“Beber sangre de jóvenes podría ayudarte a vivir más tiempo y prevenir las enfermedades relacionadas con la edad, según un estudio”. Así empezaba un artículo publicado recientemente en The New York Post, sobre el uso de sangre de individuos jóvenes para luchar contra el envejecimiento.
La búsqueda del elixir de la eterna juventud es una tarea muy antigua, que se remonta a varios miles de años atrás. Uno de los primeros interesados fue el emperador chino Qin Shi Huang, quien murió a los 39 años de edad a causa de las grandes cantidades de mercurio que ingería, precisamente, por su supuesto potencial para concederle la vida eterna.
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No fue el único gran señor que, no contento con todos los placeres terrenales a los que podía acceder gracias a su clase social, decidió invertir hasta su último aliento en buscar una forma de vivir más tiempo. Resulta espeluznante el caso de Erzsébet Báthory de Ecsed, más conocida como la condesa sangrienta. Cuenta la leyenda, que esta aristócrata húngara estaba obsesionada con matar a muchachas jóvenes, de entre 9 y 16 años, pues creía que bañándose en su sangre podía conseguir que su belleza y lozanía perduraran eternamente. Más tarde, comenzó también a beber directamente la sangre de sus víctimas, a través de mordiscos en sus mejillas. Hoy en día se cree que realmente no cometió tales crímenes, sino que todo fue fruto de la invención de sus enemigos políticos.
Tanto el caso de Qin Shi como el de Erzsébet Báthory no eran más que el fruto de supercherías sin fundamento. Sin embargo, hoy en día, la ciencia está haciendo grandes avances en el estudio de métodos que podrían tener importantes aplicaciones futuras para conseguir, no vivir eternamente, pero sí hacerlo con más salud. Lamentablemente, la obsesión del ser humano con la eterna juventud sigue estando vigente, por lo que muchas veces las conclusiones de estos estudios se magnifican, dando lugar a creencias erróneas entre la población.
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¿Qué dicen los estudios?
En 2014 se publicaron casi simultáneamente dos estudios en los que se analizaban los efecto de transferir a ratones mayores el plasma sanguíneo de roedores más jóvenes.
El primero, publicado en Nature Medicine de la mano de científicos de la Universidad de Stanford, confirma algo que ya se sabía y da información nueva al respecto. Por un lado, vuelve a demostrar que la inyección del plasma sanguíneo de animales jóvenes promueve la formación de nuevas células nerviosas en los más viejos. Por otro, analiza cómo afecta esto a las capacidades cognitivas de los ratones. Así, pudieron comprobar que se producía una clara mejora en su memoria y capacidad de aprendizaje.
El segundo estudio apareció un día más tarde, en Science. En este caso fueron investigadores de la Universidad de Harvard, los que se lanzaron a comprobar los efectos de esta transfusión entre roedores de distintas edades. Sin embargo, no inyectaron directamente el plasma, sino una proteína concreta: GDF11. Una vez transferida la proteína de ratones jóvenes a otros, con una edad equivalente a los 70 años humanos, comprobaron que se producían cambios muy positivos, tanto sobre su cerebro como sobre sus músculos. Por lo tanto, sus capacidades cognitivas y motoras mejoraban notablemente.
Consejos comunes, pero efectivos, para mejorar la memoria
Dos años más tarde, un nuevo trabajo, presentado en la reunión anual de la Sociedad para las Neurociencias, analizaba los efectos de inyectar sangre de adolescentes humanos en ratones de doce meses, una edad equivalente a aproximadamente cincuenta años humanos. Se administró a los animales un total de dos inyecciones a la semana, durante tres semanas. Pasado ese tiempo, tuvieron un desempeño en pruebas de memoria y cognición muy similar al de ratones más jóvenes.
Finalmente, uno de los últimos trabajos al respecto ha sido conducido por tres investigadores del University College, de Londres, y publicado en Nature. En él, realizan una revisión de los estudios más importantes sobre envejecimiento, la mayoría de ellos estudiados en animales modelo, como ratas, ratones y peces. Entre las herramientas descritas, se encuentra la transfusión de factores derivados de la microbiota o el plasma sanguíneo de individuos jóvenes a otros de más edad.
Los mitos del envejecimiento
Por lo tanto, se puede comprobar que, efectivamente, hay estudios muy prometedores en torno a este tema. ¿Se pueden hacer entonces conclusiones como que beber sangre de jóvenes nos podría ayudar a vivir más tiempo? Lo cierto es que eso está a una distancia abismal de la realidad.
Ratones e inyecciones
La principal razón por la que se deben ver estos estudios con positividad, pero también con cautela, es que prácticamente todos ellos han sido realizados en ratones. Es cierto que son animales muy utilizados en investigación, por tener algunas características biológicas similares a las nuestras. Sin embargo, no se puede afirmar tajantemente que un tratamiento vaya a funcionar en humanos por el simple hecho de que lo haya hecho en ratones.
Algunos de los investigadores responsables de estos estudios han anunciado que esperan poder realizar ensayos en humanos pronto; pero, de momento, se debe mantener la cautela.
Por otro lado, no se debe olvidar que en la mayoría de casos se han realizado transfusiones de plasma sanguíneo, mientras que en ninguno se ha bebido la sangre. Poco podría hacer en el sistema digestivo y, por supuesto, tampoco untándola sobre la piel al estilo de la condesa sangrienta.
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Un negocio muy lucrativo
Quienes sí han asegurado haber realizado ensayos en humanos son los responsables de Ambrosia, una empresa de San Francisco que lleva varios años ofreciendo a sus clientes transfusiones de sangre joven para envejecer con mejor salud. Esto, lógicamente, no es gratis, ya que cobran 8.000$ por dos litros y medio, según explicaban el año pasado en un artículo sobre ella en The Guardian.
Todo esto se apoya en un estudio llevado a cabo por la propia empresa, en el que, según cuentan también en The New York Post, participaron 70 personas mayores de 35 años, a las que se les inyectó, con muy buenos resultados, sangre de individuos de entre 16 y 25 años. Considerar como “viejos” a participantes por encima de los 35 años no sólo es una ofensa para muchas personas, sino un criterio poco acertado de cara a la realización del estudio. Un tamaño muestral de 70 tampoco es especialmente representativo y, además, los intereses de la empresa en que todo salga bien llevan a cuestionar la viabilidad del estudio.
Ciencia para volver a ser joven
Definitivamente, los últimos estudios sobre envejecimiento podrían facilitar que en un futuro el ser humano pueda vivir sus últimos años con mejor salud y, ¿quién sabe?, quizás también durante un poco más de tiempo. Sin embargo, se trata de un camino largo, del que aún falta mucho recorrido por andar. Por eso, es importante recibir estas noticias con pensamiento crítico, para evitar caer en errores fruto de la desesperación, del mismo modo que le ocurrió a Qin Shi.