Varias de las escenas de Jurassic Park: Dominion de Colin Trevorrow son homenajes directos — y con menos calidad — de la película original dirigida por Steven Spielberg. Sobre todo en el primer tramo, durante el cual la película debe narrar un mundo en que los dinosaurios son parte del ecosistema.
O mejor dicho, una amenaza patente y constante en un mundo que, de pronto, ha descubierto que hay un depredador para el hombre. La premisa, que parece englobar las seis películas de la saga en un único argumento, es ambiciosa. Pero también falla al ser incapaz de abarcar todos los tópicos que intenta narrar.
Eso, a pesar de que el guion de Emily Carmichael y Colin Trevorrow reimagina la franquicia desde un sentido ecológico y dinámico. Pero es insuficiente al intentar hilvanar al menos tres hilos narrativos distintos.
El resultado son un conjunto de escenas espectaculares — la mejoría en el apartado visual es considerable — y diálogos explicativos innecesarios.
Todo en un acento a la nostalgia que, en sus peores momentos, resulta un lastre difícil de ignorar. En específico, cuando el argumento toma la inexplicable decisión de enlazar el pasado con su visión novedosa sobre el tema en un juego de referencias innecesarias.
Jurassic World: Dominion
La saga Jurassic Park culmina (por ahora) su recorrido por el cine como decana de la ciencia ficción y aventura de los últimos cuarenta años. Convertida en fenómeno de mesas, su cierre une a generaciones y también a dos elencos extraordinarios. Dominion despide la historia y a la vez, se convierte en una incógnita, ¿será la última vez que veremos a los grandes dinosaurios en el cine?
Si algo se echa de menos en Jurassic World: Dominion es la agilidad de las anteriores entregas. O mejor dicho, la habilidad de ambas para profundizar en ideas en apariencia disparatadas, con un sentido del ingenio considerable. La tercera parte de la más reciente trilogía de la franquicia tiene un tono levemente apocalíptico, antes que conclusivo. Y de hecho, el mensaje de buena parte del argumento es el de un final cercano a lo catastrófico. Pero al no ocurrir — no del todo — la sensación general es que el film está incompleto. O al menos, que buena parte de su recorrido necesitó más tiempo — o desarrollo — para ser comprensible.
Jurassic Park: Dominion, un doble espejo complicado
Trevorrow toma el riesgo de reversionar secuencias enteras de la trilogía original. Hacerlo valiéndose del elenco de caras conocidas y en una indudable intención de unificar todas las producciones en un único camino. Pero reescribir a Spielberg es quizás una meta muy alta y, mucho menos, en mitad de una apresurada historia que debe contar docenas de situaciones a la vez. Trevorrow falla pero Jurassic Park: Dominion sustenta buena parte de su premisa en la sensación de homenaje sin resolución. Un insistente recurso que utiliza a medias, casi siempre de manera torpe y sin mucho lustre en la mayor parte de la historia.
Cuatro años después de los acontecimientos narrados en Jurassic World: Fallen Kingdom, el mundo se transformó bajo el peso de una nueva diversidad. Y una, como diría Malcolm (Jeff Goldblum), que es inevitable. Lo que parecía un recorrido inevitable para la saga, ocurrió. Los dinosaurios forman parte de los ecosistemas. O mejor dicho, luchan por encontrar su lugar. El matiz es importante en el momento en que Jurassic Park: Dominion debe reinventar la realidad.
La ucronía de “qué habría ocurrido si…” que se planteó desde la Jurassic Park de Spielberg se cumple en su totalidad. Pero Trevorrow no logra del todo construir una idea coherente sobre esa nueva realidad. Muestra los riesgos, los peligros, incluso las condiciones de las nuevas criaturas. Pero no logra establecer cómo su existencia — o el peso que tiene, en cualquier caso, — impacta sobre el mundo.
El argumento está más interesado en mostrar las grandes bestias, nacidas ahora sí, fuera del control de la mano humana. El mundo diverso, monstruoso y de escalofriante belleza — hay al menos dos secuencias dignas de un film de terror — es mucho más realista y preciso. Pero también corre el riesgo de jugar con todo tipo de colosales criaturas creadas para festín de la cámara y no del guion. Una y otra vez, Trevorrow toma decisiones que benefician el apartado visual, mientras el guion se desploma en la confusión.
Los dinosaurios dominarán la tierra… pero no en esta ocasión
Sin duda, el mayor atractivo de la película es cómo logró combinar las historias principales de las seis películas anteriores. Y lo logra a medias, en la medida que demuestra que la presencia de Alan Grant (Sam Neill) Ellie Sattler (Laura Dern) e Ian Malcolm (Goldblum) es indispensable. No solo para estructurar la idea que lo que acaece en la trama es la consecuencia del primer gran experimento fallido del parque original. A la vez, para usar su experiencia como motivo motor y filtro para comprender la forma en que la película lidia con la amenaza. Los sucesos de Jurassic Park: Dominion ocurren por todo lo que se obvió y se descuidó en la primera entrega, o eso sugiere el argumento. De modo que para finalizar su recorrido, las voces de los tres expertos son imprescindibles.
Un punto a favor de guion es no presentar a los dinosaurios — mucho más abundantes en razas y tamaños de lo visto hasta ahora — como una amenaza mecánica. En realidad son animales con un hábitat en expansión. Hay mucho de cierto dilema ecologista en la idea de proteger su vida, a pesar del peligro que representan. Pero la película no logra completar, o al menos, sustentar la premisa en algo más sólido que la idea de salvar o matar criaturas tan peligrosas como incontrolables. Tanto Owen Grady (Chris Pratt) como Claire Dearing (Bryce Dallas Howard) están claramente impulsados por la idea. Aunque la percepción de esta naturaleza en descontrol, fruto de la impericia y de la agresión del hombre, es el mensaje bajo todo lo demás.
Mucho más cuando el conflicto luce focalizado en zonas y no a un nivel como el que podría suponerse de un desastre de semejante naturaleza. Tampoco, hay secuencias que remitan a lo que ocurre con un desastre similar en zonas urbanas. De hecho, todo ocurre en descampados, con manadas de criaturas terroríficas pero curiosamente naturales al acecho. Jurassic Park: Dominion evita con buen pulso escenas que no muestren a sus dinosaurios como un fenómeno natural violento. De modo que aunque la película plantea la posibilidad que en algún punto del futuro los dinosaurios puedan ser más peligrosos, el momento no se muestra en la película.
Jurassic Park: Dominion es un recorrido apropiado y entretenido por los puntos más altos de la franquicia. Y aunque el dominio anunciado de una raza creada de forma artificial no llega, si es el preludio, quizás, de lo que vendrá más adelante. O en cualquier caso, deja la puerta abierta a la posibilidad.