Han pasado más de 16 años desde aquel día en el que un anuncio a doble página en The New York Times informaba del lanzamiento de Mozilla Firefox.

El navegador, surgido para poner coto al monopolio de Internet Explorer de Windows y creado por un grupo de desarrolladores y tecnólogos decididos en la búsqueda de una web que apostara por el software libre, abierta y privada, pasa ahora por sus peores momentos.

Tras convertirse en una referencia durante los primeros 2000 y 2010, el ascenso de Chrome, y sobre todo de Chromium como motor base de nuevos navegadores -véase Edge de Microsoft o Brave- ha dejado al buque insignia de Mozilla como única alternativa. Y no le está saliendo bien.

Según un análisis de Netmarketshare, ahora apenas un 7,19% de los usuarios usan Mozilla como su navegador predefinido, viéndose superado por Edge (7,59%) y cada vez más lejos del gran dominador, Chrome que cuenta con más de un 67% del mercado.

El declive es espectacular si tenemos en cuenta que hace diez años más de 30% de los internautas declaraban usar Firefox como su navegador de referencia en consultas similares.

Sin embargo, tras esta letanía de malas noticias y decadencia, no se encuentra solo el descenso del uso de su navegador. Tanto la fundación como la corporación Mozilla están atravesando uno de sus peores momentos, según muchas lecturas, por el aumento del gasto en grandes directivos y burocracia.

Cuando te opones a Google pero Google es tu mayor fuente de ingresos

La prueba más fidedigna seguramente sea que la Corporación Mozilla registró en 2019 pérdidas por primera vez en sus más de 20 años de historia. En concreto, sus ingresos cayeron nada menos que un 20%, hasta tocar un fondo de los últimos años de 391 millones de dólares.

La perspectiva económica ha hecho que Mozilla haya iniciado una ronda de despidos a lo largo de este año. Primero con 70 despidos en enero, y posteriormente, hace unas semanas, con otros 250, lo que suponía un 25% de su plantilla.

“Nuestro plan pre-COVID ya no funciona. También estamos reestructurando para poner un enfoque más nítido en el desarrollo de nuevos productos e ir hacia lo que pide el mercado”, escribía una publicación del blog de Mozilla la Directora Ejecutiva Mitchell Baker, al hilo de la decisión.

Las malas noticias han llegado también con el cese o cambio repentino de otros de sus proyectos de software, descontinuando Firefox Send (un sistema de envíos seguros) y Firefox Notes (una app de notas con cifrado extremo a extremo), además de la externalización de su proyecto Mozilla WebThings, que buscaba un entorno abierto en el internet de las cosas.

¿Pero de dónde recibe dinero Mozilla? Más allá de las donaciones, más o menos cuantiosas, su modelo como organización sin ánimo de lucro se ha visto sustentado hasta ahora por el pago que los buscadores hacían para posicionarse como predeterminado en su navegador.

Las cotas más altas de estos ingresos se produjeron en 2015 y 2016, cuando Yahoo! pagó más de 470 millones anuales a la fundación para que su buscador fuera el predefinido. No hace falta recordar cómo acabó Yahoo! poco tiempos después.

Desde entonces, ha sido Google quien ha acometido este pago, aunque con cifras más modestas. Se sabe que el buscador de la ‘gran G’ ya ha acordado con Mozilla el mantenimiento de su cuota, con unas cifras que se rumorean que podrían rondar entre los 410 y los 450 millones por año hasta 2023, y que no obstante solo se harán públicas cuando la organización emita sus cuentas al cierre del curso fiscal. A ello su suma acuerdos locales a los que llega con otros buscadores, como Yandex en Rusia o Baidu en China.

De ahí parte de la paradoja. Ante una pérdida de presencia, Firefox y Mozilla dependen de sus mayores ingresos del que también es el desarrollador de su principal competidor, Chrome.

En los últimos tiempos, Mozilla tampoco ha concretado un plan para obtener mayores ingresos. Pese a hablarse durante mucho tiempo de un Firefox Premium, no parece estar ahora en la hoja de ruta, más allá de su propia VPN, la cual está disponible solo en algunos países y que, en cualquier caso, entra en un mercado ya muy saturado.

Unos directivos cada vez mejor pagados

Por el contrario, las paradojas en torno a Mozilla siguen cuando se desgranan cómo han ido aumentando los salarios de los miembros de su Consejo de Dirección en los últimos años.

Recientemente, el programador y analista Carl Peterson publicaba una comparativa entre el descenso del uso del navegador del panda rojo y el aumento del gasto en salarios de directivos de la fundación y la corporación. Basta un frase para compararlo: el uso del navegador ha caído un 85% en 10 años, y en el mismo tiempo, su gasto el salarios de directivos ha aumentado un 400%.

En concreto, su CEO, Baker, se embolsó 2,4 millones de dólares en 2018, lo que ha provocado las críticas de los trabajadores ante los despidos.

Las idas y venidos con la junta directiva de Mozilla, no obstante, vienen de lejos. En concreto de cuando Brendan Eich, una de las personas más implicadas en el desarrollo de sus productos, dimitiera como CEO envuelto en una polémica por haber donado a favor de una proposición de Ley en contra del matrimonio homosexual.

Eich acabó saliendo de Mozilla para fundar poco después Brave, navegador basada en Chromium que gracias a su apuesta por la privacidad, también parece estar quitándole espacio al viejo Firefox.

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