El viento puede ser todo un dolor de cabeza. En sentido figurado, pero también en el más literal. A menudo, las personas con migraña ven cómo los cambios en el tiempo, especialmente los que se asocian a vientos como los que sacuden buena parte de España estos días, empeoran mucho sus síntomas. Incluso quienes no sufren esta afección pueden experimentar dolores de cabeza puntuales cuando el viento es muy fuerte.

Se han realizado numerosos estudios dirigidos a comprobar si esto es algo psicosomático o si, en realidad, hay una explicación científica al dolor de cabeza relacionado con el viento. Y parece ser que sí la hay. De hecho, hay muchos factores relacionados con este fenómeno meteorológico que pueden acabar causando dolores muy intensos.

Quizás el más conocido sea el que tiene que ver con los cambios de presión atmosférica. Pero también se han estudiado otros, como el frío o incluso el desequilibrio en los niveles de iones en la atmósfera.

Los efectos de la presión atmosférica

El viento está asociado a cambios en la presión atmosférica y, a su vez, esto se ha relacionado con dolor de cabeza.

Los motivos no están del todo claros, pero parece ser el resultado de un desequilibrio en la presión entre el interior y el exterior de orificios pequeños, como los senos paranasales o los oídos.

En experimentos con ratas se ha visto que esta diferencia de presión desencadena principalmente dos fenómenos asociados al dolor de cabeza. Uno de ellos es la constricción del nervio ciático y el otro un aumento de la actividad del nervio simpático.

Los cambios de presión no deben ser enormes para que esto ocurra. De hecho, en estudios en humanos, se ha visto que una presión atmosférica de entre 1.003 y 1.007 hectopascales ya puede desencadenar dolor de cabeza. La presión atmosférica estándar es de 1.013 hectopascales, por lo que no es una diferencia muy grande. Incluso si esta es de unos 5 hectopascales, ya puede darse dolor de cabeza, especialmente en personas migrañosas o con propensión a este tipo de dolores por otras causas.

Algo curioso que también se ha visto en ratas es que los efectos de la bajada de presión no se experimentan si tienen lesionado el oído interno. Por lo tanto, parece ser que este es esencial en esa regulación de la presión que se puede asociar al dolor de cabeza.

¿Viento frío o caliente?

El viento generalmente se asocia con frío. Esto también puede provocar dolor de cabeza, ya que, cuando este incide sobre la cara, activa el nervio trigémino, que envía al cerebro el mensaje de que han bajado demasiado las temperaturas. Es algo similar a lo que pasa cuando bebemos un granizado de golpe.

Este pone en marcha mecanismos para intentar calentar el organismo y evitar la hipotermia. Son muy variados, pero entre ellos se encuentra la contracción de los vasos sanguíneos para retener el calor. Una contracción que, aun siendo necesaria, puede causar dolor de cabeza.

Pero el viento no siempre es frío. En los desiertos, por ejemplo, pueden producirse vientos muy secos y cálidos, que también se asocian con el dolor de cabeza.

Según un estudio publicado en 2021, esto se debe a que con este tipo de vientos aumentan los niveles de iones positivos en el aire. Estos entran en el organismo cuando respiramos y pueden desencadenar la liberación de altos niveles de serotonina, una hormona que se conoce por sus efectos positivos sobre el estado de ánimo, pero que, como todo, necesita unas dosis adecuadas.

En el fondo actúa como neurotransmisor. Es decir, facilita la transmisión de señales entre neuronas. Es algo necesario, lógicamente, pero cuando hay demasiada cantidad, se produce una especie de atasco que provoca, entre otros síntomas, un estrechamiento de los vasos cerebrales y, con él, dolor de cabeza.

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El viento no es siempre frío. Crédito: Alexey Demidov (unsplash)

Cambio climático y dolor de cabeza

Visto esto, no sería extraño que las personas propensas al dolor de cabeza tengan que soportar cada vez más episodios.

Los fenómenos meteorológicos extremos se están haciendo cada vez más frecuentes, las bajadas súbitas de presión irán aumentando y los dolores de cabeza no dejarán de hacer acto de presencia. Además, el cambio climático está impulsando en cada vez más personas lo que comúnmente se conoce como ecoansiedad. Es decir, nerviosismo por la observación del planeta que le quedará a los que están por venir.

El estrés y la ansiedad también están fuertemente relacionados con el dolor de cabeza, por lo que es otro motivo por el que la meteorología puede afectar a migrañas y jaquecas. Sin duda, el viento es un claro impulsor, pero existen otros y cada vez serán más si no hacemos nada para evitarlo.