Acostumbramos a suponer que uno de los requisitos para que se considere al menos admisible una saga cinematográfica como tal es que, en una película tras otra de Fast and Furious por ejemplo, se mantenga claramente fiel a su propio espíritu y a sus ingredientes narrativos.
Pero si hablamos de la protagonizada en gran parte por Vin Diesel (Salvar al soldado Ryan) como Dominic Toretto, esta afirmación común resulta problemática en cierto sentido porque, a partir de la cuarta entrega, cambió para bien.
Si el primer filme (Rob Cohen, 2001), el segundo (John Singleton, 2003) y el tercero (Justin Lin, 2006) no son más que tres deslavazadas historias de acción motorizada que apuntan en todito al bajo vientre y no por encima de los hombros, las otras seis se revelan como unos aparatosos espectáculos de género, disfrutables en mayor medida con su sencilla dignidad.
De lo insustancial a la desmesura más asombrosa
Fast and Furious ha pasado de proponernos tramas vulgares sobre delincuentes de poca monta, carreritas y persecuciones que bah, carne juvenil en bikini y música ratonera, sin aliciente alguno, a tomarse muy en serio las secuencias múltiples de acción y las coreografías de lucha, desmesurándolas tantísimo como el alcance de sus peripecias.
Todo esto último es así en las películas cuatro, cinco y seis (Lin, 2009, 2011, 2013), en la siete (James Wan, 2015) y la ocho (F. Gary Gray, 2017), en el primer spin-off, la divertida Hobbs and Shaw (David Leitch, 2019), y en la recién estrenada Fast and Furious 9 (Lin, 2021). Los héroes, los personajes ambiguos y los villanos siguen conduciendo vehículos a lo loco y tan macarras y elementales como siempre; pero la franquicia de Universal se ha redimensionado de tal forma que se ha convertido en algo muy diferente a lo que era al comienzo.
No obstante, tampoco debemos equivocarnos porque, desde la cuarta hasta Fast and Furious 9, los guiones continúan siendo tan simples como la maquinaria de un chupete. Pero más aceptables debido a que los guionistas se han visto arrastrados por la exigencia de ofrecer unas aventuras colosales de acción; y para eso hay que estrujarse un poco más la sesera. Si bien no mucho según el resultado, cuidadín.
Media saga de ‘Fast and Furious’ para Justin Lin
Esta simplicidad cuadra a la perfección con el escaso talento del cineasta taiwanés Justin Lin, que se ha ocupado de cinco pelis de Fast and Furious hasta ahora. Su ópera prima, Shopping for Fangs (1997), correalizada con Quentin Lee, es imposible de encontrar; pero basta zamparse la insulsa Better Luck Tomorrow (2002), la tópica El desafío (2005) y el fallido falso documental cómico Finishing the Game: The Search for a New Bruce Lee (2007) para no tener dudas de ello.
El peñazo de The Fast and the Furious: Tokyo Drift, el tercer filme, no auguraba nada complaciente a sus órdenes para la franquicia de Dominic Toretto y sus amigos. Y la sorpresa ha llegado cuando las otras cuatro aportaciones suyas nos han entretenido bastante. Por otro lado, en Star Trek: Más allá (2016) también se defendió.
Disfrutando de las exageradísimas secuencias de acción de ‘Fast and Furious 9’
Como, de nuevo, en Fast and Furious 9, que reincide en las características mencionadas más arriba y, bueno, puede llevar al paroximo a quienes estén enamorados de sus exageradísimas secuencias de acción. Porque, aquí, la fantasmada se sitúa en unos niveles con los que cuesta mucho suspender la incredulidad en ocasiones. Aunque, gracias al ritmo intachable, la trepidación, el sostenimiento habilidoso de las persecuciones y los enfrentamientos espectaculares y efectistas y el asombro que provocan, uno se deja llevar y disfruta.
Pese a que el libreto escrito por Daniel Casey (Kin) y el propio director, que ahonda en hechos fundamentales del pasado de Dominic Toretto, no anda muy fino en la elocuencia de las conversaciones ni en la chispa del humor, y a que no recordamos después ni un acorde de la banda sonora compuesta por Brian Tyler (Vengadores: La era de Ultrón).
No hay escepticismo si lo increíble se ve con gusto
El elenco se halla al límite de lo aceptable, desde Vin Diesel, pasando por Michelle Rodríguez (Lost) como Letty Ortiz, Jordana Brewster (American Crime Story) en la piel de Mia Toretto o Nathalie Emmanuel (Juego de tronos) como Ramsey, hasta por Tyrese Gibson (Morbius) interpretando a Roman Pearce, Chris “Ludacris” Bridges (RocknRolla) como Tej Parker, John Cena (Bumblebee) de Jakob, Thue Ersted Rasmussen (The Witcher) como Otto o Michael Rooker (JFK: Caso abierto) encarnando a Buddy.
E igual que otros actores de personajes de la saga que se recuperan en Fast and Furious 9; unos, para agrado de sus seguidores, y otros, a riesgo de que meneen la cabeza con cierto escepticismo. Pero, si se tragan con gusto esas secuencias increíbles en las que Dominic Toretto y compañía están más flipados que nunca por el empeño de Justin Lin y su equipo en el más difícil todavía, no parece muy probable que les fastidien los retornos así de inopinados.