Muchos textos medievales están cifrados. Algunos se han conseguido desencriptar, pero otros siguen siendo un misterio para los investigadores. Es el caso del famoso manuscrito de Voynich. En él, se ven una serie de ilustraciones aparentemente inconexas, desde estrellas y planetas hasta mujeres desnudas, pasando por plantas, animales y unos extraños fluidos de colores. Uno de los últimos estudios en el que se ha intentado descifrar lo han realizado dos investigadores de la Universidad de Macquarie, en Australia. De momento, no han logrado esclarecer su contenido por completo, pero al menos tienen una idea bastante clara de cuál podría ser su temática: el sexo y la ginecologia.

En realidad no es algo extraño. En la edad media hubo un médico que recomendó cifrar cualquier texto que contuviese recetas anticonceptivas o para abortar. También debían mantenerse ocultos los consejos sobre la búsqueda de placer, alimentos para mejorar la libido, posturas durante las relaciones sexuales y ungüentos postparto.

Estos textos medievales existían, pero gracias al uso de alfabetos cifrados se lograba que solo pudiesen leerlos unas pocas personas destinadas a ello. Curiosamente, eso incluía desde trabajadores sexuales hasta niños. Quizás consideraban que la inocencia infantil no les haría pervertir el mensaje. Dado que era muy común que este tipo de información se encriptase, es más que probable que esa sea la temática del manuscrito de Voynich. Ahora solo queda saber qué pone en él exactamente.

La información oculta en los textos medievales

Johannes Hartlieb fue un médico bávaro que vivió entre 1410 (año estimado a partir de sus obras) y 1464. En sus años como galeno trabajó al servicio de los duques Luis VII de Baviera, Alberto VI de Austria y Alberto III de Baviera. Pero también fue muy conocido por sus escritos.

Solía practicar una doble moral. Defendía el matrimonio heterosexual y la modestia de las mujeres, a la vez que condenaba la lujuria y la prostitución. No obstante, sí que estaba a favor de que las mujeres se cultivasen intelectualmente y que pudiesen tomar decisiones sobre su propio cuerpo. Esto fue lo que le llevó a recomendar que los textos sobre las temáticas antes mencionadas se encriptasen, para no caer en malas manos. Temía que, si esto ocurría, se fomentasen actos tan impuros como el adulterio. Esto no solo condenaría al fuego eterno a quienes lo realizasen. También a él mismo por darles los conocimientos necesarios para llegar hasta ahí.

Por otro lado, fue un gran conocedor de las hierbas de las brujas. De hecho, uno de sus libros incluye la receta más antigua sobre el famoso ungüento volador con el que se supone que estas mujeres embadurnaban los palos de sus escobas.

brujas
Hartlieb también era experto en las recetas de las brujas. Crédito: Mallory Johndrow (Unsplash)

Pero no se dedicó solo a escribir sus propios textos. También tradujo textos medievales y de autores clásicos mucho más antiguos, generalmente relacionados con la ginecología. Una de las autoras a las que tradujo fue Trotula de Ruggiero, conocida precisamente por ser una de las pocas mujeres científicas de su época y por su implicación en la mejora de las condiciones sanitarias de las mujeres. 

En definitiva, Hartlieb fue un hombre de contradicciones. Un médico amante de su profesión, muy interesado en la difusión del conocimiento, pero también temeroso de Dios. Sin duda fue una combinación extraña.

El caso del manuscrito de Voynich

Este texto medieval se encuentra actualmente en la Biblioteca de la Universidad de Yale. Allí ha sido donde lo han consultado estos dos investigadores, cada vez más convencidos de que el texto trata de lo que en la época se conocía como textos de mujeres.

Muchas de las ilustraciones contienen mujeres desnudas con objetos posados cerca de sus genitales o apuntando hacia ellos. No es lo que podría esperarse de un texto sobre astronomía o botánica.

Más bien es propio de lo que se conocía por aquel entonces como “secretos de mujeres”. Además, en este texto medieval destacan unos dibujos inmensos de rosetas, compuestas por 9 círculos superpuestos. En la edad media se creía que el útero estaba compuesto por 7 cámaras y que la vagina tenía 2 aberturas, una interna y otra externa. Por lo tanto, esos 9 círculos podrían representar el aparato reproductor femenino.

textos medievales
A pesar de las ilustraciones de plantas, no parece un escrito sobre botánica.

De momento no se sabe mucho más, ni sobre los autores ni sobre el contenido. Parece ser que pasó por las manos de 5 escribas diferentes y que se publicó hacia finales de la edad media. Según la datación por radiocarbono, las pieles con las que está confeccionado proceden de animales fallecidos en el siglo XV.

Sigue habiendo misterios, pero cada vez está más claro que posiblemente se trate de un tema sobre sexología y ginecología. Al final, resulta que los médicos medievales eran unos adelantados en estos temas. Solo que no les gustaba alardear de ello. 

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