En los últimos años hemos comprendido gracias a multitud de campañas de concienciación la importancia de buscar alternativas a los combustibles fósiles para obtener energía. Uno de esos combustibles fósiles es el petróleo, ese oro negro capaz de impulsar guerras, destruir ecosistemas y hacer caer economías. Nos puede parecer un recurso ilimitado, pero a la vista está que no lo es. Su principal problema es lo muchísimo que contamina, pero también que, aunque se pueden abrir nuevos pozos, en general es un recurso finito. Para comprender esto, lo mejor es tener primero claro cuál es el origen del petróleo. Y es que aún hay muchos mitos en torno a este tema, como el que asegura que procede de los dinosaurios.

El petróleo, a grandes rasgos, es una sustancia que se cocina a fuego lento durante millones de años. Literalmente. Se forma a partir de materia orgánica, generalmente procedente del zooplancton y el fitoplancton. O, lo que es lo mismo, de animales y plantas diminutas, microscópicos en algunos casos, que se depositan en cuencas de ambientes acuáticos para posteriormente descomponerse.

Ahora bien, la descomposición que hay detrás del origen del petróleo no es una descomposición normal de materia orgánica. Se da a unas condiciones muy concretas de presión, oxígeno y temperatura, que facilitan la aparición de hidrocarburos. ¿Pero cuáles son esas condiciones?

Parámetros necesarios para el origen del petróleo

Una cuenca es una zona deprimida de la corteza terrestre en la que se acumulan sedimentos.

En los entornos acuáticos, además de sedimentos, se pueden depositar restos de materia orgánica, procedente del plancton. Después, siguen acumulándose sedimentos, de manera que se crea un ambiente sin oxígeno, en el que no pueden proliferar muchas de las bacterias que normalmente se encargan de descomponer esa bacteria. 

Sin embargo, esa descomposición se da por otras vías. Por otro lado, sí que existen microorganismos anaerobios, capaces de descomponer la materia orgánica sin presencia de oxígeno. Además, cuando se han acumulado suficientes sedimentos, se dan unas condiciones de presión y temperatura que también facilitan la descomposición y transformación de esa materia orgánica en hidrocarburos, que son compuestos químicos formados principalmente por hidrógeno y carbono. La temperatura debe encontrarse dentro de una ventana muy concreta, que va de los 50ºC a los 150ºC. Si está por debajo, no se forma el petróleo y, si se supera, se transforma en gas y se pierde.

Si todo ha ido bien, se formará ese líquido viscoso negro, que queda atrapado en la roca y debe extraerse mediante la perforación de pozos.

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La materia orgánica implicada en la formación de petróleo es diminuta y no tiene nada que ver con dinosaurios. Stephen Leonardi (Unsplash)

¿Por qué se dice que viene de los dinosaurios?

Todo el proceso que da origen al petróleo tarda millones de años en completarse. Se dice que la mayoría del que se extrae hoy en día se comenzó a formar en el Mesozoico. Esta es una era geológica que se inició hace 251 millones de años y finalizó hace 66 millones de años. En ese tiempo vivieron los dinosaurios, efectivamente.

Por eso, puesto que se suele decir que el origen del petróleo está en animales muertos en descomposición, se ha generado el mito de que está hecho a base de dinosaurios. No obstante, ya hemos visto que esos animales son los que forman el zooplancton. Pequeños crustáceos, larvas de peces y algunos animales marinos microscópicos, como los rotíferos. No tiene nada que ver con los dinosaurios.

Sí, un dinosaurio pudo morir, caer a un lago y descomponerse en el fondo acuático, pero las condiciones no son las mismas. Se necesita materia orgánica diminuta para llenar las cuencas marinas y mezclarse con los sedimentos. Es así como se forma el petróleo. Lo demás son mitos y es importante saberlo, aunque no tan importante como buscar formas de dejar de usarlo. 

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