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Fuente: Pixabay.

"La cara es el espejo del alma". Así lo asegura un proverbio muy popular del refranero español que alude, según el Instituto Cervantes, al estado de salud y de ánimo. Nuestro rostro también refleja de forma inevitable el paso de los años y la aparición de las temidas arrugas. Estos surcos en la piel están directamente relacionados con el envejecimiento y, frecuentemente, han sido bautizados con denominaciones muy conocidas como las patas de gallo y el código de barras. Pero ¿qué determina su aparición?

A la hora de preguntarnos por qué se producen las arrugas, es fundamental hablar del envejecimiento cutáneo. Este proceso fisiológico, cuyas manifestaciones suceden de forma natural a partir de los 25-30 años, es irreversible. En realidad la piel envejece al mismo tiempo que el resto del cuerpo; sin embargo, las manifestaciones en ella son más visibles. No obstante, existen una serie de factores que pueden acelerar el envejecimiento cutáneo y, por tanto, la aparición de las arrugas.

Por qué aparecen las arrugas

El paso del tiempo provoca cambios visibles en nuestra piel, como alteraciones en su color y textura, la aparición de arañas vasculares —llamadas telangiectasia— y de zonas flácidas, la modificación de su elasticidad —un proceso denominado elastosis— o el desarrollo de las propias arrugas. El envejecimiento cutáneo además trae consigo el debilitamiento progresivo de la función de barrera protectora de la piel, la ralentización del intercambio de oxígeno en sus células o la pérdida de humedad.

Con el paso de los años, la piel madura acumula modificaciones principalmente en tres capas: la subcutis, la dermis y la epidermis. Poco a poco el tejido adiposo, es decir, la grasa, va disminuyendo, mientras que la dermis —la cutis a nivel profundo— también se va reduciendo, como consecuencia de la pérdida de la estructura fibrilar del tejido conectivo y de su capacidad de retener agua. Por último, la unión entre la dermis y la epidermis va disminuyendo su consistencia, con lo que las fibras elásticas degeneran, dando paso a las temidas arrugas. Su aparición, no obstante, no depende solo del propio envejecimiento.

La luz solar acelera el envejecimiento y las arrugas

Las causas que determinan el desarrollo de las arrugas incluyen factores genéticos, es decir, los antecedentes familiares y dos parámetros que suelen pasar más desapercibidos. El componente individual más importante es, de hecho, la exposición solar: solo hace falta comprobarlo viendo distintas regiones del cuerpo, la cantidad de luz que reciben y su diferente envejecimiento. Además de acelerar la aparición de las arrugas, también puede influir en la pérdida de elasticidad, engrosamiento o el desarrollo de manchas.

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Crédito: Jennifer R.S. Gordon y Joaquin C. Brieva (NEJM)

Un estudio publicado en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine ilustra a la perfección la influencia de la luz solar en la aparición de las arrugas y el consiguiente envejecimiento. En la imagen aparece un hombre que fue camionero durante décadas. Dado que los rayos ultravioleta del Sol penetraban a través de la ventana del vehículo, el lado izquierdo de su cara sufrió "un engrosamiento de la epidermis y el estrato córneo, así como la destrucción de las fibras elásticas", incrementando el número de arrugas de forma significativa en comparación con la otra zona de su rostro.

¿Más o menos arrugas? El impacto del tabaco

Además de la exposición solar, existen otros factores exógenos que conducen al envejecimiento prematuro de la piel. La influencia del clima y de productos dañinos como el alcohol y el tabaco también están detrás de los cambios cutáneos. Según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), los cigarrillos son "el segundo tóxico, después del Sol, mejor estudiado en la piel".

Los estudios epidemiológicos, continúa la AEDV, han determinado que "el riesgo de arrugas de las mujeres fumadoras es casi el triple respecto a quienes no consumen tabaco y el doble en el caso de los hombres". Existen investigaciones en gemelos que han fumado y que no, donde se demuestra el impacto de este hábito perjudicial en el envejecimiento cutáneo y en la aparición de las arrugas. Las siguientes fotografías corresponden a un trabajo publicado Plastic and Reconstructive Surgery donde se demuestra que "una diferencia de 5 años en el historial de tabaquismo puede causar diferencias notables en el envejecimiento facial en gemelos".

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Crédito: Haruko C. Okada et al. (Plastic and Reconstructive Surgery)

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Crédito: Haruko C. Okada et al. (Plastic and Reconstructive Surgery)

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