Aaron Munoz / Unsplash

Obtener la eterna juventud es un objetivo que la humanidad ha buscado con ahínco. Desde la antigua China a los alquimistas del medievo y hasta los del Renacimiento se avocaron a la pesquisa del elixir de la vida eterna, así como de incontables pócimas de todo tipo para detener el envejecimiento. De alguna forma en la actualidad la búsqueda continúa, aunque, afortunadamente —y no en todos los casos—, con métodos más seguros. Y es que no es raro encontrar en la antigüedad sorprendentes supuestos elixires que más bien ponían en peligro a las personas que los usaban, como el consumo de minerales y otros elementos como mercurio y oro.

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Un caso conocido lo encontramos en la corte de Francia del siglo XVI. Diana de Poitiers fue una importante figura aristocrática de la época que, primero, sirvió como dama de honor para Claudia de Francia, Luisa de Saboya y Leonor de Austria y más tarde sería consorte de Enrique II desde que este era aún Delfín de Francia. A de Poitiers se le describe a menudo como una mujer inteligente, astuta y que utilizó su posición para el mecenazgo de muchos artistas; fue encargada de la educación de los hijos de la familia real. Otro aspecto de ella fue su notable belleza. Al menos así la describe el historiador francés Brantôme: con una apariencia "semejante a la de los semidioses".

Diana de Poitiers / Autor desconocido

Brantôme va más allá y explica que él pudo visitar a de Poitiers en el castillo de Anet, a donde ella se retiró a pasar sus últimos años luego de que el rey muriera. Dicho encuentro tuvo lugar seis meses antes del fallecimiento de Diana, ocurrido el 25 de abril de 1566. El historiador cuenta que quedó fascinado por la belleza de Diana pues asegura que a los 67 años tenía una apariencia de 30 y que "de haber vivido 100 años más, ella no habría envejecido".

No conozco un corazón tan duro que no se hubiera movido ... por su belleza, gracia y majestad, su bella apariencia seguía siendo la de siempre. Y, sobre todo, tenía la piel muy pálida, sin maquillaje alguno.

Ahí también deja registro sobre el supuesto elixir que Diana bebía todas las mañanas: oro potable "y otras drogas", sin más especificación sobre lo último. El oro potable tuvo bastante fama durante la época para esos propósitos, y aunque su uso se remonta hasta unos 1500 años a. C., fue retomado por alquimistas como Paracelso y más tarde por Michael Scot, Roger Bacon y Arnaud de Villeneuve, quienes escribieron sobre el "Aurum potabile" u oro potable, y cómo obtenerlo. Se creía que esta agua aurea tenía propiedades curativas y hacía "indestructible" el cuerpo de quien la consumía.

Ya podemos adivinar que se trataba de un "remedio" solo para las clases privilegiadas. Al parecer lo que expresó Brantôme fue confirmado cuando se estudiaron, muchos años más tarde, en 2008, los restos de Diana de Poitiers —que fueron rescatados de una fosa común ya que su tumba fue profanada por los miembros del Comité de la Revolución y además de depositarla en la fosa se quedaron con su cabellera como trofeo—. En el análisis de los restos de Diana se halló una concentración de oro muy alta y evidencias de complicaciones de salud probablemente por el consumo de su famoso elixir. También se analizó su cabello —de un guardapelo encontrado en el castillo de Anet— y, además de los altos índices de oro en él, se determinó que era demasiado delgado, una anomalía relacionada con los síntomas de intoxicación por oro.

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Crisoterapia

La crisoterapia es la aplicación de compuestos de oro con fines medicinales, y, contrario a lo que se puede pensar, no es una práctica que se erradicó en épocas posteriores a la de Diana de Poitiers. La medicina moderna ha cambiado la forma en que se consume y se aplican los compuestos de oro, sin embargo se le siguen adjudicando beneficios que los estudios científicos han encontrado limitados y sólo para ciertos padecimientos como la artritis reumatoide y algunas enfermedades raras de la piel.

Ciencia para volver a ser joven

Así pues, aunque el oro sigue siendo un material muy preciado por su estabilidad, maleabilidad y belleza, por su uso como valor especulativo, por ejercer funciones vitales en el área de las comunicaciones y muchas más aplicaciones, la ciencia se ha encargado de desmitificar sus usos "mágicos" y curativos. Eso sí, y a pesar del tiempo transcurrido desde que Diana de Poitiers deslumbrara con su belleza, las cosas no han cambiado mucho: la búsqueda del elixir de la eterna juventud continúa, con otros matices y otros métodos pero sigue vigente.

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