo más importante". Y aun así, la intuición a veces falla.

Otras no. Hay éxitos que se huelen. "Hay algunas veces que vienen empresas y les doy lo que sea porque se ve el éxito, no siempre tenemos razón, pero muchas veces sí". El objetivo de éxito para Pear, en este caso, es que la empresa tenga la misión de hacer un mundo mejor y crear empleo. Cuantos más mejor.

La complicada cuestión del empleo

Pero es precisamente el tema del empleo uno de los puntos más espinosos del panorama tecnológico actual. Junto con el de los impuestos, la industria tecnológica se ha enfrentado a dos de los pilares más enraizados de Europa. Y ahora también en Estados Unidos.

El mundo sigue en esa investigación mientras se analiza el concepto mismo de trabajo y derechos laborales

Comenzando con la cultura del "todo vale", el empleo de Uber, Lyft o el conjunto de la llamada nueva economía se expandió por el mundo para ahora cuestionarse y replegar velas. Deliveroo, Glovo o Uber Eats con sus riders son una evidencia de ello aquí en España. Para Mar, esta evolución y cambio es un ciclo natural que sigue el mismo curso que otras revoluciones anteriores. Una primera etapa alejada del trabajador que luego se aposentó para cubrir también sus intereses.

¿Cuándo se llegará a ese punto de equilibrio en la revolución actual? Ese es un debate que aún está por verse en una evolución que aún está analizando sus cambios y posibilidades. ¿Cuándo de sí puede dar el sector tecnológico? ¿La inmediatez –como los servicios de reparto a domicilio– tendrá una curva de vida y muerte? El mundo sigue en esa investigación mientras se analiza el concepto mismo de trabajo y derechos laborales.

A golpe de campana en Silicon Valley

Salidas a bolsa empresas de Silicon Valley
Foto por Patrick Weissenberger en Unsplash

Hace unos días era Duolingo la que se postulaba a salir a bolsa, y hace dos Didi se estrenaba en los mercados públicos por todo lo alto. Robinhood, tras su debate con las cotizaciones populares, también se postulaba. Antes que ellos, Deliveroo se estrenaba en los mercados británicos sin demasiado éxito. La lista es cada día más larga y las preguntas sobre la viabilidad del sector tecnológico también.

"No es como en el dotcom, las salidas a bolsa son más realistas"

La verdad que lo que ha cambiado en bolsa en los últimos años es el precio: "Antes eran 500 millones y ahora 50.ooo millones de precio de salida", analiza la inversora. "Se habla de que los precios están por encima de la realidad, pero es que estas empresas tienen un montón de dinero y están creciendo muy rápido. No es como en el dotcom, las salidas a bolsa son más realistas", añade.

Otra cuestión son las SPAC. Hasta las tecnológicas españolas se han sumado a esta tendencia que ya suma más de 400 operaciones en proceso. Wallbox ha sido la primera empresa local en unirse a este modelo de cotización. Ese que ya probase Virgin Galactic, ahora a punto de realizar su primer vuelo espacial comercial, la polémica Nikola, Wework, Rocket Lab o 23andMe Drafkings entre otras. Para Mar, "esta herramienta dará de qué hablar". No está claro si para bien o para mal.

"Es una inversión inicial y tienen mucho riesgo, no hay beneficio. Tienes que tener un poco más de sentido común para saber lo que estás comprando. Pero con todo, los fondos que están en el sector se están haciendo de oro".

Mar Hershenson

Filosofía Valley: exportable o irrepetible

China, éxito de startups
Foto por Li Yang en Unsplash

Silicon Valley existe desde antes de que el mundo pensase que un ordenador podría cambiarnos la vida. Apple, Intel o HP fueron las pioneras en esa internacionalización. El dotcom lo puso todo patas arriba. "El espíritu de Silicon Valley se hizo más popular fuera de la región e incluso fuera de Estados Unidos". Desde entonces, el mundo ha estado intentando replicar su éxito sin muchos réditos. Hay grandes tecnológicas fuera de la región, por supuesto, pero nada comparable. "Tener referentes ayuda bastante y aquí estás rodeado de casos de éxito; si estudias en Standford, todos los días hay charlas de empresarios con éxito y al final crees que tú también puedes hacerlo", explica Mar. También su optimismo intrínseco ayuda.

Hasta la llegada de China. Solo un lugar en el mundo ha podido replicar el éxito de Silicon Valley y ese lugar es, por supuesto, China. Pero no copiando, como venía siendo habitual en sus costumbres, sino haciéndolo a su manera.

"Ellos han innovado. Tienen aplicaciones más avanzadas de lo que tenemos aquí y en Europa. Es un mercado enorme, con mucha población. En ese contexto las empresas crecen rápido. Y la población es joven. Su forma de cultura y gobierno influye, pero tienen mucho hambre de innovar".

Mar Hershenson

Si le sumamos la ventaja de que son pocas las tecnológicas extranjeras que han trascendido en la cultura china, el país asiático es de lejos la primera potencia en todos los sentidos. Y no solo por los vídeos de TikTok que ya tenemos por costumbre.

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