El 2 de mayo, a poco menos de 70 km de la costa de Tanjung Sedili, región de Malasia, el buque petrolero Pablo se incendiaba bajo la atónita mirada de todo el mundo. Rápidamente, la Agencia de Ejecución Marítima de Malasia emprendió su misión para rescatar a los 28 tripulantes que se encontraban a bordo de la nave. No obstante, cuando las autoridades intentaron buscar al propietario para reclamar los daños, no encontraron a quién acudir. Pablo estaba solo y varado en el mar.

Según reportes de numerosos medios, Pablo formaría parte de una flota de buques que se encuentran repartiendo petróleo sancionado. De hecho, Pablo Union Shipping está catalogada como una empresa fantasma registrada en las Islas Marshall.

Alrededor de Pablo se encuentra todo un aura de misterio. ¿De dónde proviene? ¿De dónde procede el petróleo? A ciencia cierta todavía no se sabe, así como también se desconoce el manejo que se le está dando a los restos del barco. No obstante, hay algo que sí queda muy claro: este tipo de barcos transportan la destrucción de la fauna marina, y no sabemos qué hacer con ellos.

Los barcos petroleros fantasmas, un riesgo al ecosistema que nadie sabe cómo detener

Barcos petroleros

Lamentablemente, las autoridades de Indonesia ya han reportado la llegada de petróleo a sus costas. Por supuesto, esto limita las actividades comerciales del país debido a que los pescadores no pueden desarrollar sus tareas habituales. El petróleo derramado ha dañado las redes de pesca y ha enturbiado las aguas.

Pablo Union Shipping está lejos de ser la única organización dedicada a este tipo de prácticas. De hecho, un reporte del The Washington Post revela que Rusia es una de las potencias principales que participan en ellas. El país eslavo acumula una flota fantasma que alcanza más de 100 barcos petroleros de esta naturaleza. Por supuesto, esto es un intento de zafarse de las limitaciones que las sanciones de la Unión Europea han creado en la economía del país.

El mayor problema de esto es que, al ser una flota de actividad ilegal, usualmente se usan barcos viejos y bastante deteriorados. Esto significa un riesgo para el ecosistema y las actividades del país en el que se encuentre, ya que es propenso a derrames inesperados, averías en alta mar, incendios y otros accidentes que pueden resultar fatales a nivel humano y medioambiental, como ya ha sucedido antes.

Además, en caso de accidentes, no hay mucho que se pueda hacer al respecto con estos barcos. Al transportar crudo sancionado, no pueden acceder a seguros marítimos occidentales, hemisferio conocido por poseer la mayor cantidad de empresas destinadas a este fin.

En Europa, la región del Mar Báltico es una de las áreas más propensas a sufrir daños por estos barcos petroleros rusos. Dichos perjuicios por vertido de petróleo y la falta de seguros marítimos nos deja como resultado una bomba de tiempo. Según los expertos, en caso de que sucediese un accidente, los escasos recursos complicarían en sobremanera la organización de una operación de rescate, ya sea del ecosistema o de la tripulación.

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