Solo en España, hay aproximadamente 1,5 millones de personas diagnosticadas con migraña. En el mundo entero se calcula que la padecen unos 800 millones. Una cantidad brutal de personas experimentan estos dolores de cabeza, a veces incapacitantes, que desgraciadamente no tienen una cura definitiva. Hay tratamientos, que en algunos casos resultan muy eficaces, pero muchos pacientes son resistentes a la mayoría de ellos, por lo que buscan desesperadamente una forma de paliar su sufrimiento. Con esta desesperación como reclamo, en los últimos años han surgido todo tipo de tratamientos alternativos, como la cirugía para la migraña, publicitada por algunas clínicas de cirugía plástica. Ahora bien, ¿por qué lo publicitan estas clínicas y no los neurólogos, que son los profesionales realmente cualificados con estos temas?

Según un comunicado recién publicado por la Sociedad Española de Neurología (SEN), no lo hacen porque no hay motivos para ello. En este informe alertan que no hay evidencia científica que apoye el uso de la cirugía para la migraña. De hecho, no está aprobada por ningún organismo regulador en todo el mundo. Por eso no lo hacen los neurólogos, básicamente porque no pueden.

Al publicitarla como un tratamiento de cirugía plástica, los profesionales que practican la cirugía para la migraña se aferran a un vacío legal. Por eso, desde la SEN advierten para que las personas con esta afección no se dejen llevar por esa publicidad. Es importante que consulten con un neurólogo, que les explicará cuáles son los tratamientos disponibles y cuáles son más recomendables para su caso. Normalmente se empieza poco a poco. Si los tratamientos más sencillos no funcionan se va escalando hacia otros más complejos. Pero nunca se llega hasta la cirugía.

¿En qué consiste la cirugía para la migraña?

La cirugía para la migraña consiste en la realización de una serie de incisiones, a través de las que se descomprimen los puntos gatillo. Estos son los puntos en los que comienza el dolor. Por ejemplo, hay personas que refieren que les empieza encima de los ojos, en el cuello o a los lados de la nariz. 

Esto se asocia a compresión en un nervio, que, para la realización de esta técnica, se detecta mediante bótox. El bótox es en realidad una toxina, derivada de la bacteria Clostridium botulinum, que bloquea algunas señales nerviosas, de manera que se evita la contracción muscular. Es precisamente por eso por lo que se usa en cirugía estética para eliminar arrugas de expresión. Si los músculos de la cara no se contraen, no aparecen las arrugas. Cabe destacar que es una toxina peligrosa, porque del mismo modo que puede paralizar los músculos de la cara también puede paralizar los que provocan los latidos del corazón. Por eso es importante controlar muy bien las dosis y hacer un seguimiento adecuado de los pacientes. 

En el caso de la migraña, se usa como tratamiento en casos graves, en los que otras opciones terapéuticas no dan resultado, pero eso lo veremos más adelante. Volviendo a la cirugía para la migraña, lo que se hace con el bótox es localizar cuál es el nervio afectado. Si se bloquean sus señales y se comprueban los efectos, se puede comprobar cuál es el que está actuando como gatillo. Una vez localizado, se realiza la incisión y descompresión del nervio.

Inicialmente parece algo eficaz. Al fin y al cabo, tiene una explicación. Sin embargo, desde el Grupo de Estudio de Cefaleas de la SEN y la Sociedad Internacional de las Cefaleas, advierten que no hay evidencia científica de que este tipo de intervenciones funcionen realmente.

Además, nunca deberíamos recurrir a tratamientos contra la migraña que no estén realizados por neurólogos. Ahora bien, ¿cuáles son esos tratamientos?

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Cada vez hay más opciones terapéuticas, aunque ninguna cure la migraña por completo. Crédito: Myriam Zilles (Unsplash)

Nuevas opciones terapéuticas

Si las opciones farmacológicas convencionales no funcionan, los neurólogos pueden recurrir a otros tratamientos más novedosos. 

Por ejemplo, desde 2019 se están empleando tratamientos con anticuerpos. Sabemos que los anticuerpos son proteínas que se unen a un agente extraño y lo marcan para que el sistema inmunitario lo ataque. Además, cuando se unen a una proteína pueden bloquear su función, para que no siga causando daño.

Esto ocurre de forma natural, pero seleccionar anticuerpos contra proteínas concretas asociadas a enfermedades puede tener una utilidad terapéutica muy interesante. En el caso de la migraña, se usan anticuerpos que bloquean la acción de la proteína CGRP, involucrada en el proceso de vasodilatación y dolor de las migrañas.

Una acción similar la producen los gepantes. Estas son moléculas antagonistas de la proteína CGRP. Para que una proteína ejerza su función en las células, inicialmente debe unirse a receptores ubicados en su superficie. Esta unión es muy específica, como la de una llave en una cerradura. Sin embargo, los antagonistas pueden unirse a esos mismos receptores, bloqueando su función. Si la cerradura ya está ocupada, la llave no puede entrar. Los gepantes bloquean la acción de la proteína CGRP, de manera que también se minimizan el dolor y la vasodilatación.

En el caso del bótox, ya hemos visto que puede tener muchos efectos secundarios, por lo que es uno de los últimos recursos a los que recurren los neurólogos. Además, no todos están de acuerdo con este tratamiento, cuya función es la misma que se utiliza como paso inicial en la cirugía contra la migraña. Se bloquean los nervios que transmiten el dolor de cabeza.

En definitiva, hay muchas opciones para las personas con migraña. Ninguna la cura de forma definitiva, pero se puede encontrar alguna que mejore su calidad de vida. La cuestión es hablar con profesionales especializados en esta área y no en la cirugía plástica. La desesperación puede hacer que caigamos más fácilmente en la publicidad, pero debemos escuchar a los neurólogos. 

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