Un píxel es la menor unidad homogénea en color que forma parte de una imagen digital. Hoy en día, es común encontrar cámaras digitales con sensores CCD de 5, 6 e incluso, 12 millones de píxeles. Dado que la dimensión del sensor es fija (normalmente 24,7 milímetros cuadrados), es común pensar, aunque no de forma completamente acertada (ya que depende de otros aspectos como la calidad del vidrio de las lentes), que a mayor número de píxeles, mayor calidad de la imagen. Al contrario, también necesitamos más memoria para grabar estas imágenes (una imagen de cámara digital de seis millones de píxeles ocupa aproximadamente 2 Mb).

En los últimos años, el mundo de las tecnologías de la imagen se ha convertido en un ámbito científico en plena ebullición, motivado principalmente por sus aplicaciones biomédicas. Microscopios holográficos, tijeras que funcionan con luz, bisturís láser, etc., han permitido diseñar técnicas de diagnóstico e intervención quirúrgica mínimamente invasivas. En este contexto, muy recientemente se ha demostrado, de forma sorprendente, la posibilidad de capturar imágenes digitales con elevada calidad con un sensor de un solo píxel. Esta técnica, bautizada por los científicos como imagen fantasma (ghost imaging), se basa en la grabación secuencial de la intensidad luminosa transmitida o reflejada por un objeto iluminado por una secuencia de haces de luz ruidosos. Esta luz ruidosa es la que observamos, por ejemplo, cuando iluminamos un papel con un puntero láser.

Los investigadores del Grupo de Investigación de Óptica de Castellón han conseguido capturar imágenes de objetos bidimensionales (como el logotipo de la Universidad Jaume I o la cara de una de las meninas de la famosa obra de arte interpretada por Picasso en 1957) mediante esta sorprendente cámara monopíxel. La clave de su éxito radica en la utilización de una pequeña pantalla de cristal líquido, de una pulgada, similar a la que contiene un proyector de vídeo, o a las que tenemos en casa, pero en miniatura, cuyas propiedades o características pueden ser modificadas con un ordenador para generar los haces de luz requeridos.

Vía: Universidad Jaume I

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