Que **la mayor parte de la industria del cine es puro negocio no solamente se percibe en las megacampañas publicitarias, el merchandising y la propia comercialización de las películas, sino también en circunstancias como que se estrenen con distinto montaje por diversas razones según el país al que llegan o, y esto es lo que nos atañe aquí, la forma en que se traducen sus títulos para que le suenen mejor al público** de cada territorio y no haya nada que les frene para pagar su entrada en taquilla, muchas veces dejándolos irreconocibles respecto al original. Y algunas de estas traducciones claman al cielo. Se nota que no usaron la herramienta Woxikon.Se modifican los títulos por razones comerciales para que no haya nada que frene al público y pague su entrada
Esto ocurre porque hay cuatro modalidades para trasvasar un título cinematográfico de un país a otro. La primera es la traducción cero, cuando se conserva el título original, en el mismo idioma de partida, a veces incluyendo una cola explicativa para evitar la desconexión lingüística con los espectadores. La segunda es la traducción literal. La tercera, la adaptación, cuando se traduce modificándolo según la lengua y la cultura a la que se destina. Y la cuarta, la creación, generalmente por razones comerciales, que es la causante de los horrores que veréis a continuación.
El primer despropósito del que merece la pena hablar es lo que hicieron en toda Hispanoamérica con el título de Mr. Smith Goes to Washington, la fábula que Frank Capra estrenó en 1939: **Caballero sin espada** suena épico, sí, pero no cuadra con el carácter del ingenuo Jefferson Smith de James Stewart en absoluto. Luego llegó Billy Wilder en 1944 con su Double Indemnity, y si en España nos dio por llamarla **Perdición*, algo insustancial, en América Latina prefirieron el inquietante Pacto de sangre*.
En 1951, Robert Wise presentó The Day the Earth Stood Still, la española **Ultimátum a la Tierra*, y en Latinoamérica comprendieron que era más importante el shock ontológico de lo que ocurre al traducir su título como El día que paralizaron la Tierra, más cercano a “El día que la Tierra se detuvo”. Y es que, aunque nadie sea perfecto, cuando nos ponemos creativos, a partir de Some Like It Hot nos puede salir algo tan rocambolesco como *Con faldas y a lo loco*, en España, o Una Eva y dos Adanes, en América Latina, tal como titulamos a la inolvidable comedia de Billy Wilder en 1959.
Pero incomprensible la forma en que se puede llegar a idear una traducción de Dr. Strangelove, or How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb*, la sátira que Stanley Kubrick elaboró en 1964, tal como la española **¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú*, y no Dr. Insólito o Cómo aprendí a no preocuparme y amar la bomba, la literal que escogieron con muy buen criterio en Latinoamérica. O a convertir The Sound of Music, que ya era impreciso para titular la el musical de Wise de 1964, en el ñoño *Sonrisas y lágrimas* de España o el escamante La novicia rebelde* de América Latina.
Y pese a que **La semilla del diablo** es un nombre más enérgico para la adaptación que Roman Polanski realizó de la novela Rosemary’s Baby en 1968, contiene un spoiler imperdonable, que en Latinoamérica rehuyeron con una sensata traducción literal: El bebé de Rosemary. En cambio, poca sensatez hubo al traducir The Blues Brothers, que así se llama el filme de John Landis de 1980, nada menos que de la siguiente manera: con el delirante título de **Granujas a todo ritmo* en España y el horrendo Los hermanos caradura en América Latina.
No era posible estar satisfecho con cómo se llamaba una famosa película de Ted Kotcheff estrenada en 1982: First Blood, a la que en España se conoce como *Acorralado*, un título tan exquisito como el propio filme, y Rambo, algo más lógico, en Latinoamérica. Y no sabemos si la traducción de After Hours*, impensada obra de Martin Scorsese en 1985, se la encomendaron al más bienhablado o melindroso del equipo, pero lo que le salió fue **¡Jo, qué noche!*, en vez del Después de hora* de América Latina.
La divertida adaptación cómica que Richard Donner hizo en 1988 del cuento navideño de Dickens se llamó *Scrooged, en relación a su hosco protagonista original, Ebenezer Scrooge. Pues bien, como tanta sutileza referencial no se lleva en Hispanoamérica, en España se la conoce como *Los fantasmas atacan al jefe*, y en América Latina, como Los fantasmas contraatacan, un absurdo que, en realidad, parece el título de su secuela. Y más sentido tenía la manera en que tradujeron otro filme de Kotcheff de 1989, Weekend at Bernie’s; así: *Este muerto está muy vivo* en España, y Un muerto... pero de risa, Fin de semana de locura o Fin de semana con el muerto en Latinoamérica. Qué ensalada de mal gusto.
Desconocemos la razón, quizá porque no la hay, de que decidieran que Point Break, la película que Kathryn Bigelow dirigió en 1991, debía titularse *Le llaman Bodhi* en España, y no Punto de quiebra o Punto límite como en América Latina. Y de por qué en 1993 la popular Groundhog Day*, de Harold Ramis, no podía mantener su inusitado nombre, que debía cambiarse por algo tan obvio como **Atrapado en el tiempo* en España o, lo que es peor, la monería de Hechizo del tiempo* en la mayoría de Latinoamérica.
No obstante, quizá habría que perseguir penalmente a los que tradujeron The Shawshank Redemption, título del peliculón que Frank Darabont nos regaló en 1994, como **Cadena perpetua* en España, de lo más vulgar, y Sueños de libertad en América Latina, otra monería que hace torcer el gesto. Casi tanto como el modo en que The Frighteners*, el filme terroríficamente entretenido de Peter Jackson que llegó en 1996 a España llamándose **Agárrame esos fantasmas*, no sea que escapen camino del abrevadero del viejo Joe, o a Latinoamérica, con el título tan delicado de Muertos de miedo*.Hay cambios que traicionan el significado original de los títulos y hasta los despojan de todo sentido con respecto a la película
Pero fue en 1997 cuando los traductores cinematográficos de toda Hispanoamérica se pusieron verdaderamente de acuerdo para destrozar el título de As Good as It Gets, la deliciosa comedia que James L. Brooks, y la titularon **Mejor… imposible, lo cual traiciona el significado original acerca de que lo que el mismo Melvin Udall, un glorioso Jack Nicholson, dice sobre su difícil estado mental: que está tan bien como es posible, aunque no sea demasiado.
El mismo año nos las vimos en España con La salchicha peleona*, que es como se conoce en España a Beverly Hills Ninja desde que se estrenó con la firma de Dennis Dugan, mientras que al otro lado del charco tuvieron el decoro de llamarla Un ninja en Beverly Hills. Y hemos de suponer que *La cara del terror* fue el gesto inevitable que les contrajo el rostro a mucho al saber que así se tradujo en España el nombre de The Astronaut’s Wife, un filme de Rand Ravich que se estrenó en 1999; o ante El engendro* que es este mismo título para él en América Latina.
Unbreakable es una gran película de M. Night Shyamalan que vio la luz en el año 2000, y cuyo título es referencialmente redondo porque alude a la totalidad del conflicto que plantea. Así que, al cambiarlo por **El protegido* en toda Hispanoamérica, destruyeron su redondez y, además, lo despojaron de cualquier sentido. Y otra de las cumbres del mal gusto fue cuando el nombre de The Fast and the Furious, de Rob Cohen, fue traducido en 2001 como *A todo gas* en España, y no como el lógico Rápido y furioso* de Latinoamérica.Otras traducciones causaron un revuelo inmotivado porque, en realidad, mejoran bastante el título primigenio
Uno de los casos más señalados en esto de las pifias traductoras es el de la extraordinaria *Eternal Sunshine of the Spotless Mind, dirigida por Michel Gondry en 2004, pues en España transformaron su título en *¡Olvídate de mí!*, como si de una típica comedieta romanticona se tratase, mientras que en América Latina fueron mucho más respetuosos y mantuvieron el Eterno resplandor de una mente sin recuerdos .
Y también resolvieron cargarse el juego de palabras de Shaun of the Dead (por Dawn of the Dead, de George A. Romero) al ser intraducible, pero eso no justifica que eligieran de título algo tan pedorro como *Zombies Party (Una noche... de muerte)* en España, o tan típico y pueril como El despertar de los muertos o Muertos de risa* en Latinoamérica.
Pero el podio del horror en las traducciones cinematográficas lo ocupan un filme de 2004 y dos de 2005: Harold and Kumar Go to White Castle, de Danny Leiner, que llegó a España como **Dos colgaos muy fumaos* y como Aventura nocturna a América Latina; The Pacifier, de Adam Shankman, que se estrenó como *Un canguro superduro* en los cines españoles y como Niñera a prueba de balas en los de Latinoamérica; y, sobre todo, Ice Princess, de Tim Fywell, que fue defenestrada como *Soñando, soñando… triunfé patinando* en España y como Sueños sobre hielo, una nueva monería de América Latina. Lo que sucede es que, al ser películas tan abominables, uno se platea si, en realidad, merecen estos títulos tan espantosos.
No sabemos si Paul Thomas Anderson se echó las manos a la cabeza cuando convirtieron su filme de 2007, There Will Be Blood, en el telenovelero *Pozos de ambición* español o el televisivo Petróleo sangriento de pacotilla en Latinoamérica. Por otro lado, en 2010 se estrenó la película que se quedó fuera del podius horribilis por poco: Get Him to the Greek, de Nicholas Stoller, que se tradujo almodovariana y absurdamente como *Todo sobre mi desmadre* en España y como Misión Rockstar* en América Latina.
Y del último sabotaje al significado de un nombre fílmico fue víctima *The Martian*, de Ridley Scott, en 2015: al llamarla **Marte*, en España le hurtaron todo el completo sentido de la referencia a un habitante del planeta rojo, y un nombre como Misión rescate* en Latinoamérica, aparte del claro spoiler, le aporta un aspecto trivial.En el podio del horror están títulos como 'Un canguro superduro', 'Dos colgaos muy fumaos' y, sobre todo, 'Soñando, soñando... triunfé patinando'
Luego hay otras películas cuyas traducciones también causaron un revuelo inmotivado, a nuestro juicio, porque en verdad mejoraban el título original. Es el caso de Sunset Boulevard, el filme de Wilder de 1950, con **El crepúsculo de los dioses* en España y El ocaso de una vida en América Latina; High Noon, de Fred Zinnemann, en 1952, con *Solo ante el peligro* en los cines españoles y A la hora señalada en los de Latinoamérica; Airplaine!, de Jim Abrahams y David Zucker, en 1980, con *¡Aterriza como puedas!* en España y, en América Latina, ¿Y dónde está el piloto?. Se trata de títulos, estos últimos, que cuadran mejor con el tipo de película absurda que encabezan, igual que le ocurría a The Naked Gun, también de Zucker, en 1988, con *Agárralo como puedas* en España y, en Latinoamérica, ¿Y dónde está el policía?
El español *Centauros del desierto* es mucho mejor para nombrar al valorado filme que John Ford realizó en 1956, The Searchers originalmente; aunque no tanto el Más corazón que odio de América Latina. Y lo mismo sucedía con North by Northwest*, de Alfred Hitchcock, en 1959, respecto a **Con la muerte en los talones* en España; pero no en cuanto al Intriga internacional de Latinoamérica; y con el simplón Duel*, de Steven Spielberg, en 1971, que se transformó en **El diablo sobre ruedas* para los españoles, si bien el Reto a la muerte* de América Latina no le hace justicia.
Por otro lado, teniendo en cuenta que la traducción literal de Ai no korîda, título del filme erótico que Nagisa Ôshima rodó 1976, es “Corrida de amor”, que en toda Hispanoamérica optaran por llamarla **El imperio de los sentidos* no está tan mal. Ni que cambiaran el tosco Die Hard de la película de John McTiernan, en 1988, por *Jungla de cristal* en España, ejemplo que no siguieron en Latinoamérica, pues conservaron Duro de matar. O el Goodfellas de Scorsese por el español *Uno de los nuestros* en 1990, mientras en América Latina mantuvieron el anodino Buenos muchachos. O el True Romance de Tony Scott en 1993 por *Amor a quemarropa* en España, pero no tanto por La fuga, Escape salvaje o Romance salvaje* en Latinoamérica.
De todos modos, si en la industria primara el respeto por las obras cinematográficas que se producen, se realizarían solamente traducciones literales cuando el resultado fuera estético y adaptaciones siempre que no eliminaran de ningún modo el significado original. En caso contrario, debería mantenerse el título en la versión primigenia, y nunca, bajo ningún concepto, inventarse otro que pueda acabar en algo parecido a los horrores que hemos ido enumerando aquí.
Si tienes pensado hacer una película —quién sabe—, será mejor que antes de traducirla a otro idioma le des una vuelta por la herramienta Woxikon.