El pasado 14 de enero, las autoridades sanitarias chinas comenzaron a trabajar sobre la pista de un helado con coronavirus en el municipio de Tianjin, al norte del país. Al parecer, el postre se había contaminado en algún momento de su manipulación, o quizás era uno de sus ingredientes el que traía consigo el temido regalo.
De momento no hay mucha más información al respecto, por lo que la empresa responsable, Tianjin Daqiaodao Food Co., Ltd., se ha sellado a la espera de nuevas noticias.
En busca del origen del helado con coronavirus
El helado con coronavirus pudo contaminarse si cualquiera de las personas que lo manipuló tosió, estornudó o incluso respiró encima. Es precisamente por este motivo por el que en la industria alimentaria se debe trabajar con minuciosas medidas de seguridad. Sobre todo durante una pandemia como esta, pero también antes.
Este tipo de productos son especialmente vulnerables, ya que se trabaja en frío en todo momento. Incluso una vez que se comercializan deben permanecer a baja temperatura y nunca se cocinan. El SARS-CoV-2, así como otros virus similares, tolera muy bien el frío, por lo que este podría ser un problema que lógicamente hay que atajar.
Para empezar, se han realizado PCRs a los 1.662 empleados de la empresa. En el momento en el que esta información fue anunciada por los periódicos locales 700 ya tenían su resultado negativo, mientras que los 962 restantes permanecían a la espera. Si ninguno resulta tener el coronavirus se explicarían dos cosas. Por un lado, que no se han contagiado mediante la manipulación del helado con coronavirus. Por otro, que no fue ninguno de ellos el que lo contaminó. Esto trasladaría la pista a seguir hacia los ingredientes importados que se usaron en su elaboración. Por ejemplo, se sabe que la leche en polvo procede de Nueva Zelanda y el suero en polvo de Ucrania.
¿Podemos contagiarnos al comer un producto contaminado?
La detección de este helado con coronavirus ha reavivado una cuestión que se ha mencionado mucho desde los inicios de la pandemia: ¿podemos contagiarnos al comer alimentos contaminados?
No hay una respuesta segura, aunque las autoridades sanitarias y alimentarias que se han manifestado al respecto coinciden en que es muy poco probable. Ya en marzo de 2020 la autoridad competente europea, la EFSA, anunció que no hay evidencias de que los alimentos sean una fuente de transmisión. Se unió a ellos la FDA estadounidense, con conclusiones similares. Más tarde, en diciembre, Australia y Nueva Zelanda emitieron otro comunicado muy parecido.
Todas ellas coinciden en tres premisas. Para empezar, que no hay evidencias de que se pueda contraer la COVID-19 por ingesta de alimentos contaminados. El coronavirus se inactivaría al pH ácido de nuestro tracto digestivo y difícilmente podría llegar a causar una infección. Por otro lado, sí que consideran una posibilidad la transmisión por contacto con envases contaminados. No obstante, hoy en día se sabe que, si bien es una vía de contagio posible, es mucho menos probable de lo que se pensó en un principio. Finalmente, todas estas autoridades sostienen que no hay evidencias de que podamos contagiarnos de este modo, pero que no se puede asegurar que sea imposible. Por eso la industria alimentaria juega un papel muy importante y debe seguir a rajatabla las medidas de seguridad.
COVID-19 y seguridad alimentaria
Cada vez hay más indicios de que el origen de la pandemia de COVID-19 pudo no estar en el famoso mercado de marisco de Wuhan. No obstante, no se descarta que el salto de animales a humanos estuviera por la manipulación de un animal infectado. O quizás su ingesta.
Mucho después de aquel inicio, este mismo verano, se reportó un nuevo brote en Beijing en el que la secuenciación llevó hasta otro de esos mercados como origen común. El genoma del virus aislado en las muestras de los pacientes infectados era idéntico al hallado en una tabla de corte de salmón. Es por este motivo que se pensó inicialmente que podría haberse dado contagio por vía alimentaria, aunque más tarde se concluyó que pudo ser un empleado el que contaminó la tabla y contagió a sus clientes y compañeros.
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Sea como sea, este helado con coronavirus ha vuelto a poner sobre la mesa la importancia de cuidar la seguridad alimentaria. Afortunadamente, es lo que se hace generalmente. En la industria alimentaria se mantienen todas las precauciones para que estas situaciones sean excepcionales. Por eso, podemos comer tranquilos. Al menos al nivel de tranquilidad que nos permita estar viviendo una pandemia global.