Los espectadores que se han zampado la saga cinematográfica de Star Wars (desde 1977) saben muy bien que la mayoría de los Caballeros Jedi fueron masacrados por los seguidores de Darth Sidious (Ian McDiarmid) —pringaos de lado oscuro de la Fuerza, como diría el dibujante Jesús Martínez del Vas— en La venganza de los Sith (George Lucas, 2005). Tras ello y según lo que cuentan los cómics de Darth Vader (Kieron Gillen y Salvador Larroca, 2015-2016), el que antes fuera el bueno de Anakin Skywalker (Hayden Christensen) caza a los supervivientes con el grupo de los Inquisidores.
Y, si durante lo que ocurre entre Una nueva esperanza (Lucas, 1977) y El retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983) perecieron algunos Jedi más, en el tiempo de The Mandalorian, que transcurre en el año 9 tras la Batalla de Yavin, quedan unos poquitos. El más obvio por lo que hemos contemplado en dos películas, El despertar de la Fuerza (J. J. Abrams, 2015) y Los últimos Jedi (Rian Johnson, 2017), que narran hechos sucedidos después de The Mandalorian, es Luke Skywalker (Mark Hamill), quien se ha dedicado a viajar por la galaxia, aprendiendo sobre la difunta Orden Jedi.
Por otra parte, Leia Organa (Carrie Fisher) se dedica a sus deberes como senadora de la Nueva República durante The Mandalorian y, si bien llega a recibir entrenamiento de su hermano Luke por ser sensible a la Fuerza, no se la puede considerar una Jedi con todas las de la ley. Si acaso, una padawan; y ello a pesar de esa impresionante demostración al sobrevivir tras el ataque al crucero estelar Raddus en Los últimos Jedi. Y Ben Solo (Adam Driver), el hijo que tiene con Han ídem (Harrison Ford), no sobrepasa los cuatro años de edad, por lo que su tío Luke ni siquiera ha podido entrenarle todavía.
Además, el episodio “The Heiress” (2x03) de The Mandalorian nos reveló que Ahsoka Tano (Rosario Dawson), una de los Jedi protagonistas del filme The Clone Wars (Dave Filoni, 2008), la serie del mismo título (Lucas, 2008-2020) y Rebels (Simon Kinberg, Carrie Beck y Filoni, 2014-2018), sigue viva, e interviene poderosamente en “The Jedi” (2x05). Pero algo debe de ocurrirle entre The Mandalorian y, como mínimo, El ascenso de Skywalker (J. J. Abrams, 2019) porque, si escuchamos su voz entre la de los espíritus Jedi que ayudan a Rey (Daisy Ridley), es porque ha muerto.
El huérfano Ezra Bridger, nativo del planeta Lothal como el gato alienígena del mismo nombre, se embarca de tripulante en el carguero Espíritu de la serie Rebels, y practica como padawan de Kanan Jarrus. Y, tiempo después, ya como Jedi, causa la derrota del pérfido almirante Thrawn con la intervención de una especie de ballenas espaciales llamadas Purrgil, que los arrastran a los dos al hiperespacio. Y son Ahsoka Tano y la guerrera mandaoriana Sabine Wren las que parten en su busca, trama que desconocemos cómo puede influir en la de The Mandalorian.
Y uno de los luchadores del ala luminosa de la Fuerza más desconocidos por los que solo ha visto las películas y series como The Mandalorian es Cal Kestis, del que sabemos por el videojuego Star Wars Jedi: Fallen Order (Respawn Entertainment, 2019). De los pocos padawan que no fue asesinado en La vengaza de los Sith tras la Orden 66 de Darth Sidous, se une al Gremio Chatarrero en el planeta Bracca y se dedica a recoger y desmantelar restos de naves estelares. Pero se ve obligado a huir de los Inquisidores y consigue completar su entrenamiento gracias a su mentora Cere Junda.
Esta Jedi también fue maestra de Trilla Suduri, que cae en el lado oscuro y se convierte en una inquisidora con el nombre de Segunda Hermana, todo después de que que Junda la entregase a los Sith al ser torturada por ellos. Esta, claro, es una variación del perfil de personajes como Obi-Wan Kenobi (Ewan McGregor) y el propio Luke Skywalker, que vieron cómo sus aprendices se pringaban de oscuridad. Pero ella se repone y accede al adiestramiento de Cal Kestis, por lo que no sería muy chocante que acabara desempeñando el mismo papel en The Mandalorian con Grogu, el pequeño Baby Yoda.
