Clara (nombre ficticio) estaba disfrutando con sus amigas de un concierto en el Festival Cabo de Plata, en Barbate, cuando notó un pinchazo en su brazo. Se volvió rápidamente y vio cómo el grupo de chicos que estaba a su lado había desaparecido entre la muchedumbre, aunque en principio no le dio demasiada importancia. Sin embargo, apenas se había repuesto de la sorpresa cuando, “unos dos minutos después”, se le empezó a dormir el brazo. A continuación, unos diez minutos más tarde, comenzaron los mareos, los vómitos y un cansancio que apenas le permitía mantener los ojos abiertos. El suyo ha sido uno de los muchísimos casos que se han documentado en España en el último mes de pinchazos y supuesta sumisión química.
Los primeros casos en España se denunciaron en Pamplona, durante los Sanfermines. Sin embargo, no tardó en iniciarse otro incesante goteo de pinchazos en Lloret de Mar (Girona), una de las localidades más afectadas hasta el momento. Paralelamente, comenzaron también en Barcelona y poco después siguieron extendiéndose por todo el país, casi como un virus, con brotes en discotecas, festivales y otras celebraciones con grandes masificaciones de gente.
El factor común a todos los casos era el pinchazo y que, por lo general, las víctimas son chicas jóvenes. Pero también hay muchas diferencias. Algunas perciben el pinchazo en el momento de recibirlo, mientras que otras lo ven después o incluso la mañana siguiente. Unas reportan síntomas, que generalmente incluyen confusión, dolor en el brazo y náuseas. Otras, en cambio, solo hablan del pinchazo que, además, suele dejar una marca visible, aparentemente no compatible con una picadura de insecto ni nada parecido. En cuanto al motivo del pinchazo, sigue siendo un misterio, básicamente porque solo se han detectado drogas en los análisis realizados a una de las víctimas. ¿Qué está pasando entonces? ¿Podemos hablar de sumisión química?
El caos de los pinchazos se extiende por Europa
En realidad, no es la primera vez que se habla de pinchazos en discotecas. En los últimos años, se han dado oleadas de casos tanto en América Latina como en Europa, donde el fenómeno ha sido bautizado como needle spiking. Generalmente, todos se han acabado desestimando, aunque sí que es cierto que en algunos de los pinchazos en Europa se detectaron drogas. Se han reportado desde benzodiazepinas hasta ketamina, pasando por unos pocos casos de éxtasis líquido.
Es precisamente éxtasis líquido lo que se encontró en la analítica de la única víctima española en la que de momento se ha obtenido un positivo por drogas. Se trata de una niña de 13 años de Gijón que notó un pinchazo en la pierna y comenzó a sentirse indispuesta poco después. Pero en las demás, al menos en las que han ido al hospital después de los pinchazos, sus pruebas de tóxicos han salido limpias.
Todo esto, sumado a que, por suerte, no ha habido ninguna denuncia de agresión sexual o robo, lleva a pensar que, quizás, la mayoría no son intentos de sumisión química. Puede que, mayormente, lo que está ocurriendo es que hay multitud de personas que han decidido sembrar el miedo, paseándose por los lugares de ocio con objetos punzantes, no necesariamente jeringuillas.
Eso no hace la situación menos grave, pero es necesario tenerlo en cuenta. Ahora bien, es cierto que algunas mujeres sí que están teniendo síntomas. Eso descarta que se trate de un simple pinchazo. Sin embargo, ¿por qué no sale nada en las analíticas?
No todo es sumisión química
La sumisión química es un concepto jurídico que hace referencia a “la administración de una sustancia con efectos psicoactivos a una persona sin su conocimiento, con el fin de modificar su estado de consciencia, su comportamiento o anular su voluntad”.
Por lo tanto, mientras que no se abra un proceso judicial y forense, no podemos hablar de sumisión química. Lo ha explicado a Hipertextual Eduardo Vázquez Navarrete, psiquiatra y médico forense en el Instituto de Medicina Legal de Granada. Además, el experto recuerda que los casos de sumisión química, en general, son mucho menos habituales de lo que podríamos llegar a creer. “Son mucho más comunes las intoxicaciones voluntarias en el marco de las cuales se produce una agresión sexual”, señala el experto. “Por lo tanto, hay una voluntariedad en el consumo de sustancias, pero se ha aprovechado que la víctima no podía dar el consentimiento para hacer la agresión sexual”.
De cualquier modo, ese no es el caso de las víctimas de estos pinchazos recientes, entre otros motivos porque ninguna ha sido víctima de agresión sexual, robo ni ningún otro delito, más allá del propio pinchazo y la posible intoxicación.
Dejamos entonces la puerta abierta a un intento de sumisión química. Es decir, que se les suministre una droga para alterar su voluntad, pero que finalmente no pudieran quedarse a solas con ellas para cometer el delito. Aquí cabe hacerse otra pregunta.
¿Por qué mediante pinchazos?
La sumisión química es poco habitual, pero no inexistente. En España hubo una época en la que se habló mucho de la sumisión química mediante escopolamina, más conocida como burundanga. Este es un alcaloide vegetal que, entre otros síntomas, puede producir amnesia, inconsciencia o alteración de la voluntad. Desde que se dieron a conocer los primeros casos de intoxicación con esta droga han sido muchas las personas que han llegado a los hospitales preocupadas por la sospecha de haber sido drogadas con burundanga. En algunos casos se ha confirmado, aunque en la mayoría, según refirieron a ABC en 2019 desde el Hospital Clinic de Barcelona, suelen ser intoxicaciones etílicas o por otras drogas.
Sí que es verdad que ha habido unos pocos casos de sumisión química por burundanga y que incluso se ha reportado una muerte en nuestro país. Fue en 2015, cuando un turista belga murió en una playa de Mallorca tras haber sido intoxicado con escopolamina en un local de ocio para su posterior robo.
No obstante, cabe destacar que, de los pocos casos de sumisión química que se dan en España, la mayoría se dan con el fin de la agresión sexual, no del robo. Además, prácticamente la totalidad de los que han podido demostrarse se han realizado mediante mezcla de drogas en la bebida de las víctimas. Y no es necesario recurrir a la burundanga. Suele ser mucho más común usar algo tan fácil de encontrar como las benzodiazepinas. Por eso, los expertos ven extraño que los delincuentes se arriesguen a algo tan complicado como los pinchazos.
Están de acuerdo tanto Velázquez Navarrete como el psiquiatra del grupo de investigación PsyNal Miguel Ruiz Veguilla, quien opina que es “demasiada sofisticación para algo que se puede conseguir con una pastilla o unas gotitas en la bebida”.
Además, un segundo forense, en declaraciones anónimas a este medio, señala que no debemos confundir pinchazo con inyección. "Pinchar es mucho más fácil, pero para al inyectar pueden darse problemas como que la aguja se rompa o se salga de la jeringa al presionar el émbolo".
El tipo de aguja es importante
Además, hay que tener en cuenta el tipo de aguja. Para empezar, se descartan las drogas que se administren por inyección intravenosa, ya que sería necesaria una puntería imposible en estas situaciones. Nos queda la opción de que sea intramuscular o subcutánea. Lo más sencillo sería una inyección subcutánea; puesto que, según Ruiz Veguilla, es menos dolorosa. Sin embargo, las benzodiazepinas, así como otras drogas usadas habitualmente en la sumisión química, están diseñadas para su administración por vía oral. Por lo tanto, en palabras de Velázquez Navarrete, “por vía subcutánea no se absorben muy bien y por la intramuscular funcionaría regular”.
Vemos entonces que cambiar la vía de administración sería complicado por dos motivos. Para empezar, porque sería mucho más fácil pillar in fraganti al agresor. Pero, además, porque la droga estaría funcionando mucho peor que si se administra de una forma más sencilla. Parece que la única ventaja es el miedo.
¿Por qué no se están detectando drogas?
No podemos tratar todos los casos que se están detectando como un solo bloque. Se trata de una realidad muy heterogénea. Además, en ciencias forenses es muy importante estudiar la situación caso por caso. “Cada tóxico es cada tóxico, cada cuerpo es cada cuerpo y cada metabolismo es diferente”, recuerda Velázquez Navarrete. “Las generalizaciones en medicina no existen, no todos los cuerpos reaccionan igual, incluso con los mismos tóxicos”. Pero es que, además, en este caso ni siquiera tenemos claro que sean los mismos tóxicos.
Cuando se analiza uno de estos casos es fundamental empezar por prestar atención a los síntomas. Y es que no es lo mismo que se utilice una droga estimulante o depresora del sistema nervioso central. Por ejemplo, si bien el único caso que ha dado positivo en España en el momento de la publicación de este artículo ha sido por éxtasis líquido, esto no concuerda con la mayoría de los síntomas que se están refiriendo. “Tiene efectos euforizantes y alucinógenos”, explica el forense de Granada. “No es un depresor del sistema nervioso central”. Sí que es cierto que se podrían usar drogas que alteren la realidad de las víctimas, pero no parece ser el caso.
La mayoría de víctimas, como Clara, refieren haber experimentado mucho sueño, cansancio y abatimiento. Esto quizás podría cuadrar más con la ketamina, la otra droga de la que se está hablando a raíz de los pinchazos. Es también una droga alucinógena, no obstante, con un componente sedante. Aun así, puede conllevar otros síntomas que no se han referido en los casos que han salido a la luz. Pero, precisamente por eso, Velázquez Navarrete insiste en que hay que ver caso por caso.
Además, el segundo forense recuerda que el alcohol es un gran depresor del sistema nervioso central. "Tenemos tan banalizado el alcohol en la sociedad que descartamos que pueda estar relacionado". Por eso, es importante también tener en cuenta si las víctimas han bebido una cantidad de alcohol que pueda haber afectado a su percepción de la realidad.
La ola de pinchazos llega a los hospitales
Como es lógico (y absolutamente recomendable) la mayoría de víctimas de pinchazos han acudido inmediatamente a un centro sanitario. Clara, por ejemplo, nos cuenta que fue primero al centro salud más cercano y de ahí la derivaron al hospital.
Le tomaron una muestra de orina, que se analizó en busca de benzodiazepinas, opiáceos, antidepresivos tricíclicos, barbitúricos y metadona. Todo dio negativo. No se le tomó muestra de sangre ni se le informó de ningún parte de lesiones, aunque ella sí que puso una denuncia ante la guardia civil.
En el centro que la atendieron le indicaron que el día antes había llegado otra chica con sintomatología similar y más de una decena la misma noche que ella. Aun así, era de los primeros casos a los que se enfrentaban.
En el caso del hospital en el que trabaja Pablo (nombre ficticio), el primer caso llegó cuando ya se habían detectado otros muchos en España. Quizás por eso, realizaron alguna prueba más. Según ha contado el médico a Hipertextual, la paciente refirió haber recibido un pinchazo una hora antes de ser atendida. En ese momento mostraba “mareos y malestar general inespecífico”. Se le hizo una prueba de tóxicos, como a Clara, pero también una analítica de sangre. Todo fue negativo, con unos parámetros totalmente normales en la analítica. Finalmente, el propio hospital hizo el parte de lesiones y puso la situación en conocimiento de la guardia civil.
Los protocolos son muy necesarios para atender los pinchazos
Con todo lo anterior se puede ver que no hay un protocolo establecido. Esto, para Miguel Ruiz Veguilla, sería esencial. “Ya decía Shakespeare que no hay oscuridad, sino ignorancia”, declama el psiquiatra. “Es imperioso que en los hospitales haya un protocolo, para que todos hagamos lo mismo y, a partir de ahí, aprendamos”.
Sin embargo, Eduardo Velázquez Navarrete nos cuenta que, generalmente, “los protocolos llegan después de la clínica”. “Primero se presenta el problema y luego se hace el protocolo”, aclara. “Si sigue, aparecerá, pero tiene que haber denuncias”.
El paso a paso de los forenses
Tanto Ruiz Veguilla como Velázquez Navarrete hablan de la importancia de las pruebas de cabello. Y es que, si bien algunas drogas desaparecen muy deprisa de la orina y la sangre, pueden detectarse en el cabello durante mucho más tiempo. Pero esa es una prueba que generalmente no se realiza en los hospitales. Para llegar ahí hay que seguir algunos pasos previos.
En primer lugar, lo lógico es que se efectúe en el hospital una prueba de tóxicos, como la que se le practicó a Clara. Esta, según nos cuenta el psiquiatra forense, es una prueba cualitativa. “Simplemente, dice si hay droga o no”. No obstante, hay dos problemas. Uno es que, aunque se miran las drogas más frecuentas, se dejan muchas fuera de foco. Y, además, aunque es una prueba muy específica, también es muy poco sensible. La sensibilidad nos da las tasas de verdaderos positivos y la especificidad la de verdaderos negativos. Por lo tanto, no podríamos estar muy seguros de un positivo. Lo recomendable es usar pruebas que sean tanto específicas como sensibles. Pero para eso ya habría que escalar a nivel forense. Y la forma en que se proceda depende de la sospecha de delito.
Si ha habido agresión sexual o se sospecha de ello, se llama a los peritos forenses en el acto, para que trabajen junto con ginecología. No obstante, si ocurre como con todos estos pinchazos, lo normal sería que el hospital emita un parte de lesiones. Este, si no se archiva, acabará llegando a los forenses, que tomarán muestras de las víctimas más adelante.
En ese caso, se realizan dos tipos de pruebas de sangre. “Se hace primero un test de screening por cromatografía de gases, que es muy sensible, y luego se hace otra técnica de espectrofotometría que es muy específica”.
La importancia de las muestras de cabello
Llegados a este punto, si se considera conveniente, se toman las muestras de cabello. Esta es una prueba muy interesante, ya que puede detectar sustancias que se han consumido mucho tiempo atrás. Incluso se han llegado a detectar restos de una sustancia presente en la cocaína en el pelo de momias de 4.000 años de antigüedad.
Esto se debe a que el torrente sanguíneo viaja hasta el cuero cabelludo para llevar nutrientes y, con ellos, otras sustancias, como las drogas que hayan podido consumirse, voluntaria o involuntariamente. Así, estas llegan hasta los folículos pilosos y se incorporan al pelo en crecimiento. Una vez allí, este sigue creciendo, no se renueva, por lo que permanecen durante mucho tiempo. Se puede incluso saber si se tomaron varias drogas y en qué orden cronológico fue, siguiendo simplemente el ciclo de crecimiento del cabello.
Eso sí, como bien recuerda el forense anónimo entrevistado por este medio, no podemos saber la fecha exacta. Además, incide en que, si bien se pueden tomar las muestras de pelo inmediatamente, podría ser necesario tomar una nueva en 4-6 semanas para que el cabello se impregne bien. Si no, podríamos tener falsos negativos.
También es importante saber que, cuanto más lejos se sitúe de la raíz, más tiempo hará del consumo de la droga. Por eso, el tiempo que pueda detectarse dependerá de la velocidad de crecimiento del cabello de cada persona, muy variable entre unas y otras, y de la asiduidad con la que se corte el pelo. De cualquier modo, se pueden detectar drogas durante varios meses, por lo que es idóneo para casos como estos. Se ha hablado mucho de que algunas sustancias sospechosas de los pinchazos, como el éxtasis líquido, desaparecen muy rápido de la sangre. Sin embargo, sí que podrían seguir detectándose en el pelo.
Primero el hospital y luego los forenses
Todo esto lleva su tiempo. Una vez que los hospitales emiten los partes de lesiones, la policía judicial empieza a investigar y se ponen en contacto con los peritos forenses. Entonces se analizan tanto las pruebas como el diagnóstico clínico que hicieron los médicos que atendieron a las víctimas. Solo una vez que finalizan con esto ponen en marcha sus propias pruebas. Y las propias pruebas llevan su tiempo, como ya hemos visto con el pelo.
Por lo tanto, aún podría ser que algunas de esas víctimas que han dado negativo en drogas pasen a ser positivas al comenzar con las pruebas forenses. De momento, según declaraciones en RTVE del Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el momento de la publicación de este artículo hay 60 denuncias registradas. Hasta que no se investiguen todas ellas no se pueden extraer conclusiones.
¿Cómo debemos actuar después de un pinchazo?
La única conclusión a la que podemos llegar en estos momentos es que no debemos hacer conclusiones. Por paradójico que resulte. Cada caso es diferente y, posiblemente, se estén dando situaciones muy distintas. Puede que en unos casos sí se hayan inyectado drogas y que en otros no sean más que desalmados con alfileres intentando sembrar el miedo. Incluso si fuese eso, no sería ninguna broma.
Sea como sea, un simple punzón o alfiler puede ser suficiente para transmitir enfermedades tan graves como el VIH. Por eso, los protocolos de los hospitales, aún sin generalizar, están evolucionando para incluir también este tipo de pruebas.
Es por eso que, si alguien nota un pinchazo, debe ir cuanto antes a su centro sanitario más cercano. Además, es importante que esta persona esté acompañada en todo momento. Una vez en el hospital, sus trabajadores realizarán las pruebas pertinentes y pondrán el parte de lesiones que se emitirá a los juzgados. Comienza ahí un proceso que podrá dar más respuestas. Mientras tanto, solo nos queda la cautela.
Cuidado con los casos mediáticos
Hay que tener mucho cuidado con casos tan mediáticos como estos, porque hacer conclusiones antes de tiempo puede ser peligroso también. Al final, como cuenta Velázquez Navarrete, se puede dibujar un molde ficticio sobre lo que cuadra y lo que no. Es grave, porque ciertos casos podrían quedar desatendidos por no cumplir esos requisitos, muchas veces establecidos por redes sociales y medios de comunicación.
Finalmente, que haya que llamar a la cautela no quiere decir que haya que desatender los casos. Todo lo contrario, es momento de prestar mucha atención a cada pinchazo. Y también es un momento de reivindicar que las mujeres deberían poder salir a divertirse sin miedo a que las violen, les pongan algo en la bebida, las sigan de camino a casa o, simplemente, les hagan creer que han sido drogadas.
Es momento de reivindicar que todos, seamos del género que seamos, tenemos derecho a salir sin miedo. Para eso sí que no debe existir la cautela. Simplemente, antes de calificar algo como sumisión química, deberíamos dejar trabajar a los profesionales. Ellos serán quienes saquen las mejores conclusiones.