Hay muchas razones por las que una persona puede elegir ser vegetariana o vegana. Desde evitar el maltrato animal hasta cuidar su salud y, por supuesto, proteger el planeta. Esto último es esencial; pues, si todo el mundo cambiase su alimentación a estos formatos, se reducirían en un 70% las emisiones de carbono asociadas a los alimentos. Tampoco es necesario hacerlo por completo. Basta con reducir el consumo de carne, cuidando así la salud y previniendo el cambio climático. Es un win win. De hecho, algo tan simple como no comer carne los viernes por motivos religiosos ya tiene un impacto positivo sobre el planeta. El problema es que hay personas que se niegan en rotundo a hacer este tipo de cambios en su forma de comer, hasta el punto de que el etiquetado de productos veganos o vegetarianos se convierta en una red flag a la hora de elegir lo que toman.

Es la conclusión de un estudio que se publicó recientemente en Appetite, de la mano de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Se realizó durante una convención de la institución, tomando como participantes a los asistentes, que no sabían que estaban formando parte de una investigación. Así, se vio que el etiquetado vegano o vegetariano se contempla como algo negativo.

Por eso, se concluye que, si queremos reducir las emisiones derivadas de la alimentación, sería recomendable eliminar estos etiquetados. No se trata de engañar al consumidor, sino de no dejarle las cosas tan claras. Por el bien del planeta, por supuesto.

Cuando el etiquetado vegano y vegetariano sobra

Para la realización de este estudio, se elaboró un menú con dos opciones, acompañadas de los ingredientes que contienen. En todas los menús, la primera opción era vegana, pero solo en la mitad estaba etiquetada como tal. El resto de menús contenían los ingredientes, de modo que se podía ver que era vegana, pero no estaba indicada como tal. 

Así, observaron que los participantes omnívoros preferían la primera opción cuando no tenía la etiqueta de vegana. En cuanto a los que sí eran veganos o vegetarianos, no se mostraron molestos por tener que leer los ingredientes cuando no estaba etiquetada. Al fin y al cabo, están bien acostumbrados a hacerlo.

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Los veganos están acostumbrados a leer los ingredientes de las etiquetas. Crédito: Allef Vinicius

¿Qué se puede hacer?

Los autores del estudio sospechan que los resultados son el fruto de los prejuicios hacia una alimentación vegana. Por eso, su recomendación es que este tipo de menús no lleven dicha aclaración.

Así, se podría fomentar una alimentación a base de vegetales sin que los consumidores se sientan forzados a hacerlo. Son ellos los que toman las decisiones saludables y seguras para el planeta, sin darse cuenta de que lo están haciendo.

Y es que el etiquetado es muy importante cuando se trata de ingredientes susceptibles de causar alergias o intolerancias. Pero, en estos casos, basta con dedicar un poco de tiempo a leer. 

Debemos recordar que no se trata solo de las emisiones de metano procedentes del ganado. En general, la huella de carbono y el consumo de agua derivados de criar y transportar a estos animales es elevadísima. Si este pequeño engaño, que ni siquiera debería calificarse como tal, sirve de algo, bienvenido sea. 

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