Una de las escenas más divertidas de La Reina Carlota es la que tiene lugar cuando el paje del Rey Jorge le hace llegar a la Reina un regalo para compensar su ausencia. Este es un pequeño perro de la raza Pomerania que, a ojos de Carlota, no es más que un conejo amorfo. Sin embargo, poco a poco se va dejando ver junto a él. Y esto tampoco es fruto de la ficción, pues no hay más que buscar algunos de los retratos de la monarca para saber que le gustaba estar en compañía de estos perros. Tanto, que se cree que fue precisamente ella quien comenzó a aficionar a la nobleza europea a disfrutar de la compañía de esta raza de perros.

De hecho, el perro de la reina Carlota, en realidad, comenzó siendo un perro mucho más grande, típico del Ártico. Allí, se utilizaba normalmente como perro de trineo. No obstante, con el tiempo, tras su introducción en Europa, se fue cruzando con otras razas hasta dar lugar al pequeño Pomerania que disfrutó la reina y que conocemos hoy en día.

No es la única raza de perros que se relaciona con la nobleza británica. Por ejemplo, todos sabemos que la reina Isabel II también disfrutaba de estos animales, concretamente de los corgis y los dorgis. Incluso se piensa que esta última raza pudo ser creada por ella cuando su perrita, un corgi llamado Susan, se cruzó con el perro salchicha de su hermana Margarita. 

Del Ártico a Inglaterra

El Pomerania pertenece a la familia de los Spitz. Estos son perros que se caracterizan por tener dos capas de pelo. La primera corta y lanosa, pegada al cuerpo para protegerles del frío, y la segunda larga y lisa. Ambas, en su conjunto, convierten a estos animales en perros perfectos para el clima del Ártico.

Además, dado que suelen ser perros fuertes, se desempeñan muy bien como perros de trineo. Esa fue la primera labora de esta raza. Sin embargo, fue introducida en Europa a través de la región de Pomerania, en la frontera entre Alemania y Polonia, cambiando primero su nombre y después su apariencia. El cambio de apariencia fue el resultado de sucesivos cruces, en los que se fueron seleccionando características concretas que los convertían en buenas mascotas. Poco a poco se fue reduciendo su tamaño, de manera que cuando llegaron a Inglaterra ya eran mucho más pequeños.

Se cree que, para entonces, pesaban unos 10 kilos. Pero hoy en día no suelen pesar más de 3, por lo que se siguieron cruzando. Aun así, el perro de la Reina Carlota era bastante más grande que los Pomerania de hoy en día.

Esto es lo que se piensa hasta el momento. Que, en realidad, el Pomerania, tal y como lo conocemos, no llegó hasta el siglo XIX. Pero sí que es cierto que hay algunas dudas al respecto, pues en un cuadro del siglo XV, El matrimonio Arnolfini, aparece un perro que podría ser un Pomerania y ya tiene el tamaño actual. Aun así, el pelo parece algo diferente, por lo que podría ser otra raza.

Pomerania
Wikimedia Commons

El perro de La Reina Carlota

Ya hemos visto que, en La Reina Carlota, la ficción se suele entremezclar con la realidad. Es cierto que solía verse acompañada de perros de la raza Pomerania. Lo que no se sabe con exactitud es como llegó a su vida su primera mascota.

En la serie se la regala el Rey, después de salvarlo del laboratorio del médico que estaba intentando curarle su dolencia con tratamientos de dudosa ética. 

Ella al principio le rechaza, pero poco a poco va haciéndose a él y, cuando se ve de mayor, sigue teniendo perros de esta raza. En la realidad fue así, aunque cuando realmente la raza se hizo de mucha fama entre la nobleza británica, fue cuando su nieta Victoria, que aún no ha nacido en la serie, volvió de un viaje a Italia con un perro Pomerania llamado Marco.

Hoy en día no es un perro de reyes. Es una raza de perro bastante común. Pero esconde un problema. Y es que, a menudo, se realizan cruces para obtener Pomeranias aún más pequeños. Lo que se conoce como perros Toy. Estos pueden tener muchos problemas de salud derivados tanto de la consanguinidad de los cruces como de su reducido tamaño. En el caso de los Pomerania se ven especialmente afectados los oídos, aunque puede sufrir otras muchas dolencias. Sería mejor un Pomerania mediano, como el que tenía la Reina Carlota. No son conejos amorfos ni tienen ya el tamaño de un perro de trineo, aunque están emparentados con el mismísimo Samoyedo. 

De cualquier modo, si quieres un perro, ya sabes que la raza debe ser lo de menos. Sobre todo si cruzarlos les va a generar problemas de salud.