Como la temporada número doce de una famosa antología, American Horror Story: Delicate tiene una rara misión. La de superar o al menos igualar las mejores propuestas de una serie conocida por su atrevimiento, desenfado y buen hacer al definir el terror moderno. No solo lo logra, sino que además lleva a la producción a un nuevo terreno que le brinda una necesaria bocanada de aire fresco. Basada en el libro Delicate Condition de Danielle Rollins, la historia sigue a Anna (Emma Roberts), una actriz que desea ser madre. Por lo que recurrirá a todo tipo de procedimientos de fertilidad asistida sin resultados.
Pero lo que comienza como una circunstancia dolorosa que pone a prueba la salud mental y física del personaje, terminará por convertirse en una historia de horror inesperada. Eso, cuando Anna se convenza de que su fracaso para quedar embarazada se debe no a una circunstancia física, sino a la intervención de una fuerza sobrenatural.
De la misma forma que en la historia en que se basa, la temporada profundiza en los horrores que pueden ocultarse en el mundo médico. A la vez, convertir el embarazo en un subtexto incómodo acerca de los derechos reproductivos y el control sobre el cuerpo femenino.
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Por lo que la serie recupera lo esencial de varias de sus mejores temporadas. También, hace algo más. Incluir tres de los mejores capítulos de las últimas entregas. Te contamos cuáles son y el motivo por el cual, son esenciales para comprender la evolución de American Horror Story. Lo mejor que esta extrañísima nueva historia de la serie deja a su paso, con finalmente, todos sus capítulos estrenados.
Capítulo 1 — Multiplica tu dolor
Hasta ahora, American Horror Story relató historias sobre fantasmas fetichistas, brujas, el anticristo, asesinos en serie y esposos asesinos. Pero Delicate va por un camino por completo distinto. También, que ha requerido que el guion sea menos barroco, exagerado y violento de lo que suele ser. El resultado es una trama tensa, llena de un apartado visual cuidadoso, dedicado a espacios claustrofóbicos.
Y es su primer episodio de temporada, el que mejor explora en esa versión del miedo, dedicado al body horror desde un punto de vista nuevo para la antología. El episodio dirigido por Jessica Yu y escrito por Halley Feiffer — la dupla detrás de los créditos de temporada — muestra a su personaje protagónico, pasando por todo tipo de dolores. Pero más que eso, deja claro que esta temporada se alejará de tópicos absurdos y concesiones a un espectáculo extravagante, en favor de una historia enfocada en un punto.
A saber: ¿qué ocurriría si tener un bebé fuera la puerta a lo sobrenatural? No es una premisa original, pero lo que sí lo es, es la forma en que el capítulo profundiza en los temores sobre el éxito de las mujeres a través de la idea, que encuentra en su primer capítulo un estupendo abreboca de lo que serán el resto de los episodios. Mucho más, cuando se anuncia que en este relato paranormal, hay deidades y una secta en medio de todo lo que ocurre.
Capítulo 7 — Ave Hestia
Si el primer capítulo de American Horror Story: Delicate es una pequeña joya del terror gracias a su guion y puesta en escena interesada en crear una atmósfera, el 7 es el otro extremo. Excesivo, aterrador y ahora sí, con todo tipo de referencias a la mitología de la fuerza sobrenatural que rodea a Anna, se desliza por escenarios inéditos para la antología.
A la vez, demuestra que la serie se plantea el miedo desde un lado distinto. Lo que empezó por una aparente historia sobre la paranoia en pleno embarazo, se transformó en algo más implacable, duro y temible. Alejándose de sus escenas sangrientas y sobresaltos gratuitos, el episodio se concentra en la historia de Ivy (Annabelle Dexter-Jones), Sonia y Adeline (Cara Delevingne en doble papel). Un turbio contexto que se retrotrae a al año 42 d.C. El detalle histórico sorprende y AHS toma lo mejor de la historia paralela de la secta y su afiliación a la diosa Hesta, para narrar los estratos más oscuros de su conflicto de temporada.
Capítulo 3 — Cuando la rama se rompa
Este es el episodio en que la ambigüedad acerca de la salud mental de Anna se hace más evidente. Por lo que el guion toma brillantes decisiones para confundir al espectador. ¿Todo lo que la protagonista está viviendo es una alucinación? La respuesta tarda en llegar. Pero mientras lo hace, la cámara subjetiva persigue al personaje de Roberts, mientras esta intenta convencerse de que, en realidad, imaginó su mayor temor. Este es: que en realidad no puede concebir debido a la intervención de un poder mayor.
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Se trata de una idea que se hace más cierta — incómoda y agorera — a medida que la serie avanza. Pero que el capítulo tres analiza con una impecable mirada sobre los horrores femeninos. En especial, durante el embarazo.