**Parece inevitable que en una serie televisiva como The Mandalorian**, creada por el neoyorkino Jon Favreau (El rey león) para Disney Plus, esconda una buena cantidad de huevos de pascua: el largo recorrido que llevan las famosas historias de *Star Wars* en la pantalla grande, sobre todo, y en la pequeña lo permite de sobra por el vasto cosmos narrativo que han ido construyendo desde que George Lucas imaginó esta galaxia muy, muy lejana. Así, multitud de referencias son posibles, y con el estreno de la serie en España junto con el de su plataforma, es oportuno que **hablemos de las que hay en el episodio de inicio**.
Para empezar, el llamativo rifle de nuestro cazarrecompensas mandaloriano es un desintegrador de pulso de fase Amban que su colega Boba Fett utilizó en El especial navideño de la guerra de las galaxias (Steve Binder y David Acomba, 1978) por primera vez. Kuiil, con la voz de Nick Nolte (A puerta fría) es un ugnaught, como los alienígenas que desmontan a C-3PO en Ciudad Nube durante El Imperio contraataca (Irvin Kershner, 1980). E IG-11 (Taika Waititi) es primo hermano de IG-88, el droide asesino que los Laboratorios Holowan fabricaron para el malvado Imperio y al que conocimos en la misma película.
Como el extraterrestre Jedi de la especie del pequeñuelo al que llamamos **Baby Yoda. Por otra parte, el planeta helado y el desértico** bien podrían ser Hoth, donde se instaló la base rebelde de El Imperio contraataca, y Tatooine, el natal de Anakin y Luke Skywalker desde Una nueva esperanza (Lucas, 1977). Filme en el que **un kubaz, como el flautista que provee al mandaloriano de un aerodeslizador —similar al de Luke—, se chiva de que los héroes huyen de Mos Eisley. El cazarrecompensas machaca a unos tipos en una cantina, entre los que hay un quarren*, especie de El retorno del Jedi* (Richard Marquand, 1983).
En esta película se nos presentó a Salacious B. Crumb, un mono-lagarto kowakiano y bufón favorito de Jabba el Hutt, y en el capítulo 1x01 de The Mandalorian vemos a uno de sus congéneres asándose y a otro en una jaula, a la espera de que lo conviertan también en comida. En la misma corte del criminal orondo hay un droide guardián de la misma clase del que se encuentra aquí en el puesto avanzado; y a los curiosos y feotes **blurrgs* que atacan y muerden al protagonista en el planeta Arvala-7 nos los presentaron en La batalla del planeta de los Ewoks* (Jim y Ken Wheat, 1985).
El mythrol al que captura (Horatio Sanz) en el mundo helado menciona el Día de la Vida, una celebración que creíamos que solo era de Kashyyyk, el planeta de los wookies como nuestro querido Chewbacca, según nos contaron en El especial navideño. Igual que Darth Vader con Han Solo en El imperio contraataca, el mandaloriano congela en carbonita a los prisioneros poco cooperativos, y uno de tales es un rodiano como Greedo, otro cazarrecompensas al servicio de Jabba el Hutt. Además, el motor de la nave Razor Crest que pilota suena de la misma forma que el Halcón Milenario cuando necesita reparaciones.
Una de las armas de su arsenal es un Blaster DL-44, la preferida de Han Solo, quien le ganó su famoso vehículo estelar a Lando Calrissian con “una buena mano” en el mismo juego de cartas que se desarrolla en el oscuro garito de los cazarrecompensas donde está Greef Karga (Carl Weathers), **el sabacc*, según explicó en el Episodio V* y como tuvimos la oportunidad de ver en su propio spin-off (Ron Howard, 2018). Y el mandaloriano se cruza con un nómada del Clan de los Toribota, nativos del planeta Isde Naha que usan un característico sombrero cóncavo y novedad de *Rogue One* (Gareth Edwards, 2016).
En un mercado hay un droide como el R2-D4 de Una nueva esperanza; en la guarida del cliente (Werner Herzog), otro que controla el acceso, semejante al que recibe a C-3PO y R2-D2 en el palacio de Jabba el Hutt en *El retorno del Jedi*; y dentro, el cazarrecompensas se topa con uno de energía GNK, reconocible también desde Una nueva esperanza. Y, si el cliente luce un medallón del Imperio en conjunto con los sucios stormtroopers que le rodean, en el brazo derecho del doctor Pershing (Omid Abtahi) contemplamos la insignia de los que creaban a estos últimos en el planeta Kamino de El ataque de los clones (Lucas, 2002).
La cabeza plateada que cuelga de la pared en un escondrijo del gremio del protagonista es la de un mythosaurio, criatura que antes montaban los nativos de su planeta, como el dibujo en las hombreras de Boba Fett —que quizá asoma en un instante—, no mandaloriano. Los mercenarios hostiles a los que IG-11 y él liquidan para llegar hasta Baby Yoda se integran en la especie de los niktos, con sus respectivas subdivisiones, oriunda del planeta Kintan y a la que se introdujo en *El retorno del Jedi*; y el humano barbado al que el cazarrecompensas muele a palos en la primera confrontación habla el extraño lenguaje de los Hutt.