Septiembre 7 de 2016, Phil Schiller sale al escenario y presenta el iPhone 7, el primer smartphone de la compañía sin puerto de 3,5 milímetros para conectar auriculares. Explicó que para la compañía el futuro es inalámbrico y que requiere de mucho coraje para tomar una decisión de ese calibre.

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Lo que sucedió después fueron meses de críticas y burlas por el uso de la palabra y por el camino tomado. ¿Era realmente necesario? ¿Por qué mienten? ¿Qué clase de argumento es aquel donde se justifica una decisión tan importante, de negocio y de compatibilidad usando la supuesta valentía del equipo de diseño industrial?

Las burlas no se limitaron a personas, periodistas o molestias públicas en redes sociales. Compañías, sobre todo competidores tomaron las redes sociales e inclusive la presupuesto publicitario y creativo para diseñar críticas hacia la eliminación de un puerto tan simple y tan usado por, probablemente, miles de millones de dispositivos.

Semanas después del anuncio del iPhone 7, durante el lanzamiento del Google Pixel, el primer flagship totalmente diseñado por la compañía, se tomaron la molestia de burlarse de Apple mencionando que ellos que tienen un puerto de 3,5 milímetros (refrescantemente no nuevo, decía el copy promocional, pare ser exactos):

https://youtube.com/watch?v=Rykmwn0SMWU

Exactamente año después: octubre 4, 2017. Evento de lanzamiento del Pixel 2, Google anuncia que el nuevo flagship de la compañía, el smartphone que debe servir como ejemplo y como punta de lanza de innovación en el ecosistema Android no tendrá puerto 3,5 mm. El mundo en absoluto silencio.

Apple tenía razón

En una entrevista a TechCrunch publicada el 4 de octubre de 2017, Mario Queiroz, director de producto en Google, explicó así la decisión de diseño de eliminar el puerto:

El principal motivo por el cual hemos eliminado el puerto de audio es establecer un curso de diseño mecánico para el futuro. Queremos que la pantalla esté cada vez más cerca de los bordes y si queremos lograrlo, hay que quitar se puerto. Hagámoslo temprano antes que tarde.

Así es como Dan Riccio, director de ingeniería de productos de hardware, explicaba en una entrevista para Buzzfeed publicada el 8 de septiembre de 2016, por qué eliminaron el puerto de audio:

Nos retenía de una serie de cosas que queremos poner en el iPhone. Entraba en conflicto con espacio que podría ser usado de mejor forma, como tecnologías para la cámara, procesador o batería.

¿Notan similitudes? Riccio se refería en su entrevista en contexto al recién lanzado iPhone 7 pero el razonamiento encaja aún mejor para el iPhone X y su pantalla sin marcos.

El problema, no solo para Apple sino para cualquier empresa de hardware dedicada a productos portátiles, es el espacio, porque la búsqueda eterna es la miniaturización de componentes. Cada milímetro cuadrado es súmamente valioso. Es un lugar para poner algo más, por pequeño que sea, dentro del dispositivo. “Es un puerto que tiene 50 años, un hueco lleno de aire, hay que deshacernos de él”,

El dilema y solución explicado por Queiroz en la entrevista de TechCrunch refleja exactamente la misma línea de pensamiento ante exactamente el mismo problema: ¿Qué sobra? ¿Qué podemos quitar para hacerlo mejor? La respuesta para los equipos de diseño de ambas empresas se hizo obvia.

Pero una de estas empresas tomó la decisión un año antes y fue quien dio el primer paso hacia adelante viendo con total claridad, en el horizonte que se acercaba una tormenta, una lluvia de mierda que caería sobre ellos en los siguientes meses. A eso se refería Schiller cuando dijo “coraje”. Es por eso que la segunda parte de la respuesta de Queiroz a TechCrunch me parece una excusa barata:

Hacerlo hace un año tal vez era demasiado pronto.

Se que muchos ahora mismo están pensando: ¿entonces por qué el Samsung Galaxy Note 8 aún mantiene puerto 3,5 milímetros? Bueno, la respuesta es obvia con una simple comparativa de tamaños:

Imagen: Neil Cybart

Hay que entender lo que significa, en términos de espacio, tener el puerto de audio de 3,5 milímetros analógico. No solo se trata de mantener el hueco del puerto, también hay que considerar espacio para el amplificador, cada vez más pequeño y desatendido en algunos modelos Android y parte del motivo por el que suenan cada vez peor. Una foto del iPhone 6S abierto, hecha por iFixit lo ejemplifica bien:

Foto: iFixit

Es posible que en el Note 8, en el Galaxy S8 y otros smartphones grandes (podríamos entrar en una discusión si el 7 Plus u 8 Plus, inclusive) de alguna u otra forma se haya podido acomodar los componentes. Pero nuevamente, se tiene que sacrificar otros, se tiene que repensar qué poner y qué no poner, volviendo al punto original: si en algún punto hay que quitarlo sí o sí, si se está echando para atrás innovación, al menos de manera parcial, hay que buscar soluciones, hay que quitar cosas.

Con la salida del **iPhone X**, Apple pone sobre la mesa nueva tendencia: pantalla grande en un form factor más pequeño. La pantalla del iPhone 6/7/8 Plus en tamaño total equivalente al iPhone 6/7/8. Toda la competencia está trabajando a marchas forzadas para hacer lo mismo en 2018 y 2019, veremos a muchísimas otras marcas anunciando que prescindirán del jack de 3,5 milímetros, probablemente el Mate 10 de Huawei será el próximo.

Volveremos a escuchar silencio en toda la sala, bocas que se hacen pequeñísimas después de gritar con toda la seguridad que tiene una persona armada de un megáfono mientras patea al árbol caído.

(El árbol no estaba caído, por cierto)

Estos días, con el camino ya recorrido, es fácil mirar hacia atrás y ver cuales fueron las decisiones de producto correctas. Un año más tarde el iPhone 7 ha sido uno de los smartphones más vendidos por Apple, sus usuarios han seguido usando los auriculares blancos incluidos con puerto Lightning, han usado el mini adaptador Lightning a 3,5mm, muchos han comprado dos o tres más (son realmente baratos) o han hecho lo que la tecnología debió normalizar hace décadas: empezar a usar auriculares inalámbricos.

Apple tenía razón

Sony, Bowers & Wilkins, Bose, Dash y otras marcas reconocidas del mercado de sonido están tomando la posta de Apple y fabricando auriculares inalámbricos que sean consecuentes con la realidad actual. Es necesario que haya más competencia en este campo, es clave la popularización de un ecosistema que en la primera mitad de 2017 ha crecido mucho más de lo que se esperaba.

La recepción inicial a los AirPods me recuerda, aunque en menor escala, la reacción al iPad: nadie va a usar eso, se ha intentado mil veces antes y no ha resultado. Era verdad, configurar dispositivos Bluetooth es un dolor de muelas, poca autonomía y suelen ser productos caros.

Con los AirPods encontraron el punto dulce entre simplicidad absoluta de configuración (deberíamos decir ausencia, porque no hay configuración, realmente), autonomía, tamaño, estética y precio.

Toda la industria tecnológica lo ha visto, lo ha entendido y ahora estamos viendo una competencia contra reloj para ofrecer productos de características similares, que ofrezcan valor a precios competitivos.

Apple dijo que el futuro es inalámbrico. En mi opinión el pasado debió serlo, pero a veces la innovación no llega tan rápido como nos gustaría.

Al final Apple siempre tuvo la razón, al menos la industria lo ha entendido con “sólo” un año de atraso, ahora nos toca a nosotros entenderlo también.