No es ningún secreto que las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China están en horas bajas, con una creciente guerra comercial donde los posibles desenlaces pueden ser múltiples, a cada cual más preocupante. Esta situación ha salpicado recientemente de manera especial al panorama tecnológico con la prohibición del Gobierno norteamericano a las empresas del país en lo que a establecer tratos comerciales con Huawei se refiere.

Un hecho que pone en peligro la supervivencia del área de consumo de la marca asiática, especialmente desde que empresas como Google o AMR hayan comunicado que cesarán de darle soporte en los campos de software y hardware, respectivamente, desarmando así a la tecnológica china para continuar el desarrollo de sus productos. Sin embargo, podría haber una solución a todo este embrollo cuya llave estaría, ni más ni menos, en manos de Donald Trump.

Así lo ha dejado entrever el actual residente de la Casa Blanca, quien este jueves abría de forma inesperada una puerta a Huawei y hacía refulgir –aunque mínimamente– un halo de esperanza para la empresa china. "Huawei es algo muy peligroso. Miras lo que han hecho desde un punto de vista de seguridad, desde un punto de vista militar, y es muy peligroso", contestaba Trump a un periodista interesado por la situación, según recoge The Verge. Esto se enmarca de manera perfecta en las declaraciones emitidas en los últimos meses tanto por el Gobierno como por diferentes órganos dependientes del mismo, donde la tónica ha sido resaltar los compromisos intrínsecos a la marca para con las garantías de seguridad.

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Sin embargo, a pesar de estas premisas, el presidente procedía a asegurar que "es posible que Huawei incluso se incluya en algún tipo de acuerdo comercial. Si hiciéramos un trato, podría imaginarme que Huawei posiblemente estaría incluido de alguna forma, como parte de un acuerdo comercial". Una afirmación que no es tan significativa por el cambio radical que daría la situación de llegar a producirse un acuerdo como por lo que se puede inferir de ello.

El trasfondo de la situación

Más allá de si las declaraciones de Trump han sido completamente serias y un posible plan de negociación en el que esté incluido Huawei se encuentra realmente sobre la mesa o no, sus palabras estarían dejando ver una cuestión aún más compleja: que la suspensión de los derechos de comercio de la tecnológica se deban realmente –o hayan tenido como elemento motivador, al menos– a la guerra comercial entre ambos países.

El presidente norteamericano afirma que Huawei se encuentra donde está por la preocupación que supone la empresa para la seguridad nacional del país, apuntalando de esta forma el discurso que llevan meses sosteniendo de cara al exterior. Sin embargo, la mención a una posible inclusión en un trato comercial deja de lado esta cuestión, poniendo a la firma asiática como una pieza más en el tira y afloja de ambas naciones y levantando las sospechas de que el veto haya sido instigado no por la inquietud que supone de cara a la defensa nacional, sino con el fin único de elevar la posición de Estados Unidos frente a China en la guerra comercial.

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No es que esto no fuera algo hacia lo que muchos ya han apuntado en los últimos días, dado que cualquier factor puede ser decisivo para inclinar la balanza a favor de un país u otro, pero sí esparciría un mensaje extremadamente negativo devastador, de confirmarse, por evidenciar hasta el punto en el cual se encuentra dispuesto a llegar Estados Unidos para proteger sus intereses comerciales. Por descontado, nunca habrá una declaración oficial que admita la existencia de segundas intenciones en la emisión de la orden de prohibición del comercio entre Huawei y las empresas norteamericanas.

Por el momento, Huawei tiene una prórroga hasta el próximo mes de agosto para ordenar su relación con las marcas y esclarecer cómo va a ser su futuro en el caso de que la situación no se revierta. En el mejor de los escenarios, a pesar del indudable daño a su imagen, podrá continuar operando como hasta ahora si hay un acuerdo de por medio –que elevaría aún más las cuestiones hacia la motivación de Estados Unidos para instaurar el veto en primer lugar–; en el peor, las consecuencias para la marca son tan imprevisibles como poco halagüeñas.