El pasado 14 de noviembre Instagram anunció que, a partir de ahora, una parte de sus usuarios verían su timeline de forma distinta: sin sus habituales 'me gusta'. "A partir de hoy vamos a expandir nuestra prueba del número privado de 'me gusta' a nivel global", explica la red social en un mensaje en Twitter. "Si eres parte del test, no verás la cantidad total de likes y visualizaciones en los fotos y vídeos que aparezcan en tu página de inicio, a menos que sean tuyos".

La prueba se extendía así a nivel global después de que en el pasado julio esta se llevara a cabo en siete países (Australia, Brasil, Canadá, Irlanda, Italia, Japón y Nueva Zelanda) y que también a finales de septiembre Facebook anunciara una prueba similar en su plataforma, de momento, solo en Australia.

La eliminación de las métricas y reacciones en las redes sociales es algo de lo que se lleva debatiendo tiempo. Desde sus inicios, el número de 'me gustas' o los 'likes' de Instagram se han tenido como una especie de indicador de relevancia o congratulación. Una cámara de ego personal para algunos y de estrés por no conseguirlos para los usuarios menos populares, según apuntan varios estudios, así como un dinamizador del contenido.

Esto lo explicaba bastante bien el psicólogo Adam Alter en su libro Irresistible. En él tras trabajar con medios de comunicación -cuando Facebook tenía un papel primigenio en la difusión de sus noticias, no como ahora- explicaba que habían diagnosticado que los usuarios tendían a compartir o dar a 'me gusta' más a un artículo que ya contaba con un gran número de reacciones. El peso de la comunidad, en definitiva, nos empujaba a hacer click o no, al igual que el número de comentarios positivos en una foto era capaz de liberar una dosis de dopamina en nuestro organismo que lo hacía satisfactorio.

Así pues, las reacciones y métricas se habían convertido en un eje central de las redes sociales para fijar nuestra atención y nuestra obsesión -en cierto modo- hacia ellas. ¿Por qué las eliminan entonces? Detrás de estas decisiones está, según ha explicado en los últimos meses los responsables de ambas plataformas, “buscar un uso más sano y mejorar la salud de la conversación” en ellas.

“Limitar el efecto de viralización que implica que todo el mundo conozca los me gusta recibidos reduce la hipertrofia del "yo", este fenómeno narcisista en el que uno tiende a buscar los me gusta y a hacer que todo el mundo sepa que los tiene y puede, además, reducir la angustia por tenerlos” comentaba el profesor de los Estudios de Psicología de la UOC José Ramón Ubieto en un análisis publicado por esta Universidad.

¿Se ha vuelto entonces Facebook -o mejor dicho FACEBOOK, tras su renombramiento para identificar a la empresa que también posee Whatsapp e Instagram- en una compañía que pone por delante nuestra salud a costa incluso de eliminar uno de sus mayores ganchos de atención? Puede ser que sí, pero detrás también puede haber un movimiento por mantener la hegemonía y, sobre todo, seguir salvando como red social al Facebook con minúsculas, la red social original del 'me gusta'.

El nuevo logo de Facebook es otro intento para salvar su imagen

'Desmetrizar' las redes sociales, una lucha que viene de lejos

La pelea por conseguir unas redes sociales que apelen menos a nuestro pequeño-gran ego interior es algo que viene de lejos, pero que ha tomado fuerza en los últimos años gracias a movimientos y organizaciones como Center for Humane Technology, fundado por el ex directivo de Google Tristan Harris -de la que hablamos en este artículo en profundidad- y que se ha dedicado a diagnosticar cómo las redes sociales “secuestran nuestra atención” e intentar ponerle soluciones.

Tristan Harris, el filósofo de Google que quiere «liberarnos» de nuestro smartphone

El propio Mark Zuckerberg, entre escándalo y escándalo que ha rodeado Facebook, también ha utilizado en varios de sus post en su perfil expresiones como “emplear mejor el tiempo” o “volver al Facebook inicial”, el de “familia y amigos”. Estas ideas se han enmarcado por el momento en el conocido cambio de algoritmo de su feed que eliminó buena parte de las publicaciones de medios como contramedida ante la proliferación de las fake news, pero que tuvo el hándicap de que Facebook, como plataforma, perdió mucha tracción para los propios portales, los cuales eran una gran parte de sus anunciantes. Facebook ha intentado desde entonces volver a encauzar todo esto, en uno de sus últimos intentos, lanzando una pestaña propia de News, de momento solo disponible en Estados Unidos, y en el que solo se muestran ciertos medios supuestamente autorizados por su relevancia y credibilidad. Aunque esto tampoco ha llegado exento de polémica.

Pero si tenemos que buscar un pionero en eliminar los 'me gusta' de las redes sociales, ese seguramente sea Ben Grosser. Autodefinido como artista y pensador, Grosser es un profesor adjunto de la Universidad de Illinois que desde 2012 ha ido abriendo a dominio público distintas aplicaciones para eliminar de las webs de Facebook y después Instagram los conocidos 'me gusta'.

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En una entrevista, explicaba que “si tuviéramos una conversación real con más gente en una sala de forma presencial y los comentarios de cada uno se midieran por 'me gustas', como proponen las plataformas, seguramente quien no recibiera ninguno acabaría sintiéndose molesto. Eso es lo que fomenta, aunque sea en otra forma, el sistema actual de las redes sociales”.

Sus experimentos han sido premiados y citados en numerosas publicaciones, adelantándose varios años a la tendencia actual que busca FACEBOOK por una “conversación más sana”.

Hablemos de métricas: cómo afecta no ver los 'me gusta'

Pero al hablar de esto, seguramente queda escondido un aspecto importante. Ni Facebook ni Instagram han eliminado la posibilidad de que cada usuario siga viendo sus métricas propias. Es decir, solo se han eliminado en los experimentos las de los otros perfiles.

Esto tiene un papel fundamental para mantener el actual negocio ligado al marketing de influencers, muy pegado a los niveles de interacción. A fin de cuentas, quién querría promocionar un anuncio en Instagram si no va a tener un acceso al impacto que ha tenido.

Por el momento, con los experimentos llevados a cabo solo en algunos países, es complicado saber cómo afecta la eliminación de las reacciones, pero firmas de análisis como HypeAuditor han recabado los primeros datos.

Según análisis que han publicado tomando cuentas que tenían un alto porcentaje de seguidores en los países donde se habían eliminado los 'likes' en Instagram, la tendencia que se marca es que el número de reacciones tiende a la baja. Especialmente lo han hecho en Australia y Brasil, con caídas que van de un 28 a un 13%. La excepción es Japón, y en menor medida Reino Unido, donde han subido ligeramente.

No es fácil saber qué implicaciones tiene esto, pero parece claro que, al menos por lo que sabemos hasta ahora, no ver el número de interacciones nos empuja menos a dejar un corazón en una foto. Quizá porque esa presión de la comunidad y las grandes cifras tienden a la baja.

Por último, otro de los apuntes que han lanzado en estas últimas semanas los analistas, y en concreto en lo referente a la eliminación de los 'me gusta' que también ha adoptado Facebook, es algo más perversa: la red social original de Mark Zuckerberg podría haber hecho esto para que no fuera tan evidente cómo el número total de reacciones en toda la red social ha descendido, algo que es evidente para cualquiera que gestione una página de Facebook -donde el alcance ha descendido de forma palpable con los últimos cambios algorítmicos-, pero que es imposible de comparar con el pasado porque Facebook nunca ha compartido una estadística sólida sobre esto.

En otras palabras, a Facebook le convendría también eliminar estas marcas visibles para esconder de mejor forma que, si bien aún sigue siendo la red social con más usuarios, estos cada vez son menos activos y menos jóvenes.