Un cohete espacial chino está a punto de reingresar en la atmósfera terrestre. Gran parte podría desintegrarse al entrar, pero otra parte podría impactar en un lugar que todavía desconocemos. Aunque lo más probable es que lo haga en el agua o sepamos el punto con tiempo suficiente para evacuar una ciudad si fuera necesario. No hay que temer al cohete espacial chino, pero sí tener presente que la basura espacial es un problema al que tenemos que hacerle frente.

El cohete espacial Long March 5b fue lanzado por China cuando el país puso en órbita el primer módulo de su estación espacial. Unos días después supimos que estaba fuera de control y que podría impactar contra la tierra entre el 8 y el 9 de mayo. La hora prevista es el 9 de mayo sobre las 03:15:38 UTC (las 5:15:38 hora penínsular española; las 22:15:38 hora de Ciudad de México). No obstante, cuentan con un margen de error de cálculo que podría ser de 9 horas y 25 minutos. ¿La zona? Hasta este momento, desconocida. Pero no debemos temer a este cohete espacial, ya que no es la primera vez que reingresa basura espacial y que impacta contra la Tierra.

¿Qué es la basura espacial?

Al principio de Barrenderos espaciales (Jo Sung-hee, 2021), una película surcoreana que se puede ver en Netflix, nos encontramos de lleno con un posible futuro en el que recoger basura espacial es uno de los trabajos peor pagados. Pero, ¿qué es la basura espacial?

Esta clase de basura son "todos los objetos artificiales no funcionales, incluidos los fragmentos y elementos de los mismos, que se encuentran en la órbita de la Tierra o que vuelven a entrar en la atmósfera terrestre", explican desde la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés). Algunos no llegan a ser un peligro, como ocurrió con un trozo de una misión de la NASA de hace varias décadas que se quedó unos meses como una nueva miniluna de la Tierra.

Desde el inicio de la carrera espacial con Sputnik I se han realizado "más de 6.000 lanzamientos"

Por tanto, la basura espacial tiene un origen en la actividad espacial del ser humano. Desde que en 1957 la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite (Sputnik I), se han realizado "más de 6.000 lanzamientos", indica la agencia. Aunque no todos los objetos enviados al espacio son un problema. En realidad, "la mayoría de los objetos catalogados (los que son lo suficientemente grandes como para ser rastreados por el radar) se originan en rupturas en órbita -más de 500 eventos- así como en menos de 10 colisiones en órbita conocidas", añaden.

Riesgos de la basura espacial

Hay que distinguir entre dos tipos de riesgos: los de los desechos en órbita y los de la basura espacial que reingresa a nuestra atmósfera.

Los objetos más pequeños suelen prenderse fuego al entrar en la atmósfera y desaparecer antes de llegar a la superficie terrestre. Pero con basura espacial más grande, puede ser más complicado que desaparezca del todo, por lo que hay trozos que podrían caer en la Tierra. "Aproximadamente entre el 20 y el 40% de la masa de las naves espaciales de mayor tamaño o de los cuerpos de los cohetes, o de las piezas fabricadas con aleaciones de acero o titanio de alta fusión, pueden sobrevivir a la reentrada", comenta la ESA.

Por este motivo, se trata de vigilar todos los objetos para evitar situaciones que pongan en peligro tanto a otro satélites como a las personas. Además, se vigilan los grandes, pero también los trozos más pequeño. Hay que tener en cuenta el otro peligro. Y es que la colisión entre estos desechos, por muy pequeños que sean, y los satélites que están en funcionamiento pueden causar problemas. Por ejemplo, dañar el satélite artificial y que este ya no pueda realizar su trabajo.

"Una colisión con un objeto de 10 cm causaría la fragmentación catastrófica de un satélite típico, un objeto de 1 cm probablemente inutilizaría una nave espacial y penetraría los escudos de la Estación Espacial Internacional; y un objeto de 1 mm podría destruir los subsistemas de un satélite.

Los científicos están generalmente de acuerdo en que, para los satélites típicos, una colisión que tenga una relación energía-masa superior a 40 J/g será catastrófica".

Agencia Espacial Europea

Vigilancia

La ESA, además de otras agencias espaciales -no olvidemos que la primera en dar la voz de alarma fue la NASA-, está vigilando el cohete espacial chino Long March B5. Por el momento se sabe lo justo: una ventana de tiempo en la que el trozo del objeto artificial podría reingresar en la atmósfera de la Tierra. Nada aún sobre dónde caerá. Sin embargo, están monitorizando todos los movimientos descontrolados del satélite para tener la máxima información posible. En general, esto se hace con toda la basura espacial. Pero, ¿cómo lo hacen?

La vigilancia es compleja. Pueden ser "mediciones ópticas y de radar" que se hacen de forma rutinaria por "sistemas de vigilancia espacial que permiten el seguimiento". También se hacen catalogaciones de objetos de "más de 5-10 cm en órbita baja, y de más de 0,3-1,0 m en altitudes de órbita geoestacionaria (36 000 km por encima del ecuador)", indican desde la ESA.

"A partir de 2021, cada uno de los satélites en órbita terrestre de la ESA realiza, de media, dos maniobras para evitar colisiones al año".

Agencia Espacial Europea

"Cada uno de estos objetos catalogados tiene una órbita conocida y muchos de ellos pueden ser rastreados hasta un evento de lanzamiento, es decir, hasta un único propietario", señalan. Esto ya nos indica lo cuidadosa que es esa catalogación y que la basura espacial está controlada. No obstante, cada vez hay más y más objetos en órbita; por lo que los impactos y reingresos en la Tierra cada vez serán más comunes. En sus previsiones, la agencia europea señala que "a partir de 2021, cada uno de los satélites en órbita terrestre de la ESA realiza, de media, dos maniobras para evitar colisiones al año".

EL problema de las megaconstelaciones

SpaceX es la empresa de Elon Musk que más ventaja tiene en la carrera espacial privada que ha alentado la NASA. Entre sus planes se encuentra poner casi 4.000 satélites para dotar de Internet a la Tierra.

No es solo un problema para los científicos, que tiene dificultades para ver el cielo con todos esos satélites artificiales en órbita; sino que, además, al orbitar más bajo de lo normal es un peligro para el resto de satélites. O eso alegaron empresas como OneWeb y Amazon, pero la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos dio la razón a la empresa de Musk a finales de abril. Aunque tendrá que informar si se hacen maniobras para evitar colisiones cada seis meses.

Y, en el futuro, si no se hace nada, pasarán a convertirse en basura espacial. No obstante, en el caso de estos cubosats, al ser más pequeños, es probable que terminen destrozados por la atmósfera al reintegrar en ella.

Cómo eliminar la basura espacial

Como decíamos: la basura espacial puede ser un problema. Sobre todo para otros satélites. E incluso para la Estación Espacial Internacional y otros orbitadores similares que vengan en el futuro, como Gateway. Antes de que esto sea un problema grave, las agencias espaciales ya están preparando diferentes formar de atajar las situaciones que puedan presentarse. Por ejemplo, la ESA está preparando la misión ClearSpace-1 que, previsiblemente, será lanzada en 2025.

¿Y qué se hace con la basura espacial? En el caso de esta tarea de la ESA, será una misión suicida. La agencia enviará un satélite con cuatro brazos que se unirán a la misión Vespa y tirará de ella para que reingrese de manera controlada a la Tierra. La idea es que caigan en el mar.

"Hay basura por todas partes. Pero no solo en la superficie terrestre, también en el espacio", comentó Jan Wörner, director general de la ESA durante la conferencia de prensa de presentación de la misión ClearSpace-1. "Debemos mantener limpio el espacio, es nuestra responsabilidad". Y es que con el cohete espacial chino descontrolado, las palabras de Wörner tienen aún más sentido.

"Debemos mantener limpio el espacio, es nuestra responsabilidad".

Jan Wörner, director general de la ESA

Esta es una idea para limpiar la órbita de basura espacial, pero vendrán más. El cielo debe de estar despejado para las observaciones, pero no podemos olvidar que, a día de hoy, necesitamos los satélites. La previsión del tiempo, la observación de la Tierra y una larga lista, a la que ahora se le añade el Internet por satélite, nos hacen depender de la tecnología. En el futuro, se convertirán en basura espacial. Pero no debemos temer; solo actuar con responsabilidad sobre lo que enviamos al espacio.

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