Lo que sabemos sobre el coronavirus ha cambiado mucho a lo largo de estos 7 meses de pandemia. Desde los factores de riesgo hasta las vías de contagio, pasando por el tiempo de incubación o el papel de los asintomáticos. Muchos asuntos que empezaron como incógnitas hoy tienen algo más de luz a su alrededor. Pero sigue habiendo también mucha oscuridad. En lo referente a las diferentes maneras por las que se puede contraer el virus, lo que conocemos al respecto ha variado mucho. Hoy sabemos que el contagio por superficies es más complicado de lo que se pensaba. Al contrario que la transmisión por el aire, que es mucho más probable.

Este es un dato en el que han insistido numerosos científicos en los últimos meses. Instituciones internacionales, como el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, lo han añadido a las últimas actualizaciones de sus guías de actuación y muchos investigadores de diferentes países lo han mencionado en entrevistas y declaraciones a medios de comunicación.

Ahora sabemos que la transmisión por aerosoles es una realidad, por lo que la buena ventilación juega un papel decisivo para prevenir contagios. Pero entonces, ¿las superficies ya no deben preocuparnos? Esta duda surgía en la mente de muchos ciudadanos, justo cuando un equipo de científicos australianos publicaba un nuevo estudio, en el que se mencionaba que el coronavirus puede permanecer en superficies durante hasta casi un mes. La contradicción crea cierto desasosiego, pero lo cierto es que no es una contradicción. Ninguna de las afirmaciones es mentira, simplemente hay que entender el contexto de cada una.

¿Qué dice el nuevo estudio sobre contagio pro superficies del coronavirus?

El estudio en cuestión fue publicado el pasado 7 de octubre por científicos de la Organización para la Investigación Industrial y Científica de la Mancomunidad de Australia (CSIRO).

En él, se analiza cuánto tiempo permanece activo el SARS-CoV-2 en varias superficies distintas y bajo diferentes temperaturas, pero con una humedad relativa fija del 50%.

Para ello utilizan una matriz que emula hasta cierto punto el moco humano y reproducen las concentraciones de partículas virales que se pueden encontrar en las excreciones de una persona infectada. Así, tras representar diferentes escenarios, concluyen que “a los títulos más altos excretados por pacientes infecciosos, el virus viable se aísla durante hasta 28 días a 20 °C de superficies comunes como vidrio, acero inoxidable y billetes de papel y polímero”.

Esta conclusión protagonizó titulares de medios de comunicación de todo el mundo en los que se mencionaba que ahora se sabe que se puede dar el contagio por superficies del coronavirus durante casi un mes. ¿Pero es realmente eso lo que dice el estudio?

Para comprenderlo hay que partir de la base de que esa circunstancia se daría en unas condiciones muy concretas y muy extremas. “En este estudio utilizan una cantidad de virus equivalente a la que se encontraría en pacientes con una alta carga viral”, explica a Hipertextual José M. Jiménez Guardeño, investigador postdoctoral en el Departamento de Enfermedades Infecciosas del King's College de Londres. “Además, el experimento se realiza en condiciones de oscuridad, usan una humedad relativa del 50% y utilizan moco artificial”. Todos estos son factores importantes. Por un lado, porque se ha comprobado que las radiaciones ultravioleta del Sol activan el virus y la humedad relativa también influye en su viabilidad. Por otro, porque ese moco artificial no contiene los anticuerpos y glóbulos blancos presentes en las secreciones reales, que ayudan a combatir el virus.

¿Se dan esas condiciones naturalmente?

En la vida real, fuera de los laboratorios, las condiciones emuladas por este estudio se darían si una persona con una alta carga viral tosiera o estornudara directamente sobre una superficie.

En sitios públicos no debería darse esta circunstancia; pues, al menos en España, todos deberíamos llevar mascarilla. A excepción de las personas exentas por motivos médicos, por supuesto. El problema es que no siempre es así.

“En sitios públicos la gente debe llevar mascarilla y respetar la distancia de seguridad, pero basta con darse una vuelta para comprobar que no siempre es así”, comenta Jiménez Guardeño. ”Este tipo de estudios son interesantes, porque cuando llega la hora de poner medidas para evitar la propagación del virus es mejor ponerse en el peor escenario posible”.

No obstante, insiste en que hay que tener en cuenta que estos experimentos se han hecho en condiciones de laboratorio controladas muy específicas, por lo que no significa que el virus vaya a ser infeccioso durante 28 días en cualquier condición y que por lo tanto el contagio por superficies vaya sea superior a lo que creíamos hasta ahora. “¿Es posible que el virus sobreviva tanto tiempo en una superficie? Sí, pero es poco probable”.

¿Cómo podemos actuar?

Si hay algo que podíamos decir al inicio de la pandemia y mantener en la actualidad sin el más mínimo lugar a dudas, es que el lavado de manos ayuda a evitar contagios. Tanto para el SARS-CoV-2 como para otros virus.

No obstante, en un principio manteníamos hábitos como desinfectar los productos de la compra, el móvil y las llaves nada más llegar a casa. ¿Son estos hábitos que deban mantenerse con los conocimientos actuales sobre contagio por superficies?

“Todavía no hay estudios concluyentes sobre las posibilidades de contagio a través de superficies contaminadas, aunque todo parece indicar que el riesgo es mucho menor en comparación con el contacto persona a persona”, aclara el investigador consultado por este medio. ”Por ello, aunque no es absolutamente necesario desinfectar el móvil a diario o limpiar los productos de la compra sí es una medida aconsejable”.

Aquí hace referencia al "modelo del queso suizo", que compara las diferentes medidas con las capas de un queso con agujeros. Cada una de estas “lonchas” cuenta con imperfecciones, que equivaldrían a los orificios. Sin embargo, si se superponen unas sobre otras, las fortalezas de una pueden tapar las debilidades de otra.

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¿Qué hacemos con la ropa?

En cuanto al tema de la ropa, en un principio bastaría con el detergente. Al igual que el jabón en las manos, disuelve las membranas que protegen al virus y lo destruye. Si a eso sumamos agua por encima de 60ºC, teniendo en cuenta que las altas temperaturas también lo inactivan, el resultado sería aún mejor. No obstante, para personas que no tengan situaciones u ocupaciones de riesgo, debe bastar con lo primero.

“Si no estás infectado y sales a hacer la comprar con tu mascarilla y respetando la distancia de seguridad sería suficiente con lavar la ropa como normalmente haces, porque el jabón ya es efectivo para destruir el virus”, señala el científico. “Sin embargo, si estás infectado, cuidas o convives con alguien que tiene la enfermedad o trabajas en sitios donde la probablidad de estar en contacto con el virus es alta, sería recomendable usar temperaturas altas para lavar la ropa”.

Ocurre lo mismo con el cabello. “Hasta el momento no hay datos fiables de la resistencia del virus en el pelo. El principal peligro de contagio viene de la posibilidad de que alguien infectado estornude, tosa o te hable cerca sin respetar la distancia de seguridad ni llevar mascarilla y luego toques ese pelo con la mano y te lo lleves a la boca”, ejemplifica Jiménez. “Por otro lado, también es posible tocar una superficie contaminada y luego tocar el pelo. Por ello y ante la falta de estudios concluyentes, es aconsejable que el lavado del cabello sea algo habitual”.

En definitiva, el tema del contagio por superficies no es tan preocupante como al principio. Pero eso no significa que debamos olvidar todas las medidas de seguridad relacionadas. Ante todo, un buen lavado de manos y desinfección de superficies en lugares públicos. Lo demás es un compendio medidas extra que nos aportarán aún más seguridad. Al fin y al cabo, esta pandemia es como esas recetas que se hacen virales en las redes sociales. Cuantas más capas de queso, mejor.