El año 2017 ha marcado un punto de inflexión en la historia de Hollywood. Se ha roto el silencio cómplice que sostenía y perpetuaba el machismo insoportable escondido tras la apariencia de perfección que la cuna de la industria del cine tanto se esforzaba por demostrar.

Miles de casos de violencia machista han salido a la luz gracias al movimiento #metoo, una acción global que surgió en las redes sociales para darle voz a las víctimas de un sistema de poder que legitima los comportamientos de agresores como Harvey Weinstein, Casey Affleck o Woody Allen. Un movimiento de unión y apoyo colectivos que, una vez más, ha servido para evidenciar la importancia que puede tener un acto de valentía a la hora de prender la mecha que podría hacer arder los cimientos de todo un sistema.

Sin embargo, este hito que para tantas mujeres ha supuesto un enorme paso en la lucha contra el machismo, apenas es, para desgracia de todos, una pequeña grieta en el muro de la realidad dominada por hombres a la que todas nos enfrentamos a diario. Una realidad de la que la Academia hace gala cada año en lo que tradicionalmente se ha concebido como el paradigma de los premios en una industria con un claro sesgo machista.

Si bien es cierto que de un tiempo a esta parte los denominados “premios de la Academia” no han estado exentos de polémica, sus estadísticas no se han visto afectadas de forma significativa por las innumerables proclamas que muchos artistas han venido reivindicando a lo largo del tiempo.

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Unos premios de tradición machista

Desde que se celebró la primera ceremonia de los Óscar en 1929, únicamente 4 mujeres han sido nominadas al galardón a la mejor dirección: Lina Wertmüller (Seven Beauties), Jane Campion (The Piano), Sofia Coppola (Lost in Translation) y Kathryn Bigelow (The Hurt Locker).

A día de hoy, Kathryn Bigelow sigue siendo la única mujer en la historia de los premios que ha ganado una estatuilla en esta categoría. Lo que supone que, de los 88 galardones que han sido entregados en todo este tiempo, sólo uno de ellos ha sido recibido por una mujer. John Ford, el director varón más premiado, ha obtenido un total de 4 premios.

En líneas generales, si nos fijamos en los nominados con más galardones, también encontramos una importante brecha entre ambos sexos. Frente a las 59 nominaciones de Walt Disney, Edith Head es, con 35 nominaciones, la mujer que más ha recibido. Finalmente, Disney se llevó a casa un total de 22 estatuillas en diversas categorías, frente a los 8 premios que Head ganó, todos ellos en la categoría de mejor diseño de vestuario.

El máximo número de estatuillas en una sola noche es también para Walt Disney, que recibió un total de 4 premios. Fran Walsh es la única mujer que se ha llevado 3 óscares en la misma noche, todos por The Lord of the Rings: The Return of the King.

Rompiendo barreras en 2018

Esta edición, los premios de la Academia tampoco nos traen cifras muy halagüeñas, al menos por ahora. Haciendo un recuento de las nominaciones, podemos ver que sólo hay 34 mujeres, frente a los más de 130 varones nominados.

Sin embargo, también es importante destacar los pasos que se han dado este año de la mano de grandes profesionales que sin duda serán las verdaderas protagonistas de esta edición.

Steve Dietl / Netflix

Rachel Morrison ha hecho historia al convertirse en la primera mujer nominada en la categoría de mejor dirección de fotografía, gracias a su trabajo en la película Mudbound. Esta cinta, original de Netflix, también ha recibido otras tres nominaciones, dos de ellas para la actriz y cantante Mary J. Blige en las categorías de mejor actriz de reparto y mejor canción.

La actriz Meryl Streep vuelve a ser protagonista, ya que revalida su título como artista más nominada de la última década, con un total de 21 nominaciones.

Tres grandes ejemplos de cómo las mujeres se van abriendo paso a golpe de talento en un camino al reconocimiento plagado de obstáculos. Gracias a ellas y a muchas otras mujeres que luchan sin descanso por romper las barreras del machismo, cada día estamos un poco más cerca de conquistar los espacios que nos han sido arrebatados. Ya veremos hacia dónde se inclinan las balanzas.

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Desde luego este año ya hemos podido notar, en algunas decisiones tomadas por la Academia de cara a la gala, que se han dado cuenta de que algo tiene que cambiar y que no pueden continuar haciendo oídos sordos ante las miles de agresiones que por fin se han hecho públicas, al menos no de cara a la galería.

Después del rechazo generado en la gala del pasado año por sus casos de acoso, las 19.500 firmas recogidas para vetar la presencia de Casey Affleck en la ceremonia de este año han surtido efecto. Finalmente el actor no acudirá a la celebración y no entregará el premio a la mejor interpretación, parece que esta vez el sentido común le ha ganado la batalla a la tradición.

Nombres como el de James Franco o Kevin Spacey, ambos involucrados también en casos de acoso, no suenan este año entre los nominados. Algo que, unido a la nominación de Christopher Plummer por tan sólo 6 días de rodaje en All The Money in the World, confirma nuestras sospechas sobre el lavado de cara de la Academia.

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La industria huele a podrido

Pero la brecha existente entre ambos sexos en este tipo de ceremonias es sólo un reflejo de los modos de la industria. La infrarrepresentación de las mujeres en puestos de poder no es casual, y los llamados “techos de cristal” también se hacen patentes en el sector del cine.

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Según un análisis realizado por el grupo de investigación de Medios de Comunicación, Diversidad y Cambio social (MDSC) de la Universidad de Southern California, en los últimos 8 años sólo ha habido 29 mujeres al frente de la dirección de las 800 películas más taquilleras de Estados Unidos. Concretamente, en el año 2016 la proporción fue de 22 directores varones por cada mujer, un dato más que desolador.

Pero la dirección no es el único puesto al que los hombres se reservan el derecho de acceder. El gremio de la composición musical encabeza las listas en lo referente a la desigualdad de género, con una proporción de 72 hombres por cada mujer que compone acompañamientos musicales.

Y para mayor indignación, pero no sorpresa, las cifras se invierten al analizar el uso del cuerpo como reclamo en el cine. Según el estudio del grupo MDSC las mujeres se desnudan en pantalla 3 veces más que sus compañeros de reparto masculinos. Y si un personaje tiene que jugar un rol atractivo, una mujer tiene 4 veces más probabilidades de interpretarlo que un hombre.

Las mujeres menores de edad tienen las mismas probabilidades de ser convertidas en objetos sexuales que los varones que tienen entre 21 y 39 años. Sin embargo, en las películas analizadas en el estudio, sólo 5 mujeres mayores de 45 años tenían papeles centrales en la trama. Parece que el cine más taquillero, muy alejado de la realidad, no está cómodo con la sexualidad que no es para consumo masculino y no contempla la vejez como parte del atractivo de las mujeres.

Pero estos datos sólo forman parte de la capa más superficial de un problema arraigado en las estructuras más básicas de nuestra sociedad. Cambiarlo no es fácil, pero es nuestro deber y nuestra responsabilidad hacer algo al respecto, contamos contigo.

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