La relación de las contracturas con el estrés la tenemos más que clara. ¿Quién no ha tenido que lidiar alguna vez con dolor de cuello o de espalda antes de un examen o un evento laboral importante? También es muy habitual que se contracture la mandíbula. ¡Incluso las axilas! Si hay músculo, hay contractura. Por eso, no debería resultarnos sorprendente que también pueda darse una contractura vaginal. Sí, sí, no solo existen las fracturas de pene. También son reales las contracturas vaginales. 

Se denomina así coloquialmente a la contractura en el músculo pubocoxígeo, que es el que se encuentra justo en el suelo de la pelvis. Su función principal es el control de los esfínteres, a través de su contracción y su relajación. Por eso, aunque se relacione con la contractura vaginal, debemos tener en cuenta que se encuentra tanto en hombres como en mujeres y que puede contracturarse en los dos casos.

En ambos sexos, los síntomas principales de esta contractura pueden ser tanto la incontinencia urinaria como el dolor y la incontinencia al defecar. Puede que la incontinencia urinaria no llegue a ocasionar pérdidas de orina, pero sí la necesidad constante de miccionar, como cuando se sufre una cistitis. Por otro lado, dado que este músculo envuelve la vagina, puede estar relacionado con dolor durante las relaciones sexuales o incluso incapacidad para llevarlas a cabo.

También se puede relacionar con la sequedad vaginal, ya que la lubricación suele ir asociada hasta cierto punto a la excitación y la contracción de los músculos vaginales. Si estos no se comportan adecuadamente, puede que no se lubrique de la misma forma. ¿Pero cómo se produce una contractura vaginal y qué debemos hacer para tratarla y prevenirla?

El origen de la contractura vaginal

Una contractura vaginal, como cualquier otra, puede deberse al estrés. Esto incluye tanto el estrés general como el estrés durante las relaciones sexuales. Es decir, si hay excesivo nerviosismo durante la penetración, puede que los músculos del suelo pélvico se tensen hasta el punto de contracturarse.

También pueden darse este tipo de contracturas después de algunas cirugías o tras el parto. Por todo esto, es importante fortalecer el suelo pélvico, sobre todo a través de ejercicios de Kegel.

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El estrés durante el sexo puede ser un desencadenante. Crédito: We Vibe Toys (Unsplash)

Estos, que son válidos tanto para hombres como para mujeres, consisten en contraer durante unos segundos los músculos, como si aguantásemos las ganas de orinar, después relajarlos y volver a empezar. Se aconseja hacerlo regularmente, ya que la contractura vaginal no es el único problema asociado a problemas en el suelo pélvico. Este puede debilitarse con la edad, de tal manera que se produzcan dolor y pérdida de control de los esfínteres. Los ejercicios de Kegel pueden realizarse en cualquier momento, incluso si estamos trabajando o viendo una película en el sofá.

Eso sí, hay que tomar dos precauciones. Por un lado, no hacerlos mientras se orina, ya que se pueden producir infecciones. Y, por otro, no hacerlos con demasiada fuerza, ya que el efecto podría ser contraproducente, sobre todo en el caso de personas con vagina, a las que se les podrían tensar demasiado los músculos.

¿Qué podemos hacer para tratarla?

Lo ideal es prevenir la contractura vaginal, evitando el estrés en la medida que se pueda y fortaleciendo los músculos del suelo pélvico.

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A veces pueden ser necesarios los relajantes musculares. Crédito: Myriam Zilles (Unsplash)

Si aun así no puede evitarse, suele haber dos opciones de tratamiento. Por un lado están los ejercicios pautados por un fisioterapeuta de suelo pélvico. Este también puede practicar manipulaciones para relajar los músculos de la zona.

Puede darse el caso de que estos estén tan contraídos que primero sea necesario recurrir a un relajante muscular. Podría tomarse por vía oral, aunque será mucho más efectiva su administración a través de óvulos vaginales, ya que el efecto sería más rápido y conciso. 

Ante la duda, lo ideal siempre es consultar a un médico, que nos dirá cómo reaccionar, tanto si se trata de una contractura vaginal como si es el suelo pélvico de alguien sin vagina el que se ha visto afectado. 

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