La caza furtiva de rinocerontes para la obtención de sus cuernos se ha convertido en un gran motivo de preocupación. Mayormente, la demanda procede de Asia, donde estas piezas se utilizan en su medicina tradicional por unas supuestas propiedades medicinales sin ningún tipo de evidencia científica. Varios países africanos han puesto en marcha medidas para detener a estos cazadores, pero no están siendo suficientes. Si bien el rinoceronte negro está aumentando su población, sigue en peligro crítico de extinción. El blanco no está en una situación tan grave a nivel general, pero la población se encuentra en pleno descenso, por lo que no sería extraño que cambiase de escalafón en poco tiempo. Se deben tomar medidas más extremas, por lo que unos científicos sudafricanos han probado con algo tan curioso como hacer que los cuernos de estos animales sean radiactivos.

Antes de empezar, cabe destacar que esta medida no es peligrosa ni para los animales ni para el medio que les rodea. La dosis de radiación es bajita, pero lo suficientemente elevada para que se pueda localizar en los detectores de puestos fronterizos, dotados para intervenir posibles armas de terrorismo nuclear.

De momento se trata de un plan piloto, bautizado como Rhinosotope, en el que han participado solo 20 animales. Aun así, si se comprueba que puede ser beneficioso, se extendería al resto de la población de rinocerontes africanos. Puede que sea la única forma de dar carpetazo por fin a su caza furtiva. Además, ¿quién sabe? Quizás podría utilizarse para intervenir el contrabando de otros animales, vivos o muertos. 

Medidas extraordinarias contra la caza furtiva de rinocerontes

Los científicos detrás de este proyecto han insertado dos pequeños chips radiactivos en los cuernos de los animales vivos y sedados. El procedimiento no es perjudicial para ellos.

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Los cuernos de rinocerontes de distintas especies se usan en medicina tradicional por sus supuestas propiedades curativas sin evidencia científica. Crédito: Simon Hurry (Unsplash)

 Una vez con los chips dentro de los cuernos, ya pueden hacer vida normal. En el hipotético caso de que alguno de ellos acabase siendo presa de la caza furtiva, sus cuernos no llegarían a Asia. Al menos, esa es la intención. Los detectores de los puestos fronterizos localizarían la radiactividad en el equipaje y se procedería a detener a los cazadores.

La dosis que se administra a los animales tarda cinco años en desintegrarse. Por eso, en todo ese tiempo no sería necesario volver a perturbar la tranquilidad de los rinocerontes. Estarían igualmente marcados.

Una situación insostenible

Lejos de disminuir, la caza furtiva ha empeorado mucho en los últimos años. Según el Ministerio de Medio Ambiente de Sudáfrica, en 2023 se mataron 499 rinocerontes para obtener sus cuernos. La cifra es un 11% superior que la que se dio en 2022.

Por ese motivo, está claro que las medidas actuales contra la caza furtiva no son suficientes y que hay que hacer algo más.

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Los cazadores furtivos son un serio problema en África. Crédito: Maxx (Unsplash)

Los cuernos radiactivos podrían ser la solución, pero habrá que esperar para comprobar los resultados. Ojalá esos animales no terminen en manos de un cazador. Pero, si lo hacen, la radiactividad de sus cuernos convertirá al cazador en cazado para que no pueda volver a hacer daño a ningún otro animal. 

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