En ALTFoto hemos hablado de conceptos como la fotogenia o la diferencia entre lo bonito y lo estético. También nos hemos puesto técnicos para tocar temas como métodos de enfoque o comparaciones de lentes. Sin embargo, creemos que es hora de regresar un poco al principio, a las cosas básicas, y asegurarnos de que todos hablamos el mismo lenguaje: El de la fotografía.

Por eso nace esta nueva serie, llamada Guía para principiantes. A través de ella recorreremos aspectos técnicos básicos, y te ayudaremos a ganar la confianza necesaria para pasar ese dial de selección del modo full auto a manual. Los que ya dominen el contenido de estos posts, quizá puedan usarlos para sacarse de encima las interminables preguntas de los amigos.

"Fotografía" significa "grabar con luz". No con color, ni con electrónica; con luz. Esta se capta a través de tres elementos: Un diafragma con una apertura determinada; un sistema de obturación que permanece abierto por un tiempo determinado; y un soporte que recibe la luz y es más o menos sensible a ella. A pesar de la evolución de estos componentes, el concepto sigue siendo el mismo desde hace más de un siglo. Hoy vamos a hablar de ese soporte fotosensible, y de su versión actual: El sensor electrónico.

Cuando comenzó la fotografía, se usaba papel impregnado de químicos, y la sensibilidad a la luz era tan baja que las exposiciones duraban horas enteras. Luego llegaron las placas de vidrio, que redujeron el tiempo a pocos minutos y más tarde a varios segundos; e introdujeron la distinción entre "negativo" e "impresión". Después llegó la película, que a lo largo de varias décadas evolucionó increíblemente de la mano de marcas como Kodak o Fujiflim. Finalmente, al rededor del cambio de milenio se popularizaron las cámaras con sensor digital.

Hace poco ahondamos en la forma en que están construidos los sensores, y en algunas de sus limitaciones. De lo que vamos a hablar ahora es de cómo cumplen su papel en el proceso fotográfico. El concepto vital es del valor ISO. Su nombre hace referencia al más conocido de los estándares que se utilizaban para indicar qué tan sensible a la luz era una película.

En la era analógica, uno tenía un carrete de 12, 24 o 36 tomas (a veces más), y estaba limitado a un solo valor ISO hasta que tocase cambiar el rollo. Ahora se puede cambiar la sensibilidad en un par de movimientos, de foto a foto, pero hay un truco: La sensibilidad real de tu sensor es el valor ISO más bajo. Lo que pasa después es que tu cámara fuerza electrónicamente al sensor a amplificar la luz que recibe. Esto te permite trabajar en lugares poco iluminados, pero hace que el sensor se sobrecargue y genere puntos blancos o de color. Esta información no deseada se conoce como "ruido".

Otro dato fundamental que debes tener en cuenta es el tamaño del sensor. Desde las cámaras de los móviles, que apiñan unos cuantos megapíxeles en un rectángulo de 5x3mm de lado, hasta las cámaras profesionales de formato medio, con sensores de hasta 56mm de lado y varias decenas de magapíxeles. Pero las cámaras profesionales más versátiles usan un sensor full frame, del tamaño de un negativo de 35mm, es decir 24x36mm.

Un poco más abajo están las demás réflex, que tienen sensores con factor de recorte 1.5 o 1.6. En medio quedan las nuevas Micro 4/3, las cámaras bridge y las compactas. Mientras más grande sea el sensor, mejor será la calidad de imagen, y mayor será su capacidad de generar desenfoques intencionales al usar grandes aperturas de diafragma.

Y esta ha sido nuestra primera entrega de la Guía para principiantes. Esperamos que haya resuelto sus dudas. Si también despertó algunas, por favor, déjenlas en los comentarios.

Imagen: photographyforartists