Las vacunas son sin duda uno de los mayores descubrimientos científicos, desde que el ser humano comenzó a caminar sobre la faz de la Tierra. Gracias a ellas, muchísimas enfermedades que antaño causaban millones de muertes en todo el mundo hoy están “acorraladas”, con apenas unos cuantos casos cada año. Algunas incluso están erradicadas, o eso es lo que se suele creer.

Es cierto que para muchas personas, especialmente las más jóvenes, enfermedades como la difteria, la tos ferina o la poliomelitis pueden sonar como algo casi medieval, de lo que solo conocen historias familiares lejanas. Sin embargo, ninguna de estas enfermedades está erradicada totalmente en el mundo y, de hecho, si se cesa la vacunación podrían reaparecer, como muchas ya lo están haciendo.

¿Qué tipos de vacunas existen?

Por el momento, la única enfermedad que sí se considera erradicada al cien por cien es la viruela, aunque durante años los científicos han previsto que la poliomelitis podría seguirla pronto. Ahora, un nuevo estudio, llevado a cabo por científicos de la Universidad del Sur de California, podría llevar la vacuna ya existente un paso más allá, colocando el fin de la enfermedad en un futuro cercano.

El fin de la viruela

Durante siglos, la viruela ha protagonizado terribles epidemias, que han matado a millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, gracias al desarrollo de una vacuna, desarrollada por por primera vez por el médico Edward Jenner, poco a poco fue desapareciendo del planeta, hasta finalizar en 1977, tras la infección de un joven somalí de 23 años, considerado hoy como el último enfermo. Tres años más tarde, en 1980, la Organización Mundial de la Salud confirmaba por fin que la viruela se había convertido en la primera enfermedad totalmente erradicada del planeta.

Casi cuatro décadas después, la medicina ha avanzado mucho, aunque ninguna otra enfermedad del ser humano ha podido erradicarse. Solo se ha logrado añadir a la lista a la peste bovina, una afección que solo afectaba al ganado, aunque podía contagiarse fácilmente al ser humano. ¿Pero qué ha convertido a la viruela en la primera enfermedad de la lista?

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Para empezar, se trata de una enfermedad que solo afecta a los humanos. Esto es una gran ventaja, ya que no se crean reservorios de animales que puedan contagiar a las personas. Buen ejemplo de ello sería el virus de la fiebre del Nilo Occidental, cuyo reservorio principal son las aves, o los paramixovirus, causantes de enfermedades como el sarampión o las paperas, para los que los murciélagos constituyen uno de sus reservorios más importantes.

Por otro lado, el virus de la viruela es muy estable y homogéneo genéticamente, por lo que una vez detectada una forma de combatirlo no aparecerán nuevas variantes que puedan evadirlas. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con el virus de la gripe, cuya gran variabilidad obliga a tener que administrar una nueva vacuna cada temporada. Además, todos los portadores de viruela tenían síntomas, por lo que se podía detectar y confinar a tiempo, antes de que se expandiera. Por último, una vez que una persona pasaba el virus quedaba inmunizada para siempre, de un modo similar al que ocurre con otras enfermedades, como la varicela.

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La polio: siguiente candidata

Aunque durante cuarenta años ha sido imposible acabar con cualquier otro virus humano, ya hay un candidato a convertirse el siguiente: el causante de la poliomelitis.

Las causas por las que podría desaparecer pronto son similares a las de la viruela: solo afecta al ser humano, no hay portadores a largo plazo, el virus sobrevive en el ambiente muy poco tiempo y, sobre todo, ya existe una vacuna segura, eficaz, barata y que genera una inmunidad para toda la vida. Gracias a todo esto, en 2017 solo se documentaron 22 casos, distribuidos por Nigeria, Papúa Nueva Guinea, Siria y Pakistán.

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De hecho, se considera que esta enfermedad, causante de parálisis y discapacidad permanentes, ya está erradicada en buena parte del planeta. En España el mayor brote de polio se dio entre 1945 y 1963 y el último caso endógeno se registró en 1988. Hubo que esperar más para que desapareciera totalmente del continente europeo. Concretamente, la OMS declaró a Europa como libre de la enfermedad en 2002, ocho años después de América, cuyo último caso se dio en Perú, en 1994. También se considera como erradicada en el Pacífico Occidental, desde 1997, y en el sudeste asiático, desde 2011.

Tal era el ritmo al que la enfermedad parecía desaparecer que en mayo de 1988 la Asamblea Mundial de la Salud aprobaba un plan con el objetivo de erradicar la polio del planeta para el año 2000. A la vista está que no fue posible, ¿pero por qué?

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El principal hándicap con el que se encuentra la vacuna, que tan buenos resultados ha dado en casi todo el mundo, es la necesidad de tener sistemas de refrigeración, tanto para su transporte como para su almacenamiento. Esto es algo que parece muy sencillo en países desarrollados, pero en las regiones con menos recursos es un verdadero problema. Por eso, un equipo de investigadores de la Universidad del Sur de California acaba de desarrollar una nueva presentación de la vacuna, que ya ha dado muy buenos resultados en ratones.

Como se puede leer en el estudio, publicado recientemente en mBio, se trata de una vacuna liofilizada (en forma de polvo), que se puede almacenar a temperatura ambiente y rehidratarse justo antes de su administración. Durante sus experimentos, la mantuvieron en polvo durante cuatro semanas y, una vez terminado el proceso, generó una protección completa en ratones.

Si en humanos genera la misma protección podría ser la gran solución para prevenir la enfermedad en los niños que viven en países con tasas de vacunación irregulares, tanto por la falta de recursos económicos como por la carencia de buenos sistemas de refrigeración. Podría ser el último asalto para noquear de una vez por todas a la polio.

Hasta entonces, no debemos olvidar que tanto esta como otras enfermedades no han desaparecido, aunque pueda parecerlo. Por eso, no debemos dejar de vacunarnos, pues los virus están ahí fuera y las vacunas son las únicas armas que tenemos para protegernos de ellos. ¿Dejaríamos la puerta abierta por la noche sabiendo que hay un ladrón suelto en la ciudad, aunque solo fuera uno, entre un montón de gente? Lo más probable es que no. ¿Por qué dejaríamos entonces la vía libre a las enfermedades?