“La vida se abre camino”. Con esta frase, el matemático Ian Malcom lanzaba en la primera parte de Jurassic Park una premonición de lo que estaba por ocurrir. La pronunciaba después de que se le informara del mecanismo de control de natalidad de las criaturas del parque. Todos los dinosaurios eran hembras. Sin embargo, al final algunas lograron procrear. En las anteriores entregas de Jurassic World hemos visto numerosas veces que la historia se repite y, como no podía ser de otro modo, lo hace también en este sentido. No hay más que ver cómo Blue, la más icónica de las hembras de velociraptor de esta segunda saga, logra traer al mundo a otra criatura en Jurassic World: Dominion. ¿Pero cómo lo hace? La clave está en la partenogénesis.
Lógicamente, estas películas están repletas de ficción, pero su trama también cuenta con fenómenos que pueden ser explicados por la ciencia. Y este es uno de ellos. De hecho, no es tan raro en la naturaleza que algunas hembras traigan crías al mundo en ausencia de un macho.
Si bien el proceso de partenogénesis es más común en invertebrados, también puede ocurrir en vertebrados como los reptiles o las aves. Hablar de reptiles y aves nos lleva a pensar en dinosaurios, por lo que es más que probable que la maternidad de Blue en Jurassic World: Dominion se deba a este fenómeno. En la película no llegan a decirlo, pero lo cierto es que todo cuadra.
¿Qué es la partenogénesis?
La partenogénesis es un fenómeno por el que las células sexuales femeninas pueden desarrollarse sin necesidad de fecundación para dar lugar a un nuevo individuo. En resumen, consiste en un proceso puntual de reproducción asexual en especies que normalmente se reproducen sexualmente. No deja de ser una forma de perpetuar la especie en situaciones desfavorables en las que las hembras no pueden acceder a un macho (o no quieren).
En los últimos años se han reportado numerosos casos en vertebrados. Uno de los más curiosos fue el de Charlie, una hembra de dragón de Komodo que logró poner tres huevos sin haber tenido relaciones sexuales con ningún macho. Su caso es bastante excepcional porque ella sí que se puso en contacto con un macho en el zoológico en el que vive. Sin embargo, no pareció apetecerle congeniar con él y finalmente acabó desarrollando este procedimiento que normalmente ocurre en casos extremos.
También se han documentado recientemente casos en una hembra de tiburón y en una anaconda. A veces se trata solo de una cría, mientras que en otras ocasiones son varias. En el caso de Blue, en Jurassic World, trajo a luz a una sola hija, a la que bautizan como Beta. Desde el primer momento se puede sospechar que se deba a una partenogénesis. Y todo se confirma cuando en la película se señala que Blue contiene ADN de varano en su genoma. El dragón de Komodo es una especie de varano, por lo que es lógico que pueda desarrollar este fenómeno. ¿Pero qué más sabemos sobre ella?
La vida se abre camino en 'Jurassic World'
Los animales que normalmente se reproducen sexualmente tienen un número variable, pero siempre par, de cromosomas en sus células somáticas. Es decir, en las células que no son sexuales. En las sexuales (óvulos y espermatozoides) tienen la mitad, de modo que cuando se produzca la fecundación y den lugar a un zigoto este tengo el total de cromosomas de las células somáticas.
Por ejemplo, los seres humanos tenemos 46 cromosomas. En óvulos y espermatozoides hay 23 y 23, de modo que tras la fecundación tenemos un zigoto de 46 cromosomas que se irá dividiendo en células con esa misma dotación. Sin embargo, lo que ocurre con la partenogénesis es que la hembra aporta un cromosoma, como viene siendo normal, y después lo duplica. Así, no necesitará otro cedido por un macho.
En cuanto a los cromosomas sexuales, en humanos el sexo femenino se asocia a XX y el masculino a XY, de modo que los óvulos solo podrán llevar cromosomas X y los espermatozoides o cromosoma X o cromosoma Y.
Ahora bien, ¿qué pasaría si los humanos nos pudiésemos reproducir por partenogénesis? Básicamente, que en ese caso solo podríamos tener hijas; ya que, al no intervenir un macho, nunca habría cromosomas Y.
En otros animales es diferente. Por ejemplo, en el caso de los dragones de Komodo los cromosomas son diferentes. Las hembras son WZ, mientras que los machos son ZZ. Esto daría lugar a descendencia ZZ o WW. Nunca podría ser WZ, porque hemos dicho que la hembra aporta un solo cromosoma y este se duplica. El problema es que los WW no existen, sería como YY en humanos. Por eso, estos no siguen adelante y no llegan a convertirse en crías. Por lo tanto, solo podría haber machos ZZ. Es lo que le ocurrió a Charlie, de cuyos huevos salieron tres machos: Onyx, Jasper y Flint.
En cuanto a lo que ocurre con Blue en Jurassic World, no sabemos con exactitud cómo sería la reproducción en dinosaurios, aunque hay ciertas suposiciones. Por ejemplo, en 2004 se publicó una revisión en la que se analizaban dos posibilidades: la determinación genética del sexo y la determinación ambiental del sexo. La primera es la que rigen los cromosomas y puede verse en animales como los propios dragones de Komodo. En cuanto a la segunda, que se da en cocodrilos y algunas tortugas, está mediada por la temperatura. Según a qué temperatura se incuben los huevos, el individuo que nace de ellos será macho o hembra. Esto puede generar una gran desigualdad marcada por las temperaturas predominantes que incluso podría acabar con el declive de una especie.
Suponiendo que los dinosaurios de Jurassic World tuviesen una determinación genética del sexo el reparto de cromosomas podría ser similar al del dragón de Komodo. Por lo tanto, por partenogénesis Beta tendría que haber sido un macho. Pero también podría darse una determinación ambiental, en cuyo caso sí podría ser hembra. El problema es que si la determinación fuese ambiental la vida se habría abierto camino mucho antes de lo que lo hizo, tanto en Jurassic Park como en Jurassic World. Digamos que aquí sí hay un poquito de ficción. Es lo normal, al fin y al cabo no deja de ser una película. Sea como sea, el caso de Beta es un buen ejemplo de que Ian Malcom tenía razón: la vida se abre paso. Y lo hace tanto en los dos parques de dinosaurios como en la vida real.