El 17 de marzo de 2018 todos los telediarios abrían sus informativos, seguramente por primera vez, con una noticia que hablaba sobre privacidad online. Christopher Wylie, un joven ingeniero de datos canadiense, destapaba para The Guardian, The Observer y The New York Times la trama de Cambridge Analytica. A lo Chelsea Manning, Wylie descubría al mundo un enorme escándalo en el que él había participado.

Cambridge Analytica, una consultora dedicada a las campañas electorales, había usado un test de personalidad para acceder a través de él a los datos de millones de usuarios de Facebook. Para ello se valieron de la destreza de Wylie, los contactos de su CEO Alexander Nix, cercano a la nueva derecha norteamericana y su financiación, y la habilidad de Alexander Kogan, profesor asociado de la Universidad de San Petersburgo y diseñador del test que contaba con credenciales especiales por parte de Facebook por su actividad académica. El resultado: el acceso a la información de 87 millones de perfiles para con ellos segmentar la distribución de sus mensajes. Una cantidad ingente de datos que usaron, entre otros, para beneficio de las campañas de Donald Trump en 2016 y la del Brexit.

Así se gestó el escándalo de Cambridge Analytica

Aunque el caso ya era por sí mismo el mayor daño a la privacidad online que se había visto nunca, para Facebook y Mark Zuckerberg el vía crucis no acababa más que empezar. Del hilo de Cambridge Analytica surgieron otras informaciones de alianzas en las que la red social vendía los datos de sus usuarios y varios fallos de seguridad que exponían los de otros tantos. Ahora, un año después, sabemos que entre escándalos, alianzas empresariales y errores de privacidad se han visto afectados más de 140 millones de perfiles.

Ahora bien, a pesar de que el escándalo generó una ola de rechazo contra el uso de nuestros datos, ¿ha cambiado algo de verdad en nuestra privacidad? ¿Y en la responsabilidad de Facebook? Las multas por las primeras denuncias siguen todavía pendientes de sanción, al tiempo que Facebook sigue manteniendo un pseudomonopolio debido a que, y esto nunca hay que olvidarlo, también posee Instagram y Whatsapp, plataformas que al contrario de la red del 'me gusta' siguen creciendo sin parar. Este es el relato de todo lo que ha cambiado y lo que no a lo largo del último año.

El 'timeline' de escándalos y consecuencias que ha pasado en este año

¿Ha cambiado en algo nuestra privacidad? ¿Es Facebook ahora más seguro?

En principio, deberíamos pensar que sí, pero ya nos hemos fiado durante mucho tiempo. La primera respuesta poco después de saltar las informaciones por parte de Facebook fue aclarar sus políticas de privacidad. Se hicieron más transparentes, se puso límites a la información cedida a aplicaciones de terceros, y campañas como #DeleteFacebook, si bien no lograron que muchas personas borraran su cuenta, sí que tuvieron un peso importante en la concienciación sobre nuestros datos. También se permite desde hace un tiempo borrar nuestros mensajes en Messenger y se han eliminado multitud de perfiles y aplicaciones internas que traspasaban demasiadas líneas al recolectar los datos.

Mark Zuckerberg, en un post en su perfil de hace unos días, lanzaba además el compromiso de buscar la forma de implementar un nuevo Facebook 'ultratransparente' y centrado en las interacciones privadas, valiéndose de nuevos sistemas de cifrado. Aún no sabemos en qué se concretarán estos cambios, ni si Zuckerberg al hablar de una “nueva plataforma” deja entender que será distinta a Facebook, una nueva versión de la misma o simplemente una forma estética de insertar la palabra 'privacidad' en su discurso.

Zuckerberg quiere hacer a Facebook más privado después de un año de escándalos

En Europa, el GDPR también ha mejorado el cuidado que debe tener cualquier plataforma o web y se espera que sea también mediante esta norma por la que se imponga la primera sanción económica importante por no proteger la privacidad en la UE.

Sin embargo, Facebook ha demostrado seguir siendo de poco fiar. Hasta enero de este año, hace solo unas semanas, mantenía una app propia que compensaba a jóvenes usuarios con el pago de 20 dólares por el acceso a sus datos, supuestamente para mejorar sus análisis internos, y también hemos conocido su trabajo en patentes para predecir nuestra ubicación cuando la tenemos desconectada a través del polvo de la lente de nuestro smartphone, algo que suena demasiado a Gran Hermano.

A esta desconfianza se suma que Apple le retirara el acceso empresarial a su oferta de apps por su uso de datos, o las salidas de la compañía de los antiguos fundadores de Instagram, Whatsapp u Oculus, personas que mantenían un peso importante dentro de ella y que renunciaron en medio de los escándalos. Ninguno dejó unos motivos claros, pero todo apuntaba a que había fuertes tensiones a la hora de entender el futuro de las apps que crearon antes de verndérselas a Facebook.

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En el campo de las fake-news, el otro caballo de batalla con el que la plataforma ya luchaba antes de Cambridge Analytica, Facebook parece empezar a escudarse en las alianzas con organizaciones y proyectos de validación de datos para que haya un control más férreo que el que hasta ahora daba su algoritmo. Uno de estos últimos movimientos le ha llevado a firmar un acuerdo con los proyectos periodísticos Newtral y Maldito Bulo en España de cara a las elecciones del próximo 28 de abril, que como cualquier otro comicio será un campo minado de noticias falsas.

¿Le han pasado factura a Facebook todos los escándalos?

Resumiéndolo, se puede decir que Facebook a día de hoy no ha perdido prácticamente nada a nivel empresarial y económico pero sí mucho en reputación. Sus acciones unos días antes de que saltara el escándalo hace un año cotizaban a 183 dólares. Hoy, aunque tuvo una fuerte caída de más del 30% en diciembre, lo hacen rondando los 170 dólares, apenas un 7% menos. A cualquier inversor le gustaría tener su dinero en una compañía que recibe tantos impactos y críticas y solo perder ese porcentaje.

Facebook anunció una cifra de 16.914 millones dólares en ingresos, notablemente superior a los 12.972 millones de las mismas fechas del año pasado. Sus usuarios, aunque cayeron durante 2018 en un tímido millón en Europa fruto del desprestigio, volvieron a aumentar un 9% en total gracias sobre todo a las regiones en vías de desarrollo, hasta superar los 2.320 millones de perfiles.

Sí que existen algunos datos negativos sobre el uso de la red social. Una encuesta de Pew Research Center entre usuarios de norteamericana cuatificaba que un cuarto de sus consultados había decidido borrar la aplicación de su smartphone, al tiempo que los más jóvenes cada vez migraban más su actividad a Instagram, lo cual no es un problema para Facebook como compañía, ya que también es suya. Pero, en definitiva, Facebook tiene un problema reputacional con su marca Facebook, no como empresa.

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Facebook y el futuro: esperando multas y cambios

Un año después sigue quedando por ver cómo se concretan las sanciones que hay sobre Facebook por sus continuos escándalos y su maltrato a la privacidad. Tiene varias demandas abiertas: una desde la UE que podría suponer el 4% de su facturación por incumplimiento del GDPR, lo que supondría cerca de 2.000 millones de dólares. Otra de la Comisión Federal de Comercio, y varias causas abiertas en Estados norteamericanos por compartir datos con más de 150 compañías, que en la actualidad se está investigando como una causa penal.

Facebook, como red social, también está buscando formas de recuperar esa atención y esa credibilidad perdida. En los últimos meses se han conocido proyectos como LOL, una plataforma de memes integrada en la red social para atraer al público más joven, o Community Actions, su copia de Change.org. Todo mientras se acerca ese supuesto “nuevo Facebook” más privado que anunció Zuckerberg hace unos días.

Por su parte, Christopher Wylie, el hombre que destapó el escándalo, fichó a comienzos de año por H&M para volver a dedicarse a la que fue su actividad primigenia: la medición de datos de tendencias de compra, al tiempo que Alexander Nix, el ex CEO de Cambridge Analytica, fue despedido de Emerdata, otra consultora política creada después del estallido de la noticia como heredera de la anterior, y está pendiente de varias investigaciones.