En esta etapa de la pandemia ya empezamos a soñar con una vacuna eficaz con todas nuestras fuerzas. No obstante, hasta que haya una disponible, es igual de importante investigar otras opciones, como tratamientos que reduzcan la gravedad de los síntomas o test específicos, rápidos y baratos para diagnosticar a los enfermos cuanto antes. Esto último es especialmente importante en esta segunda ola para evitar el colapso de los centros sanitarios. Hasta ahora la PCR es el test más fiable y, de hecho, el que establece el protocolo para confirmar un nuevo caso. No obstante, existen opciones interesantes para ciertos cribados, como los test rápidos de anticuerpos. Además, cada día conocemos nuevos test de coronavirus que presentan ventajas interesantes respecto a los anteriores.

Buen ejemplo de ello son los test de antígenos, que reducen el tiempo de espera y no necesitan personal de laboratorio especializado. Muchos laboratorios están desarrollando también test de saliva, que no requieren el incómodo hisopado nasofaríngeo para la toma de muestras. Cualquier ayuda es poca. Y por eso son tan interesantes las nuevas opciones que van surgiendo. Una de ellas, muy diferente a las demás, es el test desarrollado actualmente por científicos de la Universitat Politècnica de València (UPV), FISABIO, el Instituto de Investigación Sanitaria La Fe (IIS La Fe) y el CIBER-BBN.

Actualmente se encuentran realizando los primeros ensayos con muestras clínicas en el laboratorio del Hospital Universitari i Politècnic La Fe de València. Una vez que estos finalicen podremos tener más información. No obstante, en un comunicado del CIBER-BBN explican que las pruebas preliminares de momento están demostrando una alta fiabilidad diagnóstica, incluso con personas asintomáticas.

¿En qué consisten estos nuevos test de coronavirus?

Existen dos diseños diferentes para estos nuevos test de coronavirus desarrollados en Valencia.

Uno de ellos detecta el ARN viral, mientras que otro identifica la presencia del virus en sí. Pero ambos tienen en común el uso de un sistema de nanopuertas moleculares. Ahora bien, ¿en qué consiste esto?

En los dos casos se parte de una matriz compuesta por poros en cuyo interior se introduce un compuesto fluorescente, conocido como fluoróforo. A partir de aquí, es donde empiezan las variaciones. En el primer caso, los poros se “taponan” con fragmentos de ADN complementario a una secuencia específica del ARN dl virus. El hecho de que sean complementarios significa que se unen como las piezas de un puzle, que solo puede encajar en unos huecos concretos. Si la muestra que se deposita sobre la matriz contiene ARN viral, este se unirá al ADN, que abrirá la entrada del poro y dejará salir el fluoróforo, dando lugar a una señal fluorescente fácilmente detectable.

En la otra opción posible los poros se cierran con pequeños trocitos de ADN, llamados aptámeros. Estos se plegarán de una forma concreta en caso de entrar en contacto con la proteína S del virus, conocida por ser precisamente uno de los antígenos usados para el desarrollo de vacunas. Si los aptámeros se pliegan, el resultado será el mismo: dejarán abierto el poro, de modo que el fluoróforo quedará al descubierto y se detectará la señal fluorescente.

¿Qué ventajas aportan frente a otras opciones?

Por ahora, según ha explicado a Hipertextual Elena Aznar, investigadora del CIBER-BBN en el Instituto IDM-UPV, no hay datos definitivos sobre su especifidad y sensibilidad.

Sin embargo, cuando estos estén disponibles, si puede llegar a implantarse, estos nuevos test de coronavirus se sumarían a los ya disponibles. “Son desarrollos totalmente paralelos, no es algo ni mejor ni peor, sino una aproximación diferente”, aclara la científica. “De hecho, presenta más o menos las mismas ventajas que los test de antígenos”.

Estas incluyen, en primer lugar, la rapidez, puesto que se obtendrían los resultados en 30 minutos. Además, lo puede realizar una persona sin adiestramiento previo. Simplemente se necesita alguien que sepa recoger muestras nasofaríngeas, como la típica introducción del hisopo en la nariz para la PCR. Finalmente, el coste de producción también sería muy asequible, por lo que sería ventajoso para poder realizar una mayor cantidad de pruebas.
“Por ahora no tenemos un precio definitivo, pero calculamos que estará por debajo de los 10 euros, de modo que el coste sería similar al de otros test de los que hay ahora disponibles”.

En definitiva, la mayoría de los nuevos test de coronavirus no vienen para desterrar a los anteriores, sino para sumar fuerzas. En una situación como la que nos ha tocado vivir, la solución no está en buscar la mejor arma, sino en reforzar el arsenal que ya tenemos contra el virus. Y eso, por supuesto, incluye los métodos de diagnóstico.

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