Parte del encanto de (Des)encanto (Matt Groening y Josh Weinstein, desde 2018), la tercera serie animada del famoso oregoniano tras Los Simpson (desde 1989) y Futurama (1999-2013), se debe a sus referencias culturales. Las hay, entre los treinta episodios que se han estrenado en Netflix hasta la fecha, sobre las ficciones mencionadas y Juego de tronos (David Benioff y D. B. Weiss, 2011-2019) o The Crown (Peter Morgan, desde 2016). E incluso acerca del ex presidente Donald Trump, que ya había aparecido como celebridad en múltiples filmes y series televisivas. Pero también sobre un clásico videojuego.

En “Bean Falls Down” (3x10), regresa el ejército de ogros brutales a los que los gnomos habían vencido en “Our Bodies, Our Elves” (2x05), con Junior (Maurice LaMarche) a la cabeza. Elfo (Nat Faxon) le había cegado accidentalmente el único ojo que le quedaba, y el enorme ser continúa con los dos puñales en ambos. Por esa razón intentan asaltar Dreamland, con la exigencia de que el elfo protagonista le sea entregado. Porque “había herido sus sentimientos” al apuñalarle. Y, para repeler a los ogros, les lanzan barriles de cerveza desde lo alto de la muralla porque de otra cosa no dispone este reino de beodos.

Donkey Kong en Dreamland

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Nintendo

Y, cuando Junior intenta subir por la estructura de escaleras de mano que forman las que han caído con un montón de ogros, un encuadre general nos trae a la memoria Donkey Kong, el famoso videojuego arcade desarrollado por Nintendo con la dirección de Shigeru Miyamoto en 1981. En el mismo, Jumpman (luego, el archiconocido Mario) tiene que ascender por una serie de plataformas, mientras evita obstáculos, para rescatar a Pauline (sustituida más tarde por la princesa Peach) de las manazas del gorila ruin que da nombre al juego. Y esos obstáculos que le arroja son, precisamente, barriles.