Con doce temporadas a cuestas, el reto de American Horror Story, es superarse a sí misma. Mucho más, cuando la producción de Ryan Murphy ha desarrollado un estilo y forma de contar historias inconfundibles. Por lo que la más reciente entrega de la antología, Delicate, es, además de una entrega fuera de lo común, también la prueba de fuego de su fórmula. Específicamente, porque era la primera basada en una adaptación. Como se recordará, el argumento está basado en Delicate Condition de Danielle Rollins.

Además, que incluía ex profeso a una celebridad para apuntalar parte de su trama, en esta ocasión, la figura de telerrealidad Kim Kardashian. El resultado es una demostración que hay mucho más de AHS de lo que podría suponerse. Pero que también, la serie vuelve a caer en sus acostumbrados baches. Esta vez, sugerir mucho más de lo que terminó por contar.

Eso, a pesar de que American Horror Story: Delicate, es mucho mejor en el apartado narrativo y visual, que la mayoría de sus predecesoras. La antología vuelve a sus lugares misteriosos y con un fuerte acento en lo sobrenatural, a través de una historia incómoda. A saber: la forma en que la necesidad de ser madre — y no poder serlo — puede volverse en una obsesión con tintes tétricos. Eso, en medio de sectas, entidades espectrales, abuso psicológico y hasta sexual, para concluir en reflexiones sobre la libertad corporal y el éxito personal.

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Un bache en una brillante temporada

Quizás por esa extensa selección de temas, el final de temporada de la antología, se quedó corto en medio de todos los tópicos y giros en los que intentó profundizar. Mucho más, cuando su argumento convirtió el antepenúltimo episodio en una exploración de la avaricia contemporánea, el deseo insatisfecho y las raíces de la violencia. Todo, con un salvaje trasfondo que exploraba en la brujería, antiguos ritos y deidades, hasta la sed de sangre. 

Pero ya fuera por eso o porque la serie culminó de manera atropellada debido a la huelga de guionistas, la conclusión sabe a poco. Específicamente, al dejar a un lado sus dilemas principales, morales y emocionales, para profundizar en los aspectos más terroríficos de su premisa. Lo que provocó que el final, fuera una combinación entre una apresurada reflexión acerca del mal y responder, como bien pudo, sus cabos sueltos.

Para aclarar algunos puntos, te explicamos con detalle los elementos más confusos del cierre de temporada. Desde el destino de sus personajes hasta el incómodo mensaje a trasfondo que deja a su paso. Una mirada a una nueva etapa de la serie que marcó el género del terror actual.

La más terrorífica teoría de la conspiración

Luego de ganar el Oscar en el penúltimo capítulo, Anna Alcott (Emma Roberts) entró en trabajo de parto. Dos situaciones exploradas durante la temporada que ahora sí, convergen en un mismo escenario. Por un lado, el personaje asume que su deseo de ser madre es casi tan fuerte como cumplir sus ambiciones matrimoniales. Al otro, que casi nada en su vida, se encuentra bajo su control, o al menos, en la medida que siempre supuso. 

Por último, que su agente, mejor amiga y definitiva influencia en su vida, era, en realidad, una criatura malévola, capaz de manipular cada aspecto a su alrededor. Siobhan (Kim Kardashian) emerge en el último episodio de temporada, como una criatura vil y cruel, que deja atrás cualquier disimulo para mostrar sus intenciones. También, su poder, antigüedad y sed de sangre. 

Pero además de semejante revelación, la serie se apresura a dejar en claro que cada persona en la que Anna creyó o confío, tenía un trasfondo oscuro. De su marido Dex (Matt Czuchry), que resultó haberla engañado y muere en una escena precipitada a la verdadera identidad de Ivy (Cara Delevingne). American Horror Story: Delicate, se asegura de concluir el subtexto que rodeó a sus personajes más importantes. 

Una premisa provocadora que no explora en sus posibilidades

A pesar de eso, el final de temporada parece corto y carente de la profundidad de los anteriores capítulos de la entrega. En especial, luego de dedicar tiempo e interés, en profundizar acerca de dioses antiguos, la inmortalidad y el miedo al parto, convertidos en monstruos de temporada. 

Sin embargo, el capítulo no responde del todo a sus interrogantes más urgentes — el origen del culto a Hestia, de sus miembros o el porqué de las manipulaciones de estas— sino que se concentra en Anna. En su secuestro y en su horror, al dar a luz en mitad de una situación aterradora y violenta. Algo a lo que el argumento presta atención y desarrolla con mimo. En cambio, todo lo anterior se resume en un diálogo de Siobhan, que admite haber controlado a Anna desde la infancia para hacerla “sumisa y complaciente”.

Mucho más, que el bebé que concibió es parte de una mezcla genética inquietante, que convierte al recién nacido en un hijo biológico de Siobhan. Pero la rápida admisión de culpa, parece endeble y un poco genérica. Inevitable, después que la serie dedicó escenas y secuencias a establecer que la secta de mujeres con capacidades sobrenaturales, tenían una larga y complicada historia que contar. 

La ambivalencia de la codicia y el miedo

Una vez que Anna logra dar a luz, el interés del guion pasa a las explicaciones sobre el destino glorioso del bebé y el propósito único de la secta. A saber: que las devotas de Hestia, salvarán al mundo a través de él del dominio del patriarcado. Sorprende que una idea tan elaborada, se convierte en un parlamento efectista que, no solo, no lleva a ninguna parte, sino que resta poder a la atmósfera densa de los anteriores capítulos. 

Mucho peor, cuando los puntos más interesantes del argumento, siguen en medio del dilema central de temporada. En un momento dado, Ivy sostiene al bebé, mientras Anna se aferra a la estatuilla del Oscar que acaba de ganar. “Estás sosteniendo lo que elegiste. Y yo a lo que tú renunciaste por eso”, explica esta última. Lo que deja claro que la fama y celebridad de Anna, es consecuencia de un pacto mágico. 

Algo que queda claro cuando Siobhan, explica que el motivo ulterior de la secta, es, de hecho, aprovechar la ambición femenina. Ya sea para ser madre o convertirse en una figura reconocida. Lo cierto es que la magia salvaje y antigua que asesora el grupo, tiene más relación con lo que las mujeres desean — y no pueden tener — que con la insatisfacción femenina. 

Al final, un horror más mundano del que podía suponerse

Una de las revelaciones más desconcertantes de la temporada, es que el bebé que Anna gestaba, en realidad, era fruto de los óvulos de Siobhan. Lo que se hace más siniestro si es posible, cuando se revela que, a su vez, esta es la madre de Dex. Lo que deja claro que el bebé es “tres cuartas partes suyo” y que está destinado a un propósito mayor. 

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Pero este no se explica del todo — más allá de “conquistar el mundo” — y la temporada termina con la muerte de Siobhan y el triunfo de Anna. Esta, logra evitar que su antigua amiga se apodere del bebé y finalmente, se alza con la satisfacción de ser madre y a la vez, triunfar en sus sueños. Un final predecible, blando y plano para una temporada que prometía mucho más. 

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