El tremebundo y sangriento cierre del episodio “The Whole World is Watching” (1×04) de Falcon y el Soldado de Invierno (The Falcon and the Winter Soldier, Malcolm Spellman, desde 2021), en el que John Walker (Wyatt Russell) destruye en unos segundos un símbolo mundial que había necesitado décadas para construirse, nos dejó prácticamente en shock.
Así, es de lo más lógico que el capítulo cinco de esta serie de Disney Plus, titulado “Truth”, reemprenda la marcha a partir de ese mismo momento. La directora Kari Skogland (The Handmaid’s Tale) compone la secuencia con la tensión, el ritmo y el puntillo visual desquiciado que se merece. Y el enfrentamiento, terrible y espectacular, nos causa escalofríos y nos recuerda otro de Capitán América: Civil War (Joe y Anthony Russo, 2019).
Pero, si el carácter de aquella era lo horrible que resulta una pelea brutal entre amigos por un impulso irrefrenable de vendetta, el de la que nos descerrajan en Falcon y el Soldado de Invierno es lo espantoso de ver a un personaje transformándose, quizá definitivamente, en un posible villano fuera de sí. Se trata de la clásica historia de origen a la que estamos acostumbrados en las aventuras que enfrentan a superhéroes con poderosos antagonistas, partiendo de alguien ambiguo de entrada.
Una que llega y uno que se va en ‘Falcon y el Soldado de Invierno’
Pero no solo con un puñado de circunstancias personales que conducen a un cambio aterrador, sino que este último se contrapone al ideal eminente y famosísimo que debía representar, y en el choque con los protagonistas pesa su pasado y lo que significa dicho ideal para ellos.
La rendición de cuentas de John Walker incide en esta deriva oscura, y únicamente la intervención imprevista de un nuevo personaje, la condesa Valentina Allegra de Fontaine, a la que la actriz Julia Louis-Dreyfus (Seinfeld) le aporta todo su incalculable carisma, puede frenarla. O avivarle el paso si deciden alterar su rol positivo de los cómics.
Por otra parte, si a este nuevo supersoldado fuera de control le llevan al límite tras la violenta muerte de un ser querido en Falcon y el Soldado de Invierno, a Karli Morgenthau (Erin Kellyman) la extreman en sus posiciones por la misma razón y otros añadidos. Y el tratamiento dramático de la que tal vez sea la aparición final de Helmut Zemo (Daniel Brühl) esta ficción televisiva, respetuoso con el ex militar aristócrata y lleno de suspense, es muy agradecido.
Moviendo las fichas en el tablero para la jugada final
No cabe duda tampoco de que seguir ahondando en las tribulaciones de Sam Wilson (Anthony Mackie) respecto a lo que Steve Rogers (Chris Evans) quería de él, y en lo que está muy conforme Bucky Barnes (Sebastian Stan), se revela necesario. Y hacerlo aquí con la ayuda del interesante Isaiah Bradley, al que encarna el siempre eficaz Carl Lumbly (Doctor Sueño), nos brinda otra escena bien elaborada de cierta intensidad, que insiste en la consciencia del racismo estadounidense.
Pero tampoco olvidan lo que requiere el entorno privado de este amigo del primer Capitán América, ni el empujón que le hace falta al otro para seguir evolucionando para lidiar con sus propios pesares, apuntes en la lista ominosa de una vieja libreta que al principio no le pertenecía.
Ni, desde luego, mostrarnos cómo Karli Morgenthau, Dovich (Desmond Chiam) y los suyos mueven sus fichas por el tablero para el asalto final de los Sin Banderas. Pero no son los únicos que se preparan. El mismo Sam Wilson parece asumir a lo que debe encomendarse, y el montaje audiovisual musicalizado de su entrenamiento nos recuerda un poco al de Rocky (John G. Avildsen, 1976), salvando las distancias. Sharon Carter (Emily Vancamp) sigue con sus tejemanejes, y la escena intercréditos nos augura, con el conjunto, una conclusión explosiva.
