Resucitar a un mito de la ciencia ficción y el misterio televisivos como *The X-Files*, que alcanzó unas cotas de calidad extraordinarias en sus temporadas centrales y nunca debió acabar sin un cierre adecuado, no es tarea fácil, sobre todo después de los casi catorce años que lleva fuera de antena. La alegría por su regreso tras esa decisión difícilmente comprensible de alejarse de la trama principal en I Want to Believe, la segunda y algo incomprendida película de estreno en la gran pantalla, no debe nublar nuestra capacidad crítica para que aceptemos cualquier resultado; la nostalgia es peligrosa en ese sentido.Resucitar a un mito de la ciencia ficción y el misterio televisivos como 'The X-Files' tras casi 14 años fuera de antena no es tarea fácil
De hecho, para empezar, si la serie había finalizado en 2002 por el puro agotamiento que redujo las audiencias y la constancia de sus protagonistas, David Duchovny y Gillian Anderson, cuando supimos que el rodaje del segundo filme estaba programado para 2008, a algunos nos ilusionó pensar que iban a terminar la historia de la conspiración extraterrestre por todo lo alto, con algo tan satisfactorio como lo que lograron con la primera película, Fight the Future, en 1998.
Sin embargo, fue decepcionante comprobar que su creador, Chris Carter, había optado por llevar al cine un largo episodio “del monstruo de la semana”, y eso no es lo que necesitaba The X-Files, sino que la zanjasen de una vez: el rumbo y el destino han de estar fijados en cualquier narración por un sencillo respeto hacia la propia obra, hacia el equipo que dedica tanto tiempo a realizarla y hacia los espectadores que la siguen; con gusto, pero también paciencia.La alegría por el regreso de la serie no debe nublar nuestra capacidad crítica para que aceptemos cualquier resultado
Y esta décima temporada, lejos de demostrar ese respeto, peca de lo mismo que llevó al agotamiento de la octava y la novena temporadas y a la decepción de la segunda película, a la sensación de que Carter pretende seguir explotando a la gallina de los huevos de oro en vez de darle una conclusión noble a su obra más reconocida. Si estos seis nuevos capítulos se hubiesen centrado en los elementos mitológicos de la serie para zanjar los hilos argumentales abiertos, en vez de añadir otras cuatro historias episódicas, no habría sido así.
Pero no sólo eso; otro de los problemas de la segunda película fue que rompía con lo que se estableció en la novena temporada acerca del tremendo peligro que corrían los personajes protagonistas, los inolvidables Fox Mulder y Dana Scully, que les obligó a tomar medidas drásticas para enfrentarse a ello y huir. Y la décima temporada no solamente incide en este aprieto sino que, además, los nuevos giros argumentales sobre la naturaleza de la conspiración tiran por tierra gran parte de la elaborada construcción mitológica de las anteriores, destruyendo la continuidad y con un apresuramiento un tanto enojoso que no ayuda en absoluto a paliar el riesgo de la inverosimilitud.Lo que necesita 'The X-Files' después de lo que llegó a alargarse en su momento es que la zanjen de una vez
Un cambio tan radical ya sucedió en el episodio triple que une la cuarta temporada y la quinta, durante “Gethsemane” (4x24), “Redux” (5x01) y “Redux 2” (5x02), y duró hasta mediados de esta última, hasta “The Red and the Black” (5x14), pero se constituyó durante esos tres fascinantes primeros episodios, no en unos minutos como en “My Struggle” (10x01), con una mayor profundización en “My Struggle 2” (10x06), ambos escritos y dirigidos por el propio Carter.
A estos inconvenientes se le une otro esencial en la décima temporada: los personajes y el imaginario de la serie siguen ahí, pero no el estilo de la hechura cinematográfica; ya no es la misma planificación visual ni la misma cadencia tan características, con tanto y tan solvente empaque, y ni siquiera la banda sonora de Mark Snow resulta especialmente reconocible más allá del tema cardinal; si bien se agradece que los títulos sean los mismos de siempre en vez del despropósito rejuvenecedor que fabricaron para la novena temporada, u otros.
Es decir, está claro que se trata de The X-Files por sus componentes, pero parece que un equipo distinto hubiera retomado la realización, y dado que son los mismos responsables, esto se debe a los cerca de tres lustros que han pasado desde que abandonaron la rutina del rodaje de las temporadas precedentes, a que “han perdido el toque”, y a que nos faltan personas como Frank Spotnitz, Vince Gilligan y John Shiban al mando de los guiones, y Rob Bowman, David Nutter, RW Goodwin y, sobre todo, el fallecido Kim Manners a cargo de la dirección. Sí, es cierto que Carter, Glenn Morgan, James Wong y Darin Morgan son del equipo original, pero no pocos de los mejores episodios de la primera etapa fueron cosa de los ausentes.La décima temporada de la serie destruye la continuidad con un apresuramiento que no ayuda a paliar el riesgo de resultar inverosímil
Así, los casos paranormales de “Founder’s Mutation” (10x02), “Mulder and Scully Meet the Were-Monster” (10x03), “Home Again” (10x04) y “Babylon” (10x05) no fascinan o perturban demasiado ni brillan en ningún momento de su metraje, como sí lo hicieron en otra época “Leonard Betts” (4x12) o “Christmas Carol” (5x06), ni tampoco las dos partes de “My Struggle”. Y la apuesta humorística de la temporada que es el tercer capítulo, tan valorado por muchos, no le llega a la altura del betún a cumbres de la autoparodia como el fantástico “Bad Blood” (5x12).
No es de recibo, por otro lado, que recuperen a la querida Margaret Scully (Sheila Larken) para algo como lo de “Home Again”, ni que a Frohike, Langly y Byers (Tom Braidwood, Dean Haglund y Bruce Harwood) les ofrezcan una aparición tan pueril como la de “Babylon”, ni que destrocen la probada entereza de un personaje como Monica Reyes (Annabeth Gish) en “My Struggle 2”, ni que ni tan siquiera mencionen a John Doggett. Todo ello sin olvidar que lo de nuestro villano favorito fuerza mucho los goznes de la suspensión de la incredulidad.
Y por si todo lo antecedente fuera peccata minuta, el final de la temporada, con un cerrojazo que abochorna por lo impreciso, está marcado por una traición a uno de los principios fundamentales de la serie: que todo el desarrollo de la conspiración con los alienígenas, por muy global que fuera, nunca salía a la luz pública ni terminaba afectando a una parte significativa de los seres humanos, como todo buen material de conspiranoia.Quizá el mejor episodio de la décima temporada sea “Founder’s Mutation”, que se enfoca sutilmente en las tribulaciones de Mulder y Scully sobre William
Pero no estoy siendo incoherente pues, aunque suponga un avance en la dirección de finiquitar el gran lío con los hombrecillos verdes de una vez por todas, no era necesario escenificar el acontecimiento más temido a la vista del mundo entero como en cualquier otra narración apocalíptica: para preparar una tortilla hay que romper algún huevo, pero no hace falta añadirle ingredientes que no le son propios, y **las resoluciones de The X-Files han ocurrido siempre bajo cuerda.
Quizá el mejor episodio de la décima temporada sea el segundo, “Founder’s Mutation”, porque se enfoca sutilmente en las tribulaciones de Mulder y Scully sobre William, de modo que lo que indagan les sirve como catalizador de su situación anímica y personal**, algo que tiene en común con “Home Again” y que es de verdad identificable, ya no sólo de la serie, sino también de todos aquellos relatos con la suficiente profundidad y elaboración compleja de la ficción más hábilmente concebida.
Esperemos que las próximas temporadas, que ha confirmado Carter gracias a las buenas audiencias, nos encandilen con ello, que la trama vuelva a su ser y que The X-Files recupere las sugestivas maneras que la convirtieron en el mito del misterio y la búsqueda de la verdad que un día fue.