El otro día el moderador lanzó la tópica pregunta: ¿digital o químico?, en una concurrida conferencia, con algunos de los mejores fotoperiodistas españoles. La cara de los entrevistados miraron al vacío como si la cosa no fuera con ellos. Creo que ya se ha respondido muchas veces y que todo lo que se diga es redundante.

No tiene sentido preguntar esto a estas alturas del partido, pero en muchas entrevistas, encuentros y conferencias es la pregunta absurda, la pregunta sinsentido. Es lo mismo que preguntar a un atleta cómo se siente después de ganar o qué tal estás a una víctima después de alguna desgracia. ¿Acaso el periodista espera que el deportista esté destrozado o que la víctima responda cantando? Pues lo mismo pasa en el entorno fotográfico. Ya no sabemos que contestar sin caer en la repetición y en el hastío.

Hay muchas preguntas interesantes que hacer a los buenos fotógrafos. Lo que importa es el resultado, ¿qué importa el medio empleado? Si la imagen es buena, todo lo demás es superfluo. Si uno trabaja con película, le llaman antiguo. Si utiliza digital, seguro que piensan que lo que se ve tiene truco. No hay más que ver la polémica que se está montando con el último World Press Photo.

El problema de la fotografía no es el tipo de tecnología, sino qué uso haces de ella. Siempre hemos visto positivos que dan ganas de llorar y copias que no deberían haber salido de la impresora por el bien de la humanidad. En muchos casos, cuando la imagen es buena, nos da igual su procedencia (aunque algunos corren a comprar el modelo utilizado para intentar conseguir lo mismo. Conozco a personas que se compraron una Leica, no por fetichismo, sino porque les habían asegurado que haría las mismas fotos que Salgado).

La tecnología digital no nos hace mejores fotógrafos. Nos hace trabajar más y conseguimos los mismos resultados, por otras vías algunas veces más complicadas, que cuando nos metíamos en el cuarto oscuro con la luz roja. Pero para la mayoría de los aficionados que hacen fotos y las cuelgan en las redes o las imprimen en la tienda de la esquina el resultado es igual que cuando llevaban el carrete al laboratorio del barrio.

Un buen fotógrafo utiliza una cámara u otra en función de sus necesidades estéticas, o de su bolsillo. Muchos utilizan digital porque ya no encuentran laboratorios químicos que les den calidad, o se han pasado al formato medio porque han subido sus ingresos, o han tenido que volver a las réflex porque no les pagan la calidad de un respaldo. O que prefieren un buen negativo antes que un buen archivo... Y algunos querríamos poder trabajar con una cámara de banco para nuestros paisajes, pero el dinero no nos llega.

Si nos atenemos al interesante trabajo de Javier Marzal Felici, podemos encontrar interesantes reflexiones que pueden zanjar de una vez por todas la pregunta que está desarrollando este artículo:

> Frente a una inflación de perspectivas dominadas por el determinismo tecnológico y la presión del propio marketing que nos vende las excelencias de las nuevas tecnologías de la imagen, solemos olvidar que la imagen fotográfica, aunque sea actualmente un objetivo de la tecnología digital, es ante todo un objeto cultural.

Y esa es una de las claves por lo que la pregunta es absurda, y el que la formula está más obsesionado por dar importancia a una tecnología más que por el medio en sí. Es un caso perfecto para ejemplificar el aforismo de Confucio del dedo y la luna. A todos nos encantan, a mí el primero, las nuevas tecnologías, pero deberíamos fijarnos más en lo que es realmente importante:

> Es evidente que la tecnología digital agiliza mucho los procesos de producción fotográfica, por su inmediatez y bajo coste, pero no resuelve en absoluto la cuestión fundamental: qué, cómo y por qué fotografiar, ya que, a poco que meditemos, la fotografía digital no resta protagonismo ni minimiza la importancia de la mirada del fotógrafo.

En fin, seguro que seguiremos encontrando esta pregunta en muchos sitios, y algunos se escandalizarán por que tal autor prefiere seguir con los carretes en vez de con las tarjetas. Qué se le va a hacer.

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