Es bien sabido que el sexo biológico en humanos, así como en otros mamíferos, está descrito por sus cromosomas sexuales. En el caso de las mujeres, tienen dos cromosomas X, mientras que, en el de los hombres, hay un solo X, acompañado de un cromosoma Y. ¿Pero qué pasaría si el cromosoma Y desapareciera? ¿Estaríamos hasta el fin de los hombres? ¿Y el de la especie humana? Todas estas pueden parecer preguntas sin sentido, pero en realidad no lo son tanto, puesto que hay investigaciones que apuntan a que, efectivamente, este está desapareciendo.

No es algo que nos deba preocupar mucho, puesto que se calcula que faltan unos 11 millones de años para su desaparición. Si para entonces no hemos destrozado el planeta, los hombres, tal como los conocemos, podrían desaparecer. Y con él lo haría la especie humana, pues hay una sola cosa para la que las mujeres necesitan a los hombres, sin excepción: reproducirse.

Algunos animales, especialmente reptiles, tienen la capacidad de reproducirse por partenogénesis. Esta se da cuando las hembras no tienen posibilidad de interactuar con un macho, de manera que ponen en marcha una forma diferente de reproducción, para la cual no es necesario un espermatozoide. Pero en el caso de los humanos esto sería inviable, pues es necesario que el embrión reciba algunos genes que deben venir necesariamente de un padre. Por eso, la pérdida del cromosoma Y podría suponer el fin de la especie humana. Afortunadamente, si seguimos el camino de algunas ratas, las cosas no tienen por qué irnos tan mal. Ellas ya han perdido el cromosoma Y y su especie ha vivido para… ¿chillarlo?

¿Por qué parece que el cromosoma Y está desapareciendo?

Los cromosomas son como pequeños paquetitos de ADN. Este puede ser codificante o no codificante. El primer tipo incluye a los genes, en los que se encuentra información necesaria para la síntesis de proteínas, que son las que nos convierten en quienes somos y nos dan todo lo que necesitamos. En cuanto al ADN no codificante, no contiene información que pueda traducirse en proteínas, aunque sí puede ser necesario, por ejemplo, para regular cuándo deben usarse esas proteínas.

En el caso de los cromosomas sexuales, el X contiene 900 genes, mientras que el cromosoma Y solo consta de 55 genes y una buena cantidad de ADN no codificante. Ahora bien, entre esos 55 genes del cromosoma Y hay uno que resulta vital para que haya hombres y mujeres. Y es que todos los embriones se desarrollan inicialmente como femeninos hasta que llega un momento en el que, bajo la influencia del gen SRY, empiezan a formarse los testículos. Estos, además, liberan las hormonas encargadas de que se formen el resto de caracteres masculinos. 

Aunque, en realidad, esta diferenciación la regula otro gen, llamado SOX9, que debe ser encendido previamente por el SRY. En resumen, hacen un buen trabajo en equipo.

Todo esto no sería posible sin el cromosoma Y. Por eso, cuando unos científicos analizaron los cromosomas del ornitorrinco, se quedaron bastante sorprendidos. Este, a pesar de su pico y su forma de reproducirse a través de huevos, es un mamífero. Debería tener un reparto genético similar al nuestro. No obstante, el contenido de sus dos cromosomas sexuales es muy similar.

Esto lleva a pensar que, desde el ancestro común de los ornitorrincos, los humanos hemos estado perdiendo genes en el cromosoma Y. Hace 166 millones de años que empezó esa separación de ornitorrincos a humanos. Si en ese tiempo se ha pasado de 900 a 55 genes, supondría una pérdida de 5 genes cada millón de años. En resumen, en solo 11 millones de años, el cromosoma Y se perdería por completo.

ADN
Los genes del cromosoma Y se repartieron por el resto de cromosomas en las ratas.

Buenas noticias en el genoma de las ratas

Todo esto puede parecer una locura. ¿Cómo va a perder una especie su cromosoma Y? Bien, esto no es algo tan raro. De hecho, ya le ha ocurrido a dos especies de roedores: la rata espinosa y el topo de Europa del este.

El caso mejor estudiado es el de la rata espinosa. Se ha visto que ha perdido por completo su cromosoma Y, de manera que las hembras son XX y los machos X, nada más. Tampoco conserva el gen SRY. No obstante, pueden seguir reproduciéndose. ¿Cómo es posible?

La clave, según relataron en 2022 en un estudio publicado en PNAS, está en dos factores. Por un lado, el reparto de los genes del cromosoma Y por otros cromosomas. Y, por otro lado, los cambios en el uso del gen SOX 9. El SRY no se encuentra por ninguna parte, ni siquiera se ha reubicado en otros cromosoma. Sin embargo, en las inmediaciones del gen SOX 9, ubicado en el cromosoma 3, hay algo que solo se encontraba en los machos.

Se trata de una pequeña duplicación. Es decir, una pequeña cantidad de las letras que componen el ADN, duplicada. Estas modificaciones en el ADN no codificante pueden actuar como interruptores que cambian la forma en la que se usan los genes cercanos. En este caso, el SOX 9 no necesitaría al SRY para encenderse, pues ya cuenta con esa duplicación única de los machos. 

Se han salvado de desaparecer, gracias a ese pequeño truco. ¿Pasará lo mismo en los humanos? No lo sabemos. De todos modos, ahora sería mejor preocuparnos de dejar un planeta habitable a los que están por venir. Si no, lo que le pase a la especie dentro de 11 millones de años debería darnos exactamente igual, ya que no habrá ningún lugar en el que vivir. 

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