Regresamos para el cierre de la irregular temporada once a la trama principal de The X-Files, la de las conspiraciones redefinidas para el exterminio de la raza humana y la colonización del espacio con William o Jackson van de Kamp (Miles Robbins) como clave del futuro, en “My Struggle 4” (11x10). Sabíamos de la importancia histórica de este muchacho desde las menciones a la una profecía relacionada con él en “Providence” (9x10). Y la secuencia inicial del último episodio emitido, de nuevo con un montaje dinámico con distintas escenas anteriores y la voz en off precisamente del hijo de Scully, nos resume algunas de las cosas que nos han revelado en las tres primeras partes de “My Struggle” (10x01, 10x06, 11x01) y en “Ghouli” (11x05) y, además, nos cuenta por fin cómo fue la infancia de William y qué tal le ha ido en su difícil adolescencia como ser humano prodigioso.
La forma en que explica la persecución implacable a la que le someten agentes del Gobierno a las órdenes del Fumador (William B. Davis) nos recuerda a la misma que tuvo que sufrir otro chaval extraordinario, el pequeño Gibson Praise (Jeff Gulka), desde “The End” (5x20), extendida a “The Beginning” (6x01), “Within” (8x01) y “Without” (8x02). Pero la voz en off concluye y, justo antes de los títulos, nos lanzan una escena gravísima con el agente Fox Mulder (David Duchovny) y el Fumador, la cual nos trae a la memoria otra parecida de “One Son” (6x12) con Jeffrey Spender (Chris Owens), y apunta a que van a contarnos lo sucedido aquí con un enorme flashback. Y la sustitución de la frase habitual de la serie por “Salvator Mundi” hace referencia al concepto de Jesucristo como salvador de la humanidad y, también, a lo que la secta ufológica cuyo líder era Zeke Josepho (Denis Forest) pensaba de William como lo mismo, según lo descubierto en el ya mencionado “Providence”.
Mulder busca al que cree su hijo, y el director adjunto Walter Skinner (Mitch Pileggi) se enfrenta, primero, al subdirector Alvin Kersh (James Pickens Jr.), que ahonda en lo contradictorio de su comportamiento antagonista en “Kitten” (11x06) y, para rematar, amenaza con la clausura de los expedientes X, lo que ya ha ocurrido en “The Erlenmeyer Flask” (1x24), en el aludido “The End” y en “The Truth” (9x19), y después, al Fumador por el trato que supuestamente hizo en “My Struggle 3” como en los viejos tiempos sobre la cuerda floja. En otro largo flashback, Mónica Reyes (Annabeth Gish) juega sus cartas para el bando del Fumador y miente vergonzosamente a Mulder para acabar con su enemigo, el señor Y (A. C. Peterson). La búsqueda y las persecuciones transcurren sin mucho interés para el espectador, con la asistencia de Erika Price (Barbara Hershey); William exhibe su carácter sin estabilidad y su incoherencia como personaje, con ideas disparatadas, y cuando Mulder da con él, la falta de emoción resulta lastimosa.
Pero ni por un segundo debemos suponer que el Chris Carter de esta etapa de The X-Files no puede empeorarlo todo, y lo consigue en la deslavazada última secuencia, la de una huida por entero absurda en la que los trucos al estilo de “Kitsunegari” (5x08) no sirven ni al espectador le asombra a estas alturas, la de una carnicería infame, innecesaria por demás y sin ningún sentido, que no le hace justicia a uno solo de los seres de ficción que llegamos a amar en otra época, sin que nada de lo que vemos nos acelere ni un poquito el pulso si no es de pura indignación. Y, encima, coronan este despropósito incomprensible tratando de repetir la sorpresa con que termina “Requiem” (7x22), gozosa y a años luz de esto, con un toque del desenlace de “Existence” (8x21). Menudo cirio sin pies ni cabeza. Es el peor final de temporada de todos.